LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Cómo desmontar al independentismo en 148 días y que no lo conozca ni la madre que lo parió

Jaime González: "En apenas medio año, los dirigentes independentistas que desafiaron el marco constitucional han sido puestos a buen recaudo"

Cómo desmontar al independentismo en 148 días y que no lo conozca ni la madre que lo parió
Puigdemont y Forcadell (27-10-2017) y Torrent, con su pataleta (24-3-2018). PD

Cataluña sigue siendo el tema. Tras el esperpento vivido entre el 22 y el 24 de marzo de 2018, con pleno fallido de investidura, lágrimas impostadas de los encarcelados antes de partir para la prisión y la pataleta institucional de Roger Torrent, ahora toca esperar a que baje el suflé. Pero, evidentemente, queda mucho por sacar de la cuestión catalana como así queda reflejado en los artículos y editoriales de la prensa de papel de este 25 de marzo de 2018.

Así las cosas, en ABC, Jaime González rescata dos imágenes paradigmáticas de como en menos de 150 días el independentismo se ha ido por el desagüe:

Entre la foto del 27 de octubre de 2017 y la del 24 de marzo de 2018)han pasado 148 días, tiempo que va de la ‘proclamación de independencia’ en el Parlament de Cataluña a la Proclamación del Estado de Derecho que ha decapitado al separatismo. Dicho de otro modo: lo que la política no consiguió en décadas, lo han logrado los tribunales de Justicia en menos de cinco meses. En apenas medio año, los dirigentes independentistas que desafiaron el marco constitucional han sido puestos a buen recaudo, y los dirigentes independentistas que se mantuvieron al filo de la ley, ya saben a qué atenerse si dan un pasito más hacia adelante.

Jon Juaristi explica las razones que han llevado al juez Llarena a meter en el talego a los golpistas catalanes:

Es lo que sucede con todas las utopías totalitarias, que nunca se realizan de acuerdo con los planes de sus diseñadores, pero que siempre dejan detrás de ellas países destruidos y poblaciones masacradas, porque el hiato entre el sueño y la realidad se llena con violencia, con una violencia creciente que arrastra a las sociedades al caos. Es lo que ha visto, con una clarividencia encomiable, el juez Pablo Llarena en los impulsores del procés secesionista: no ya la mera intención de cambiar el sistema político, sino la responsabilidad de haber puesto en marcha una insurrección violenta, de la que lo único bueno que puede decirse es que no ha producido muertes. Pero violencia sí, violencia insurreccional, porque sólo la violencia llena el abismo entre el sueño ridículo y su realización trágica.

Ignacio Camacho revela que el juez Llarena ha hecho su parte del trabajo, pero que ahora falta el refrendo de la vertiente política:

La secesión no es una aspiración lejana, ni un arrebato pasajero, ni el fruto de un obnubilado delirio: es una meta fija, una voluntad establecida y persistente, un designio. Para combatirlo en el futuro -y esto ya no lo dice el magistrado, ni lo puede decir- no bastará con la acción de la justicia sino que es menester un impulso político. Una determinación, como mínimo igual de consistente, de desmontar las intactas estructuras hegemónicas del soberanismo antes de que éste alcance una masa crítica capaz de aproximarlo de nuevo a su recurrente objetivo. Esa es la tarea que ha dejado pendiente la oportunidad perdida del 155. Si no se aborda desde ya mismo, será cuestión de tiempo que reaparezca el conflicto. Está escrito.

Hermann Tertsch también reclama valentía al Gobierno para aplicar a los golpistas todo el peso de la ley:

Los comunistas de Podemos están con ellos. Aunque les perjudique en el resto de España, toda acción contra la legalidad española les seduce. Está en su naturaleza. La realidad desmiente los interesados análisis del obierno del PP y sus periodistas sobre la intención de enmienda del separatismo. De momento al menos es mentira. Los cabecillas han llevado tan lejos la estafa que han unido irrevocablemente su suerte al proceso golpista. Dada esta contumacia, el gobierno tendrá que multiplicar medidas y medios para imponer la legalidad y poner coto a medios golpistas, el primero TV3, que ahora llama a la insurrección. Esta vez en serio. El artículo 155 hasta ahora ha sido apenas un 1,55. SI no gusta el 155, hay otros. No solo Cataluña, toda España merece medidas resueltas para acabar con este envenenado culebrón que mina nuestro presente y futuro. Para convencer definitivamente a las fuerzas golpistas que han llegado al final del camino..

El País considera que tiene que ser tarea de todos los grupos políticos en Cataluña conseguir que haya Gobierno, aunque habría que decirle al editorialista del diario de PRISA que no pueden establecerse las mismas responsabilidades para unos que para otros:

Todo depende de si queda espacio para el pensamiento constructivo en el área independentista. Pero también de la actitud de los constitucionalistas. De si Ciudadanos es tan capaz de desplegar flexibilidad inclusiva como de su acreditada firmeza. De si el PSC puede acreditar tanto anclaje en los principios como en su voluntad conciliadora. De si los Comunes deciden o no abandonar la equidistancia. Y de si el PP se decide a sustituir a un dirigente fracasado y rechazado como Xavier García Albiol.

José Ramón Bosch, en La Razón, apalea a la izquierda catalana por sumarse al falsario discurso xenófobo de los independentistas:

Contra una idea de España, siempre asociado a la derecha y al franquismo, por el relato impuesto, la izquierda catalana ha subordinando la internacionalización de la lucha de clases al discurso supremacista, basando su estrategia en la insolidaridad y la promoción del eslogan ‘Espanya ens roba’, ignorando que el déficit de Cataluña con el resto de España no es de 16.000 millones, sino que gira en torno a 2.400 millones anuales. Mientras la fuga de empresas se incrementa y Cataluña se dirige hacia el desastre económico, la izquierda catalana renuncia a defender los intereses de la clase trabajadora para seguir subordinada a una burguesía corrupta. Alguien debería empezar a construir un nuevo relato de España desde la izquierda catalana.

El editorial de El Mundo destaca el infame discurso de Torrent, el presidente del Parlamento catalán, atacando a España:

Lejos, sin embargo, de asumir su derrota y volver a la legalidad, Torrent ha escenificado en el auditorio del Parlament un acto que quedará para la historia de la infamia que están escribiendo los secesionistas. En un acto sin precedentes, el líder de ERC ha utilizado las instituciones democráticas para insultar e instar a combatir el Estado de derecho mediante la creación de un frente amplio que agrupe a todos los que estén dispuestos a romper el marco de convivencia de los españoles y la unidad territorial de España. Su fanatismo nacionalista le ha llevado a pronunciar un agresivo discurso que bien pudiera haber sido el de un personaje de Orwell utilizando la neolengua e invirtiendo los valores de la democracia por los del totalitarismo.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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