Se confirma: ZP promete a los presidentes autonómicos lo mismo y lo contrario

Se confirma: ZP promete a los presidentes autonómicos lo mismo y lo contrario

(PD).- No ha hecho más que empezar la ronda y la sospecha está confirmada. El presidente del Gobierno dice sí a todo y a todos. Y sonriendo. Esperanza Aguirre fue la primera, -después de los privilegiados Montilla y Chaves– y salió encantada. Después Touriño, Fernández Vara y Areces han pasado por Moncloa para hablar de financiación autonómica. A todos ha dicho sí el presidente. Y les ha dicho sí a lo mismo y a lo contrario.

A cada uno de los que ha acudido a las citas les ha dicho lo que querían oír, como se temía María Dolores de Cospedal. El primero en acudir a la cita, con nocturnidad y sin previo aviso, fue el presidente de la Generalidad, José Montilla, que acudió el pasado sábado. Acto seguido, el resto de dirigentes autonómicos expresaron sus protestas, temiendo que Moncloa llegara a acuerdos bilaterales con la comunidad catalana que beneficiaran sólo a sus aliados en el PSC.

El día siguiente, el domingo, Zapatero se reunió con el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, con el telón de fondo de la deuda histórica, lo que terminó por poner de uñas a los demás líderes autonómicos, incluso a los de su propio partido.

Entonces, Zapatero decidió convocar el lunes a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que salió «satisfecha» y «encantada» de la reunión. Le prometió que tendrá en cuenta el criterio de la población en el nuevo reparto de los fondos estatales; un aspecto clave en el caso de Madrid, que ha visto elevar en más de 1,2 millones de habitantes su población desde 1999, fecha del anterior acuerdo de financiación. También para otras comunidades que han visto incrementada su población.

Este martes, día de Noche Buena, le toca el turno a Francisco Camps. A la espera de lo que manifieste, la sensación, una vez escuchados el gallego Emilio Pérez Touriño, el asturiano Vicente Álvarez Areces y el extremeño Guillermo Fernández Vara, es que Zapatero promete lo mismo y lo contrario, que le dice a cada uno lo que quiere oír, que todos salen razonablemente felices, pero que al final a ninguno le ha hablado de cifras concretas.

La prueba de la habilidad del presidente del Gobierno para lidiar con los líderes autonómicos quedó plasmada en la intervención de Fernández Vara, quien, con un «hemos venido a construir un edificio, no a poner los adornos», agradeció el que Zapatero tendrá en cuenta la baja densidad de la población extremeña, justo lo contrario que le ofreció a Aguirre.

LISTA DE PETICIONES

Tal y como recuerda ABC, Francesc Antich, el balear, advierte que todo acuerdo ha de pasar «por la necesidad de que la financiación per cápita del archipiélago se sitúe en la media estatal, porque ahora estamos 24 puntos por debajo». El riojano Pedro Sanz advierte de que exigirá «un fondo específico para paliar el «efecto frontera» que sufren las Comunidad de limítrofes con territorios forales». Marcelino Iglesias (PSOE), que no ha sido recibido, pero sí telefoneado, aseguró que «Zapatero se ha comprometido a mejorar la situación de Aragón». Para Castilla y León, según explicó Juan Vicente Herrera, resulta primordial «la consideración de la dispersión territorial, el envejecimiento y la extensión»…

Cada uno de los presidentes escribe su carta al mago Zapatero, mientras Solbes intenta cuadrar un «sudoku» que está condicionado por Cataluña.

HASTA QUE ESTALLE

Escribe Edurne Uriarte en ABC que su duda sobre el sistema de financiación autonómica es la misma que la que le suscita el Estado de las Autonomías: Cómo y por dónde estallará.

Aquello del sistema autonómico como un modelo de integración de las diferencias ya no se lo cree casi nadie. Lo fue en su proyecto y mientras duró nuestra fe.

Hasta que el artificio se ha desnudado por completo y se exhibe sin tapujos como lo que es o lo que algunos han hecho que sea, una guerra entre las autonomías para llevarse la mejor parte, a costa de quien sea y como sea. Con una exhibición de bilateralidades y de pequeños estados en las escalinatas de la Moncloa que deja en la más miserable inconsistencia los supuestos Estado y nación que los amparan.

La afortunada definición de José María Carrascal este lunes de la política de Zapatero como una pirámide de Madoff me parece ampliable a una buena parte de la élite política española en lo que a autonomías se refiere.

Con la agravante de que a nadie le importa aquí quién pagará los sustanciosos pagos presentes porque nuestros líderes políticos esperan que los asuman otros, las generaciones venideras. Zapatero promete y paga con lo que no tiene y los líderes autonómicos cobran y doblan las exigencias.

Y, luego, ya veremos. Al fin y al cabo, y como dice Solbes sobre los presupuestos «desfasados», quienes cambian son los demás, el cuadro macroeconómico, es decir, esa pequeña cosa insignificante llamada ingresos. Con otra menudencia como consecuencia, el déficit. Pero no cambiarán las prioridades, promete Solbes. Que siga la fiesta mientras el Madoff de la Moncloa pueda seguir pagando los intereses.

A diferencia de quienes sostienen que son estas contradicciones económicas las que provocarán la crisis definitiva del sistema autonómico, creo más bien que el estallido será político.

Porque no hay Estado viable a largo plazo con un sistema de toma de decisiones basado en la guerra entre regiones. Entre otras cosas, porque no existe un solo sistema democrático estable y próspero en el mundo que lo tenga. Nuestra excepcionalidad tiene fecha de caducidad, como la de Bélgica, o como la pirámide de Madoff.

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