La política española se decide esta vez en Perpignan

Sánchez y su cuadrilla cuentan nerviosos las horas, calibrando hasta dónde está dispuesto a llegar Puigdemont

Hay quien sostiene que la moción, instrumental o no, nunca se va a producir, porque el propio Sánchez convocaría las elecciones en el momento en que sospechara que la moción es posible

Meme de Puigdemont con Sánchez
Meme de Puigdemont con Sánchez. PD

Están de los nervios.

Aparentando controlar el asunto, pero la realidad es que al marido de Begoña y su cuadrilla, no les llega la camisa al cuello.

No es sencillo encontrar una escena política que mezcle suspense, desgaste gubernamental y exilio voluntario en la misma historia.

El amo del PSOE lo ha conseguido: el futuro inmediato del Gobierno Sánchez se juega, nuevamente, más allá de las fronteras españolas.

Esta vez, el escenario no es Waterloo ni Ginebra, ni Bruselas, sino Perpignan donde Carles Puigdemont y la dirección de Junts decidirán si continúan apoyando al Ejecutivo Frankenstein o si, finalmente, rompen lazos y provocan una tormenta parlamentaria en Madrid.

El suspense continúa presente. Las apuestas están sobre la mesa.

Y como ocurre habitualmente en toda buena partida de póker, nadie sabe si Puigdemont va realmente con farol o si esta vez sí mostrará todas sus cartas.

 

El tablero: Sánchez, Puigdemont y una legislatura vertiginosa

Mientras en La Moncloa se miden los nervios y las tensiones, el círculo más cercano a Pedro Sánchez analiza hasta dónde está dispuesto a llegar el político catalán que reside en Bélgica.

No es la primera vez que el destino de la política española se discute en una ciudad fuera del país, en un recorrido que haría las delicias de cualquier agencia de viajes especializada en política.

La tensión es palpable.

En los últimos dos años, el Gobierno ha dependido del apoyo de Junts para aprobar cada ley, cada iniciativa y cada Presupuesto—y aun así, esta legislatura ha sido un ejercicio constante de equilibrio precario.

La relación se basa en acuerdos frágiles, consultas a la militancia y negociaciones mensuales mediadas por un diplomático salvadoreño, donde los compromisos parecen desvanecerse tan pronto como cruzan los Pirineos.

Las cartas marcadas de Junts y el dilema de Puigdemont

Puigdemont enfrenta un dilema complicado. Por un lado, teme que seguir respaldando a Sánchez convierta a Junts en una mera comparsa irrelevante ante un socialismo que ellos consideran incumplidor. Por otro lado, es consciente de que una ruptura brusca podría convertirlo en responsable del regreso al poder del Partido Popular y VOX; un escenario que se percibe como apocalíptico en Cataluña.

El líder independentista camina por la cuerda floja, presionado por el descontento interno de alcaldes y dirigentes territoriales que ven cómo su partido pierde fuerza frente al auge de opciones como Aliança Catalana y el PSC liderado por Salvador Illa.

En el entorno de Junts, la sensación generalizada es que han sido engañados por el Gobierno Frankenstein.

La amnistía sigue estancada en el Tribunal Constitucional; la oficialidad del catalán en Europa ha chocado con la negativa alemana; las promesas sobre inmigración y financiación autonómica han quedado sin respuesta. «A Puigdemont le falta un compromiso real por parte de Sánchez», lamentan desde la cúpula posconvergente, quienes ya no confían ni en los gestos ni en los documentos firmados por el ministro español de Exteriores ni tampoco en los comunicados conjuntos con Berlín.

Ginebra, Waterloo, Perpiñán: la política en el exilio

El drama tiene tintes tragicómicos: las decisiones cruciales para el futuro de la legislatura española no se toman ni en Madrid ni siquiera en Barcelona; todo ocurre lejos, en ciudades extranjeras.

  • Waterloo: refugio elegido por Puigdemont desde 2017; se ha convertido no solo en su centro operativo sino también en símbolo del exilio voluntario.
  • Ginebra: sede de negociaciones discretas con mediador internacional y creciente frustración por ambas partes.
  • Perpiñán: escenario donde se llevará a cabo una consulta interna entre los militantes de Junts para decidir «las acciones a emprender» tras el estancamiento de las conversaciones y ante la realidad de que «esto no tiene mucho recorrido».

Este periplo internacional ha puesto al descubierto la incapacidad de los actores políticos para resolver sus diferencias dentro del país y ha transformado la política española en un asunto vinculado a pasaportes y fronteras. El último acto se desarrolla ahora mismo en esta ciudad francesa, donde la ejecutiva de Junts someterá a votación interna si continúan o no apoyando a Sánchez.

Las consecuencias: ¿ruptura total o controlada?

En Moncloa reina un clima marcado por desconfianza y escepticismo. A pesar de reconocer la «imprevisibilidad» inherente a Puigdemont, muchos analistas cercanos al Gobierno no prevén una ruptura total.

Más bien consideran probable una «fractura controlada», que permita a Junts mantener su narrativa firme ante Madrid sin caer en la trampa de ser vistos como responsables del cambio gubernamental que podría devolver al PP al poder con Vox apoyándoles.

Entre los posibles escenarios contemplados destacan:

  • Moción de censura instrumental: Junts podría respaldar una moción con un candidato independiente para forzar elecciones; aunque esta opción requiere tiempo y no cuenta con consenso entre todos los socios potenciales.
  • Consulta a la militancia: La dirección de Junts someterá cualquier decisión relevante a sus bases; este mecanismo añade incertidumbre y reduce el margen de maniobra para Puigdemont.
  • Ruptura retórica pero no real: Es posible que Junts escenifique una ruptura pero continúe negociando ley tras ley; manteniendo así a Sánchez en Moncloa hasta que el Tribunal Constitucional decida sobre la amnistía o hasta el final natural de esta legislatura.

En cualquier caso, el equilibrio entre fuerzas es tan frágil que cualquier movimiento erróneo podría provocar una crisis gubernamental o adelantar elecciones; o simplemente llevarnos a otra ronda más de negociaciones transfronterizas.

El humor político y la diplomacia tras los comunicados

Una característica notable de este pulso político es cómo sus protagonistas logran convertir cada desencuentro en un acto diplomático digno del más alto nivel internacional.

El último episodio relacionado con una supuesta apertura alemana hacia la oficialidad del catalán se desinfló rápidamente; dejando a los socialistas con un comunicado cuyo valor era menor al papel donde estaba impreso y a los independentistas sintiéndose burlados nuevamente.

En este contexto no faltan bromas sobre lo que le espera a Puigdemont si continúa así: algunos ironizan diciendo que tendrá que buscar asilo… ¡en China!

  • En estos últimos dos años, las reuniones clave entre el Gobierno español y Junts han tenido lugar fuera del país; siempre bajo mediación internacional y casi siempre elegidas por su buena conexión ferroviaria y gastronómica.
  • Puigdemont ha exigido que cualquier acuerdo quede registrado formalmente como si fuese un tratado internacional.
  • La consulta entre los militantes sobre si seguir apoyando a Sánchez tendrá lugar también en Perpiñán; ciudad donde ya tuvo lugar un multitudinario acto independentista hace tres años.
  • En el entorno socialista tienen claro lo siguiente: mientras Junts no respalde una moción junto al PP y Vox, Sánchez seguirá siendo presidente… aunque sea con respiración asistida.
  • Entre los cargos territoriales dentro de Junts hay preocupación ante el avance imparable de Aliança Catalana; un partido dispuesto a arrebatarles su hegemonía especialmente en Cataluña rural.

 

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