(PD).- La «herriko taberna» de Lazcano que destrozó Emilio Gutiérrez, «el de la maza», como venganza después de que ETA reventase su casa con una bomba, ya funciona a pleno rendimiento. Mientras, él sigue exiliado en Alicante, puesto que le impide regresar a su pueblo la presión de los proetarras y el miedo a represalias.
Esa misma presión asfixiante y ese mismo miedo lógico que le obligaron a marcharse cuando los simpatizantes de ETA empapelaron el pueblo con carteles amenazantes y convocaron una marcha contra él.
El establecimiento atiende ya con normalidad a su clientela habitual, que son personas de la izquierda proetarra. La reapertura se llevó a cabo tras varias semanas de reparaciones, en las que incluso los propietarios cubrieron la fachada con fotografías que indicaban los desperfectos provocados en el interior por el ataque de Emilio, según informó Servimedia citando fuentes municipales.
Esta es la cruda realidad del País Vasco en la actualidad: la «herriko taberna» ya está arreglada sin coste para los propietarios, pero la acción de Emilio, reprendida por unos y comprendida por la mayoría, le ha supuesto un coste personal terrible: el exilio del lugar donde nació. Un verdadero «mazazo» que le cambió la vida, cuenta Alberto Lardiés en ABC.
El pasado 24 de febrero, una bomba de ETA destrozó la sede del PSE-EE en Lazcano y varias viviendas, entre ellas las de Emilio Gutiérrez, quien tras una concentración de repulsa al atentado perdió los nervios, agarró una maza y se dirigió al lugar de encuentro de los proetarras que no condenan la violencia de la banda asesina.
Esa violencia que él acababa de padecer. El local acabó destrozado por los golpes de Emilio, que fue grabado por varias cámaras de televisión allí presentes mientras descargaba su rabia contenida. Los agentes de la Ertzaintza le detuvieron por su actitud. La inmediata campaña que orquestaron contra él los proetarras provocó que Emilio pusiera pies en polvorosa camino de Alicante, donde residen sus padres.
