Una rectificación más y ya van unas cuantas. El Gobierno de Pedro Sánchez lo ha vuelto a hacer. Lanza un globo sonda y cuando ve que el personal se lanza en contra, se desdice de una manera propia de un trapecista. El problema es que la red cada vez aguanta menos la caída y cualquier día se rompe.
El caso es que este 8 de septiembre de 2018 los editoriales y columnas de la prensa de papel denuncian el despropósito de intentar cancelar un contrato de venta de bombas a Arabia Saudí y poner así en riesgo más de 14.000 empleos.
Bieito Rubido, en ABC, le sacude un buen mandoble a Pedro Sánchez por haber puesto en riesgo miles de empleos con su negativa inicial a la venta de unas bombas a Arabia Saudi:
El Gobierno de Sánchez, el hombre que tiene miedo a las urnas, solo acierta cuando rectifica. Le ocurre aquello que solía decir Fraga. Ayer protagonizó la enésima enmienda. Primero se ponen estupendos, en plan ejecutivo bonito, negándose a vender un paquete de armas a Arabia Saudí, para a continuación envainársela ante la presión de los trabajadores de Navantia, que veían peligrar sus puestos de trabajo. Esto demuestra de nuevo que Sánchez no tenía -ni tiene- proyecto alguno para España. Solo quería, como se temían los peor pensados, dormir y ocupar La Moncloa y volar en avión oficial a una diversión privada.
El editorial de ABC define al Gobierno de Sánchez como el Ejecutivo mutante:
Abrir una guerra comercial con Arabia Saudí, con el argumento de que se trata de un país en guerra contra Yemen, es una torpeza mayúscula, chorreante de demagogia pues tan material militar son las bombas láser que no se quieren vender como esos buques. Ambos tienen las mismas posibilidades de ser usados para los objetivos castrenses del reino saudí. Esta presunta ética a tiempo parcial define perfectamente al antes llamado «Gobierno bonito», motejado ya como el Gobierno mutante habida cuenta de las casi incontables rectificaciones acumuladas en apenas tres meses. Tan poca credibilidad tiene el gabinete que parece entregado a desautorizarse a sí mismo.
El País hace un repaso de las otras nueve rectificaciones que ha tenido que hacer el Gobierno de Sánchez en poco más de tres meses de mandato, amén, claro está, del tema de la venta de bombas a Arabia Saudí:
Impuesto a la banca. La tasa extraordinaria a la banca, defendida por el PSOE, fue descartada por el presidente Pedro Sánchez esta semana tras recibir fuertes presiones del sector financiero.
La defensa de Llarena. La Moncloa rectificó en cuestión de días al Ministerio de Justicia: España pagará finalmente la defensa del juez Pablo Llarena, denunciado en Bélgica por Carles Puigdemont y el resto de los líderes independentistas huidos de la justicia.
Amnistía fiscal. El PSOE anunció, cuando estaba en la oposición, que si llegaba al Gobierno haría públicos los nombres de los beneficiados por la amnistía fiscal aprobada por el PP en 2012. Ya en La Moncloa reconoció que la ley se lo impide.
Valle de los Caídos. El mausoleo de Franco no será un centro nacional de la memoria, como había propuesto el PSOE.
Agotar la legislatura. Al presentar la moción de censura, el PSOE apuntó a que si Sánchez ganaba no agotaría la legislatura. En julio, ya presidente, Sánchez dijo que sí la agotará.
Financiación autonómica. Pese a la presión de los líderes autonómicos de su partido, el presidente anunció que no podrá aprobar un nuevo sistema de financiación esta legislatura como había prometido.
Inmigración. El PSOE, contrario a las devoluciones en caliente, usó un acuerdo con Marruecos de 1992 para expulsar a 116 inmigrantes.
RTVE. Sánchez rectificó su decisión de esperar al concurso público para renovar el ente, y aprobó un decreto para nombra a un nuevo presidente.
Impuesto de la renta. El Ministerio de Hacienda dijo en julio que el IRPF no se tocaría. En agosto anunció que negociará una subida a las rentas altas.
La Razón aplaude el gesto del Gobierno aunque recalca que una vez más se ve obligado a rectificar:
La ministra de Educación y portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, rebajó la decisión de Defensa de cancelar la venta de las bombas a una mera declaración de intenciones que, en cualquier caso, debe ratificarse en una comisión interministerial. Es, sin duda, un buen paso para solucionar la discrepancia diplomática, en palabras del Ejecutivo español, surgida con Riad, aunque, de hecho, suponga una nueva rectificación por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, urgido desde el PSOE andaluz y la propia presidenta de la Junta, Susana Díaz, a corregir el yerro. Pero, también, abre un nuevo frente interior en Podemos, dividido entre su vocación antisaudí y los intereses electorales de su formación en la provincia de Cádiz.
El Mundo considera que Sánchez ha vuelto a hacer el ridículo con una decisión, la de cancelar la ventas de unas bombas inteligentes, de la que luego ha tenido que desdecirse:
Decía Tarradellas que lo peor que se puede hacer en política es el ridículo. Y uno monumental está haciendo el Gobierno con la decisión de romper un contrato de venta de 600 bombas inteligentes a Arabia Saudí, un gesto de pacifismo propagandístico que nos puede salir muy caro a los españoles. Como cabía esperar, Riad no se ha quedado de brazos cruzados ante la ofensa diplomática y en la bahía de Cádiz se han activado las alarmas por los serios temores a que la Petromonarquía dé marcha atrás en la compra de cinco corbetas que iba a construir Navantia, y que garantizaban la supervivencia del astillero en los próximos años y 6.000 empleos. Y otros importantes contratos penden de un hilo. Aturullada, la portavoz del Gobierno a duras penas atinó a decir ayer que lo de no vender las bombas ya no era una decisión tomada, sino una mera declaración de intenciones. Estamos en el inicio de una rectificación en toda regla, como viene ocurriendo con la práctica totalidad de las medidas de este Gobierno.