El pacto de Gobierno en Andalucía es toda una realidad pero como cuentan este 11 de enero de 2019 las tribunas de la prensa de papel, ahora toca ponerse manos a la obra y dejarse de tantas desconfianzas. Primero, porque los andaluces que votaron cambio no entenderían que este se frustrase y, en segundo lugar, porque los medios controlados aún por el PSOE seguirían horadando el terreno para provocar un caos.
Federico Jiménez Losantos, en El Mundo, no duda de que el presidente francés, Macron, con sus deslices verbales, se ha convertido en el mejor aliado de Vox:
Desconozco si Le Grand Macron o Petit Napoléon enviará cien mil chalecos amarillos a tomar la sede de Ciudadanos, que para alcanzar la vicepresidencia de la Junta de Andalucía no ha vacilado en aceptar los votos de Vox. Tras su vomitivo discurso nacionalista ante el presidente de los USA, que liberó Francia, Macron es el mejor aliado de Abascal.
Antonio Lucas, que parece que escribe en El País en vez de en El Mundo, se marca una tribuna en la que equipara el pacto en Andalucía con las políticas más extremistas que ya se palpan en otros países europeos:
En la fotografía aparecen García Egea (PP) y Ortega Smith (Vox). Los hermosos segundones. Firman algún papel. Miran a cámara. Despliegan un gesto ufano de estar de acuerdo. Bien de acuerdo. Luego fingen ante los micrófonos que entre ellos hay mucho mate y mucha confusión, pero la imagen es de calma impecable. Están jugando al futuro de Andalucía descontando de sus planes a mucha Andalucía. Pero otra vez el teatro es chapucero. (Ciudadanos enreda por medio, claro, pero dilucidar a esta gente requiere de un tarot.) España está por fin en línea con lo peor de Europa, sin salir de casa.
Santiago González sigue preguntándose algo esencial, ¿por qué Rivera sigue empeñado en darle más bola a Podemos que a Vox?
Vaya como detalle que el intransigente Rivera sí aceptaba a Iglesias como posible incorporación al pacto PSOE-Cs en 2016. La razón por la que Albert Rivera considera más constitucionalista al marqués de Galapagar que a Abascal es un misterio. Jamás ha formulado este una descalificación global de la Constitución como las que se le conocen a Iglesias por docenas. Tampoco una reacción como la de Pablo Iglesias ante la derrota electoral, convocando a su chusma a la «alerta antifascista» la misma noche del 2.
Emilia Landaluce considera que Vox ha estado muy hábil al presentar su documento de 19 puntos porque ahora todos hablan del mismo:
Pese a que los políticos se han negado a discutir (por inasumible) el documento, Vox ha conseguido que España -recordemos que la victoria de Bolsonaro confirma que WhatsApp es la red social con más influencia- conozca su programa y lo discuta. Y no es sólo el feminismo: la inmigración ilegal, el olvido de la España rural, el trasvase… vuelven a considerarse temas que interesan. De ahí la importancia de lo factual frente a las consideraciones sensibleras o populistas. Por eso, parece arriesgado considerar que Vox ha pecado de burdo al presentar los puntos de su programa. Al contrario, han conseguido que todos hablen de él. Ésa es su primera victoria.
El País sigue más quemado que la pipa de un indio con el acuerdo para desalojar al PSOE de la Junta de Andalucía:
El Partido Popular cerró anteayer la negociación con Ciudadanos para investir a su candidato a la presidencia a la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno. Al mismo tiempo, dio a conocer el documento por el que el partido ultraderechista Vox se compromete a prestar los votos necesarios para que la coalición conservadora llegue al palacio de San Telmo. El problema no reside en que los votos de Vox permitan al PP/Cs formar Gobierno, algo legítimo, sino en las concesiones efectivas que se han producido por parte del líder popular, Pablo Casado. La combinación que acabará con más de tres décadas de Gobierno socialista en Andalucía ha sido posible gracias a la adopción de una calculada ambigüedad por parte de todas las fuerzas implicadas: los populares, aviniéndose a negociar un acuerdo que no excluya las exigencias de Vox; Vox, aceptando expresarlas mediante un discurso aparentemente correcto, y Ciudadanos, por su parte, escudándose en la añagaza de fingir que rechaza con una mano aquello de lo que extrae evidentes beneficios con la otra.
Ignacio Camacho critica que es la primera vez que unos socios de Gobierno se muestran tan recelosos y con cara casi hasta de asco, tanta que pareciera que no tienen ganas de liderar el cambio en Andalucía:
La buena noticia es que, como no podía ser de otro modo, en Andalucía se ha acabado sellando un pacto -o dos, o uno subdividido- para el cambio. La mala es que no ha pasado ni un día sin que afloren reticencias entre los partidos que lo firmaron. Ese panorama de recelos barrunta malos presagios para la tarea hercúlea de regenerar un sistema viciado. La cohesión de un Gobierno que aún ni siquiera se ha formado está amenazada desde el principio por la desconfianza entre unos aliados que parecen avergonzarse de su propio trato. Rara vez se ha visto una coalición nacida con menos entusiasmo ni con más ceños fruncidos, narices tapadas y otros gestos de escrúpulo o desagrado. Estos socios mal avenidos tienen por delante un inmenso trabajo y no resulta buen comienzo afrontarlo con señales de asco. Salvo el PP, que ha puesto buena voluntad para hacer de intermediario por ser el que mejor parado sale del reparto, los otros dos asociados se empeñan en demostrarse mutuo rechazo.
La Razón, en uno de sus puntazos editoriales, le recuerda a los nuevos gobernantes andaluces que van a tener que hacer esfuerzos titánicos para que Canal Sur vuelva a ser de todos los andaluces y no solo del PSOE:
A Canal Sur le va a costar digerir el cambio en Andalucía. Tras rubricarse el doble acuerdo del PP con Cs y con VOX que llevará a Juan Manuel Moreno a la presidencia de la Junta, la cadena ha seguido tachando a las siglas de Santiago Abascal de «extrema derecha» o de «ultraderecha». Exactamente los términos que emplean el PSOE y Adelante Andalucía para referirse a la formación y que la televisión ha venido usando con insistencia. Curiosamente, Canal Sur ha omitido toda alusión al compromiso de Moreno Bonilla de reducir el gasto, mejorar la eficiencia y racionalizar los recursos del ente.
Pedro Narváez le mete el miedo en el cuerpo a Juan Manuel Moreno Bonilla con el panorama que le espera en Andalucía:
Si cree Juanma Moreno y todo el PP que va a cercenar el chiringuito andaluz sin que se le subleve la calle es que todavía están entre los que siguen deseando feliz año nuevo. Podían colocar el 2 de enero, la toma de Granada, como la fecha límite para los buenos propósitos. Nuevo, sí; feliz está por ver. Las hordas rabiosas van a ensayar en Andalucía la oposición para las elecciones de mayo. No habrá paz para los ‘malvados’. La mafia no perdona. ‘Los Soprano’ cumple veinte años y sigue vivo. Allí llevan cuarenta. El programa de gobierno que han firmado PP y Cs será tildado de xenófobo, meapilas, machista, y todos esos epítetos que tanto gustan a la izquierda aunque ella aplique las mismas leyes y sin que ninguno de sus puntos tenga nada de xenófobo, machista o meapilas.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72