La jugada política lanzada en la mañana de ayer por Alfonso Fernández Mañueco es una jugada de esas llamadas por los gurús políticos win-win. Vamos, que gana o gana, puesto que la situación que tiene ahora mismo el PP en la Junta de Castilla y León, es al menos, precaria.
El PP, debido a la fragmentación del voto en el centro derecha en tres partidos, había cosechado los peores resultados en cuarenta años, aunque gracias a Cs, que con sus diez procuradores optó por mantener al PP en la presidencia de la Junta, Fernández Mañueco ha crecido políticamente hasta fortalecerse lo suficiente para llegar a lanzar este órdago político que le llevará de nuevo al Colegio de la Asunción, pero con más fuerza que en el presente.
Hay que recordar que este movimiento no conlleva, como en el caso de la Comunidad de Madrid, el tener que volver a las urnas en mayo de 2023, puesto que en la última reforma del estatuto, se contempló la posibilidad de tener esa singularidad que permite agotar la legislatura si hay un adelanto electoral, lo que facilitará la vida al futuro gobierno autonómico sin tener una fecha de caducidad a la vuelta de la esquina.
Por otro lado, era más que evidente que Tudanca y su PSOE contaba los días y las horas para poder llegar a marzo y presentar una moción de censura, que esta vez si, le llevaría a la presidencia de la Junta, contando con un año antes de las elecciones para sacudir estera, día sí y día también al PP desde la poltrona y con la capacidad político mediática que otorga el puesto y las terminales mediáticas y medios de comunicación regionales, que estarían encantadas de atizar sin conocimiento al PP que les ha hinchado a dinero y les ha hecho millonarios durante tantos años. El PSOE salivaba con esta posibilidad y es evidente que el PP no podía permitir dicha situación.
Por otro, la posibilidad de gobernar con unos presupuestos prorrogados, lastraba y mucho, la gobernabilidad en Castilla y León, puesto que Mañueco y su Gobierno necesita unos presupuestos autonómicos que garanticen su actividad política y se lleven a cabo las inversiones necesarias para el cumplimiento de su programa electoral.
Y por otro, sacudir un cocotón definitivo a Cs y visualizar el hundimiento de un partido naranja que después del hundimiento en Cataluña, donde pasó de ser la fuerza más votada a su práctica desaparición y del desastre de mayo en Madrid, donde dejó a cero su casillero en el Parlamento, si ofrece unos resultados lamentables, como auguran todas las encuestas a excepción de la del CIS de Tezanos, sería el golpe definitivo para la marca.
Por último, el PSOE de Tudanca, en pleno proceso depresivo, después de una moción de censura penosa y patética que dejó más que tocada a la formación en Castilla y León y sobre todo, una gestión para echarse a llorar de Pedro Sánchez y su Gobierno sánchezstein, ofrece un horizonte electoral del partido malo a rabiar y pasar de ser primera fuerza política a pegarse un costalazo épico. Todo eso sin contar con los partidos de izquierda de la llamada España Vaciada, que restaría votos a tutiplén a la formación de izquierda radical.
La amenaza del PP está en VOX, puesto que unos buenos o muy buenos resultados del partido de Abascal en Castilla y León, visualizaría un partido al alza y obligaría al PP a pactar con VOX, lo que agudizaría ese ancestral complejo que tiene el PP con el sentimiento de centro derecha, a la par que daría alas a un partido al alza como VOX.
