Las noticias sobre pederastia que publican los medios de comunicación casi siempre se refieren a pobres diablos, en general, entrenadores deportivos, sacerdotes descarriados o personas que por su profesión están en contacto con menores; a viejos verdes que seducen a niñas a cambio de regalos o dinero, o a redadas de pornografía infantil en la red, en las que caen unos cuantos, pertenecientes a los primeros eslabones de la cadena, y ni eso. Pero, rara vez, los protagonistas son gente influyente y cuando es así, jamás se llega al fondo del asunto. Nunca se atrapa a los auténticos pederastas de alto standing, viciosos por generaciones, que son los que fomentan esta lacra social, que en las últimas décadas ha crecido considerablemente, gracias a la protección que su estatus económico y social les proporciona. En las altísimas esferas del poder es un tema tabú. Los políticos lo saben, los fiscales también, los jueces ídem, pero este asunto es intocable. Su gravedad es tal que abrir el archivo haría tambalear instituciones y círculos que representan el respeto a los derechos humanos y a la justicia.
Hay un tipo de pederastia que se limita al abuso de los menores, que ya en sí es vergonzoso, por el daño que se inflige al niño, que un día se convertirá en un adulto con muchos problemas. Pero hay otro tipo de pederastia mucho más grave, la pederastia “dura”, con muchos flecos a cual más perverso, en el que no se trata solo del abuso sexual del niño, sino de su confinamiento, tortura y asesinato. Los vídeos “snuff” y los rituales satánicos, de los que ya escribimos hace más de veinte años, en los que corren las drogas, la sangre y se vulneran todas las fronteras de la conciencia, existen y no podemos cerrar los ojos a esta realidad. Para la Interpol es un auténtico dolor de cabeza desde hace años.
Como los términos pedofilia y pederastia suelen confundirse, empleándose incluso como sinónimos, hay que decir que por pedofilia o paidofilia se entiende una atracción y una ternura especial por los pequeños, que, en principio, no siempre conlleva un motivo, mientras que la pederastia es un vicio y una perversión que consiste en la realización de actos sexuales con un menor, la mayor parte de las veces contra la voluntad de este, ya que en esta sucia actividad están involucrados niños pequeños, incluso de meses. Si bien es cierto que la pedofilia es, en principio, y al principio, inocente, en muchos casos es una tapadera o una inclinación que da paso a una pederastia abierta.
Esta actividad suele mantenerse muy en secreto, porque los pederastas, conscientes de lo despreciable de su inclinación a los ojos de la sociedad, procuran mantenerse en el anonimato. Por otro lado, temen el peso de la ley.
Ante un hecho tan antinatural, como es el sentir excitación sexual ante un niño, hay que preguntarse de dónde puede provenir un sentimiento tan extraño. Y si por otro lado esta antinatural inclinación es tan abundante en los últimos años, nos inclinamos a sospechar que la raíz de este hecho tiene causas profundas que están más allá de la mera casualidad. Y aunque los eufemismos y la ingeniería social son muy eficaces, las masas, bombardeadas en los últimos años con la idea de las opciones sexuales alternativas, rechazan de plano que los adultos tengan relaciones sexuales con niños, por más que los abanderados del ultraprogresismo, a través de la “inocente” pedofilia, estén queriendo quitarle asquerosidad a la pederastia. A decir verdad, gracias a la labor de zapa de la publicidad y los medios de comunicación, nos vamos acercando.
En Holanda, país laicista por excelencia, donde se saltan todas las líneas rojas del orden vital y la recta evolución, con una progresía desaforada y unas autoridades ciegas, llevan cometiendo tremendos disparates desde hace años. En el 2006 se fundó el Partido del Amor Fraternal, la Libertad y la Diversidad (PNVD). El tufillo del enunciado se siente a las claras. Su programa reivindica rebajar la edad de consentimiento sexual, de los 16 años a los 12, legalizar la posesión de pornografía infantil y admitir la zoofilia como un derecho natural. Pero no son los únicos: en Alemania, un grupo político está intentando conseguir lo mismo.
El hecho de que esta ideología sea tan común en las grandes autoridades de muchos países, y que sean ellas mismas las que tienen en sus manos los grandes planes de educación, convierte esta perversa inclinación en una gran amenaza para la humanidad.
Es muy probable que a más de un lector le sorprenda esta degeneración entre los grandes líderes mundiales. La razón de esta ignorancia es que los grandes medios de comunicación son propiedad o están bajo la directa influencia de muchos de estos líderes políticos y económicos, que se cuidan muy bien de protegerse entre ellos y evitar que ciertas noticias “sensibles” lleguen al conocimiento de las grandes masas.
Los pederastas de alto standing nunca son detenidos
Por eso, hay multitud de casos que han quedado en el aire rodeados de dudas y de falsas explicaciones. En Inglaterra, hace unos años saltó a la prensa mundial el caso conocido como “Operación Conífera”, que involucraba al líder del Partido Conservador y ex primer ministro, Edward Heath. Se le acusaba de abusos a menores, al mismo tiempo que se denunciaba a la policía de haber sido muy laxa en la investigación de varias denuncias interpuestas por los padres de los niños abusados. Los denunciados eran personas intocables y blindadas del estáblisment. Las palabras del comisario-jefe de Wiltshire, Mike Veale, no dejan lugar a dudas: “Teníamos abrumadoras y obvias razones para investigar. […] Sir Edward Heath era una persona muy influyente y una de las más poderosas del mundo, en su momento”.
El tema es tan escabroso y tan aparentemente irreal que no es de extrañar el manto de duda que recubre algunas de las informaciones vertidas en libros, como los de Brice Taylor, Cathy O’Brian, Svali y otros del mismo cariz, citados en “Teovnilogía”. Pero lo cierto es que abundan los testimonios de personas de las que no se puede dudar, y que han pagado con su vida por haberse atrevido a hablar claramente. En dichos libros, aparecen como abusadores de menores, dentro de las experiencias de los programas MK-Ultra, importantes personajes de la política norteamericana, congresistas y senadores, a los que se cita por sus nombres y apellidos.
Es lógico que informaciones tan escandalosas susciten dudas, pero estas desaparecen ante los testimonios de altos funcionarios federales, como William Cooper o Ted Gunderson, jefe del FBI de Los Ángeles, que llegó a tener bajo sus órdenes a setecientos policías. Sus declaraciones sobre la pederastia a la que eran adictos muchos congresistas, senadores y miembros de la Casa Blanca, sus denuncias investigadas por él minuciosamente sobre las redes mafiosas de secuestros de niños, y la increíble cantidad de estos que desaparecen cada año, la abundancia de centros donde se practican ritos y ceremonias satánicas con sacrificios de menores, la implicación de altas autoridades del Pentágono en todas estas operaciones, en las que también están involucrados niños y jóvenes esclavos sexuales, víctimas del control mental heredado del nazismo, tienen como aval el asesinato del propio Gunderson, ordenado por “alguien” con mucho poder a quien le preocupaba que verdades tan terribles salieran a la luz. Y no solo él fue asesinado, sino también la senadora Nancy Schaefer y su marido, colaboradores en todas estas investigaciones. La extraña muerte de ambos fue uno de los muchos asuntos “inexplicables” que nos encontramos cuando se investiga la corrupción en las altas esferas del poder.
En cuanto a las estadísticas, dado el secretismo que los pederastas mantienen sobre su inclinación, es muy difícil llegar a tener una idea clara del número de adictos. El psicólogo y sexólogo japonés-canadiense, Michael Seto, de la Royal Ottawa Healthcare y profesor en la Universidad de Toronto, en su libro publicado en 2008, “Pedophilia and Sexual Offending Against Children: Theory, Assessment and Intervention”, hace un profundo estudio de todo este asunto y llega a la conclusión de que los resultados finales son todavía muy inciertos, aparte de que habría que calibrar mucho entre los diferentes grados y matices de esta inclinación anómala hacia los menores, y debido a ello, los resultados finales variarían bastante. Por ejemplo, mientras algunos estudiosos establecen que el número de pederastas entre la población general se acerca al 5 por ciento, otros dicen que no supera el 1,5 por ciento. Algunas fuentes sostienen que la cifra total de pederastas en el mundo ronda el millón de personas, aunque, como ya expresamos, las cifras finales dependen de qué grado de pedofilia pueda considerarse una pederastia.
Algo en lo que todos los estudios están de acuerdo es que con la llegada de Internet, debido a la posibilidad de mantener en secreto su inclinación, el número de pedófilos y de pederastas ha crecido en muy poco tiempo exponencialmente, y continúa haciéndolo.
En los últimos años han estado muy presentes en los medios de comunicación los abusos sexuales a menores, cometidos en instituciones religiosas cristianas, especialmente en los internados. Realmente es un grave desprestigio para el cristianismo, no solo por el cinismo de los religiosos perpetradores de tales actos y por la traición a la doctrina que predicaban, sino, además, por el grave daño que infligían a los menores de los que abusaban.
Hay que señalar que la ONU —que aunque muchos lo desconozcan, está secretamente en manos de los impulsores del NOM y mantiene una solapada guerra contra el cristianismo—, atribuyó esta oleada de pederastia casi de una manera exclusiva a la Iglesia católica y omitió las estadísticas de otros grupos de profesionales —médicos, abogados, ingenieros e incluso de pastores protestantes— en las que la proporción de los acusados de abusos sexuales y, en concreto, de pederastia, era muy superior a la de los religiosos católicos. Y eso aun entre grupos, como los de abogados e ingenieros, que, por su profesión, tenían menos contacto con menores y, por tanto, menos oportunidades.
La pederastia y el satanismo de Hollywood
Hace un siglo que Hollywood es el gran escaparate-altavoz que ofrece al mundo la mercancía que hay que consumir, sea en forma de moda, costumbres, gustos e incluso vicios. Aunque hay mucho que decir, vamos a ceñirnos al tema de la pederastia y el satanismo.
A la luz de lo que hemos ido descubriendo en nuestras investigaciones, los imitadores de Fausto y Teófilo están más presentes en nuestros días de lo que imaginamos. Vender el alma al diablo, a cambio de dinero, éxito o poder, parece no ser una simple leyenda, sino una fórmula para triunfar que algunos aplican. Siempre se habló de algunos cantantes, actores y actrices de Hollywood que habían sido premiados con grandes éxitos, a cambio de ciertos actos oscuros. Si no es cierto, su estética satánica y sus actitudes transgresoras, de burla y aversión hacia lo sagrado parecen confirmar lo contrario.
Hace no mucho, ha aparecido una información en Internet que sumerge a Hollywood en lo más profundo de las cloacas. Se habla de bebés, de sangre, de rituales, y se acusa a los poderosos de la industria de estar detrás de estas aberraciones. Se da por hecho que son palabras de Mel Gibson, en el backstage del plató del programa de Graham Norton Show de la BBC. Como no tenemos constancia de la veracidad de estas declaraciones, omitimos su publicación. No obstante, remitimos al lector a Internet y que juzgue por sí mismo.
Recientemente, el millonario pederastia Jeffrey Epstein fue detenido y encarcelado. Era la esperanza de que, por fin, muchos nombres de relevancia iban a ser desenmascarados y que una de las redes de pederastia con mayor ramificación en el ámbito internacional iba a ser desmantelada. Algunos de estos nombres pertenecen o están próximos al Club Bilderberg y a otras pantallas de la masonería y figuran en los archivos del FBI. Lo que se dice que hacen para renovar sus células y cargarse de energía no es para contar aquí.
(Del libro “Conspiraciones contra la humanidad. La agenda de los amos del mundo”, escrito en conjunto con Salvador Freixedo.)
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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI