Pedro Sánchez, muy a su pesar (o tal vez no) sigue siendo el protagonista de las tribunas y editoriales de la prensa de papel de este 8 de febrero de 2019. Al final, el que va a necesitar un relator, pero de verdad, va a ser el propio presidente del Gobierno para que dé cuenta de sus desmanes y cambios de timón que da a veces incluso en el mismo día varias veces.
El editorial de ABC critica a Sánchez y a su Gobierno por querer condicionar el juicio a los golpistas:
Sánchez y muchos de sus ministros han sido unos acosadores del TS con una conducta sumisa con el independentismo. Sin rubor, el Gobierno ha pedido la excarcelación de los golpistas y creado el estado de opinión para que su hipotético indulto no sea un escándalo. Sánchez y Delgado callan cuando se han intentado imponer unos ‘observadores internacionales’ al Supremo, como si España fuese un país sin garantías procesales. La imparcialidad del TS está garantizada por muchas sandeces que repitan los secesionistas. ¿Qué observadores necesita una vista que será retransmitida de forma transparente? Es inaudito. España es una nación de garantías y derechos. Y tan es así, que un presidente regional ferviente del golpismo y la xenofobia ocupa el cargo porque Sánchez se niega a aplicar el 155. España no es inquisitorial. Al contrario, la dependencia que Sánchez tiene del separatismo es otra forma de arrojar estiércol sobre nuestra Justicia.
Hermann Tertsch le atribuye a Zapatero el actual clima que se ha generado en España con esos guiños a los golpistas y radicales:
Los separatistas catalanes y vascos, los comunistas de Podemos y la extrema izquierda que, en su delirante desprecio institucional, hoy encarna perfectamente Pedro Sánchez, están irritados. Les molesta mucho que haya irrumpido en España con fuerza un hábito ya casi no recordado que es el de renunciar al eufemismo y utilizar lengua española con toda su fuerza de verbo y sus justas y claras acepciones. Dicen ahora que eso estropea el clima político. Aquí el clima político lo han estropeado con tono suave y sonrisa permanente de’ joker’, los que desde principios de siglo inoculan odio de revancha en la política española. El mayor fabricante de odio en España se llama José Luis Rodríguez Zapatero y nunca elevó la voz. Sus infinitas maldades siempre se sirvieron con exquisitos modales. Ni una mala palabra ni una buena acción. Con ese lema, Zapatero extendió su veneno, por España primero, después al servicio de una causa innoble como la defensa de intereses de la dictadura que tortura, mata a hambre y aterroriza a su pueblo en Venezuela.
Ignacio Camacho expone cuál es la actual situación en el seno del PSOE:
Son ellos, dirigentes del PSOE actuales o pretéritos, quienes ante la peligrosa deriva de su propio partido han decidido levantar la voz en uso de su autonomía de pensamiento. Pocos, porque aunque muchos más estén de acuerdo prefieren atenerse al dudoso precepto de la disciplina y el orden internos. Sus opiniones serán desdeñadas por sus propios compañeros como fruto del miedo a una derrota electoral o del simple resentimiento. Así es la vida partidaria: una mezcla dogmática y ciega de obediencia, silencio y apego al poder como fuente de privilegios. Y así es el liderazgo de Sánchez en este momento: como el de un enloquecido capitán Achab dispuesto en su delirio quimérico a arrastrar a su tripulación al mismísimo infierno.
José María Carrascal da por hecho que Pedro Sánchez no piensa un solo momento en el interés de España, sino en alimentar y engordar su propio ego:
Por el camino que vamos, antes de mayo quienes van a salir a la calle contra Sánchez no van a ser los seguidores del PP, Ciudadanos y Vox, sino los del PSOE. Anteponiendo su agenda personal no ya a la del país, sino a la de su propio partido, este hombre representa un peligro para un socialismo que lleva en sus siglas el adjetivo de español y se alía con fuerzas que, por una razón u otra, quieren acabar con lo que España ha representado a lo largo de su historia. Si lo hizo para mantenerse en el poder, al que esas fuerzas le auparon, o porque siempre ha comulgado con ellas, es objeto de controversia. Conociéndole como ya le conocemos, doy más crédito a su ambición personal, ya que todo indica que los principios le importan un bledo. Él es pedrosanchista y subordina todo a su gloria y beneficio, de ahí que cambie de criterio según las circunstancias.
Argelia Queralt, en El País, carga contra las derechas por sus críticas a la figura del relator:
El relator ha despertado las iras de la derecha española y la preocupación de ciertos sectores del PSOE que ven peligrar sus respectivos feudos. ¿Por qué esta propuesta ha generado tantas alarmas? ¿Qué supuesta concesión se está haciendo con la incorporación de esta figura? Las respuestas a estas preguntas podrían explicar, quizá, por qué los líderes de la derecha se permiten insultar e incluso acusar al presidente del Gobierno de Alta Traición (que no conozcan el alcance del tipo penal ahora es lo de menos).
La Razón considera que hay motivo para la protesta:
Sánchez está gobernando a golpe de decreto -cuando Podemos se lo permite- y la aprobación de los Presupuestos nos ha conducido a asistir al capítulo bochornoso en la negociación con los independentistas. Ni siquiera están ya en juego las partidas económicas destinadas a Cataluña, sino la ‘solución política al conflicto’, llevando el debate a un punto en el que quienes tiene que aprobar las cuentas hablan abiertamente de condiciones como ‘acabar con la represión’. Sánchez ha propiciado un juego confuso y peligroso, que está llevando al desconcierto hasta a los propios socialistas, donde ha mezclado su propia supervivencia con la estabilidad política de España, negándose a convocar elecciones. Hay motivos para la protesta.
Pedro Narváez entiende que hay razones sobradas para salir a la calle el 10 de febrero de 2019:
La salud democrática de España sufre una recaída que no conocíamos desde el golpe de Estado del 23-F. Sentarse a negociar con los independentistas, como si esto fuera un país bananero en vías de extinción, avergüenza a todos los que cada día sienten ese azote en propia carne. Familiares y amigos acosados durante tanto tiempo por una tiranía pleistocénica que no atiende a razones. Solo por esos millones de catalanes y españoles a los que quieren adormecer con un veneno de censura merece la pena salir a la calle este domingo.
Nicolás Redondo Terreros, en El Mundo, exige a los barones socialistas que sean valientes y exijan a Sánchez la convocatoria de elecciones:
En esta situación sin precedentes, los diputados y cargos públicos relevantes del PSOE deben unirse a quienes venimos pidiendo ¡elecciones ya! No es posible seguir apoyando un Gobierno que sólo cuenta con 84 diputados, siendo el resto de los apoyos parlamentarios más carceleros que socios leales. En el caso, por desgracia probable, de seguir obcecadamente en un Ejecutivo capitidisminuido políticamente, el presidente debe prescindir de la vicepresidenta, porque ella, responsable del diálogo con los independentistas, tiene que asumir el inmenso error que supone la ocurrencia. Su permanencia viciaría a todo el Gobierno y haría añicos, sin dudas, el crédito político y ético de personas como Borrell.
El editorial de El Mundo le recuerda al Gobierno de Sánchez que son muchos socialistas presentes e históricos que no están por la labor de comulgar ni con ruedas de molino ni con relatores:
Lo que difunda el Gobierno el lunes ya lo adivinamos. Descalificará la movilización como fruto de la estrategia crispadora de una oposición extremista. Es la irresponsable táctica de la polarización y el miedo: o Sánchez o los ultras. Pero ni Felipe González ni Emiliano García-Page ni Soraya Rodríguez ni Javier Lambán ni Alfonso Guerra ni aquellos otros que critican en privado la deriva sanchista militan que sepamos en la ultraderecha. Y exigen explicaciones.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72