Se acabaron los melindres y la contemplaciones.
No más eufemismo ni circunloquios.
En el último tramo de la legislatura, Alberto Núñez Feijóo ha decidido que ya no basta con la crítica templada: ahora, el líder del Partido Popular ha optado por un giro drástico en su estrategia, endureciendo notablemente su discurso y la forma en la que interpela al Gobierno de Pedro Sánchez.
Esta metamorfosis retórica y táctica no solo ha dejado perplejo al propio presidente del Gobierno, sino que ha generado una ola de inquietud entre las filas socialistas, donde algunos empiezan a preguntarse si este nuevo PP marcará un antes y un después en la oposición parlamentaria.
El último Congreso Nacional del PP fue la escenificación perfecta de este cambio de ciclo.
Relegando definitivamente los tonos moderados que le acompañaron desde Galicia, Feijóo desplegó un arsenal de críticas feroces contra el Ejecutivo, tocando temas tan sensibles como la inmigración ilegal, la okupación y, sobre todo, las supuestas irregularidades que salpican al entorno familiar de Sánchez.
El mensaje fue claro: “Vamos a reducir la inmigración ilegal; somos un país abierto, pero aquí no vale todo. No somos ingenuos”.
Nueva hoja de ruta: oposición sin concesiones
El PP ha trazado una hoja de ruta basada en dos pilares: endurecimiento discursivo y ofensiva parlamentaria. De cara a lo que queda de legislatura, los populares han aprobado una ponencia política que recoge propuestas para restringir la inmigración irregular, penalizar la ocupación ilegal de viviendas y revertir leyes impulsadas por el actual Gobierno. El partido propone derogar la ley de memoria democrática, recuperar el delito de sedición y limitar el acceso a listas electorales a personas con antecedentes graves.
El cambio es palpable incluso en los matices: si antes Feijóo rehuía confrontaciones directas con Vox para preservar su imagen centrista, ahora no esconde su disposición a pactar con la formación liderada por Abascal si eso le permite llegar a La Moncloa. Incluso en materia fiscal, el PP promete rebajas impositivas amplias sin detallar cómo afectarán a los servicios públicos.
En cuanto a política territorial, Feijóo ha dejado atrás cualquier ambigüedad respecto al independentismo. “No voy a dar al independentismo lo que no quiero ni puedo. Y no voy a firmar nada que vaya en contra de lo firmado hoy aquí”, sentenció ante más de 3.000 compromisarios en Madrid. Su mensaje para los votantes socialistas desencantados es igual de contundente: ni Sánchez ni concesiones a minorías nacionalistas marcarán su rumbo.
El escándalo familiar: munición política inesperada
La verdadera sacudida llegó cuando Feijóo, rompiendo todos los tabúes hasta ahora vigentes en la política nacional, acusó directamente a Pedro Sánchez de ser partícipe “a título lucrativo” del negocio de las saunas regentadas por su suegro. Este ataque frontal —inédito hasta ahora— elevó el nivel de virulencia en el Congreso hasta cotas desconocidas y marcó lo que muchos analistas ya califican como un punto de inflexión.
El asunto ha monopolizado titulares durante días:
- El PP exige explicaciones sobre el presunto uso de inmuebles públicos (vinculados a MUFACE) como prostíbulos por parte del suegro del presidente.
- Se señala que Begoña Gómez —esposa de Sánchez— ejerció como contable en estos negocios familiares.
- El piso familiar donde residieron hasta mudarse a La Moncloa habría sido abonado por el propio padre de Begoña.
- Los populares insisten: nueve locales vinculados al entorno familiar del presidente habrían operado como prostíbulos homosexuales y heterosexuales durante años.
Mientras tanto, La Moncloa intenta desviar el foco presentando al marido de Begoña Gómez como víctima colateral del daño reputacional ocasionado por los negocios del suegro. La estrategia gubernamental pasa por negar cualquier implicación directa y denunciar una “campaña difamatoria” orquestada desde Génova.
Reacciones cruzadas y clima preelectoral
El endurecimiento del PP ha generado efectos inmediatos:
- En sectores tradicionales del PSOE cunde la preocupación por no encontrar respuesta eficaz frente al nuevo estilo bronco popular.
- Algunos barones socialistas temen perder terreno entre sus bases más moderadas.
- En Génova, dirigentes celebran que se haya roto “el tabú” mediático respecto a las actividades privadas del entorno presidencial.
- Analistas advierten que esta escalada puede polarizar aún más el ambiente político y condicionar toda la agenda pública hasta las próximas elecciones.
Como dato curioso, según encuestas internas manejadas por Génova, cerca del 80% del electorado popular consideraba hasta hace poco que Feijóo se quedaba corto en sus críticas a Sánchez. De ahí que este viraje busque conectar con una base social ávida de oposición sin matices.
Apuntes para seguir el caso
- El término “saunas gay” ha sido trending topic nacional durante varias jornadas consecutivas.
- Algunos diputados socialistas han bromeado sobre tener que explicar estas cuestiones familiares durante las cenas veraniegas.
- La prensa internacional comienza a hacerse eco del cruce entre vida privada y debate público español.
Todo apunta a que el nuevo tono inaugurado por Feijóo no solo ha cambiado las reglas para esta legislatura. Ha abierto una etapa donde los viejos códigos parlamentarios parecen quedar atrás —y donde cualquier escándalo privado puede convertirse en arma arrojadiza—. Y mientras tanto, en Ferraz se preguntan si será posible recuperar la iniciativa antes de las urnas.
