Es vomitivo, repugnante, asqueroso y profundamente inmoral.
Cuando Pedro Sánchez, acompañado por Santos Cerdán, peregrinó claudicante a negociar en un caserío vasco con el etarra Arnaldo Otegi a finales de mayo de 2018, habían transcurrido sólo 2.830 días desde que la banda terrorista ETAasesinó con un coche bomba al inspector de Policía Eduardo Puelles Arrieta
Y apenas 3.689 días desde que los criminales abertzales habían tiroteado a quemarropa a Isaías Carrasco, exconcejal del PSE-EE en Arrasate-Mondragón.
En total, la organización terrorista segó la vida de doce militantes o cargos del PSOE/PSE-EE a lo largo de su sangrienta trayectoria: Germán González López (1979), Enrique Casas Vila (1984), Vicente Gajate (1984), Fernando Múgica Herzog (1996), Fernando Buesa Blanco (2000), Juan María Jáuregui (2000), Ernest Lluch Martín (2000), José Ramón Recalde (2000), José Ignacio Iruretagoyena (2000), Froilán Elespe Inciarte (2001), Joseba Pagazaurtundúa (2003) e Isaías Carrasco (2008).
Diez años después del último socialista asesinado, ocho después del último muerto de ETA y con ese historial a la espalda, el marido de Begoña cerraba con los matarifes el pacto que permitiría la moción de censura contra Rajoy, arrastrando al PNV al apaño y facilitando su llegada a La Moncloa.
Se juntaron físicamente con los herederos de ETA en el epicentro del ‘matadero‘, en un territorio donde la banda terrorista sembró en escasos kilómetros a la redonda 216 atentados mortales y donde fue asesinado Miguel Ángel Blanco.
El caserío de marras está entre Elorrio, Elgoibar y el Aeropuerto de Bilbao.
Un área que acumula un historial de sangre difícil de encajar con una negociación política al más alto nivel, en el que destacan:
4 asesinatos en Amorebieta
6 asesinatos en Elgoibar
2 asesinatos en Elorrio
9 asesinatos en Eibar
La política española ha amanecido con una noticia explosiva: el móvil de Koldo García, confiscado por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO), contiene mensajes que ratifican la existencia de una reunión secreta en mayo de 2018 entre Sánchez, Cerdán y Otegi en un caserío del País Vasco, a escasa distancia del aeropuerto de Bilbao.
Esta revelación, firmada por el periodista Jorge Calabrés y publicada en El Español de Pedrojota, ha hecho tambalear los cimientos de la Moncloa, obligando al Gobierno a salir rápidamente a desmentir los hechos, mientras la oposición demanda explicaciones y responsabilidades.
El dispositivo móvil de Koldo, requisado durante su detención en el marco de un caso de corrupción, no solo ha sacado a la luz conversaciones logísticas sobre el viaje y el encuentro, sino que también incluye intercambios de WhatsApp entre Koldo, José Luis Ábalos, Santos Cerdán y el constructor Antxon Alonso, donde se menciona explícitamente el «caserío» y el «pacto».
La información pone en tela de juicio la versión oficial tanto del Gobierno como de Bildu, que han negado repetidamente que tal reunión tuviera lugar. Sin embargo, Koldo ha confirmado que “llevó a Sánchez a reunirse con Otegi”: “Es cierto lo publicado por El Español; no puedo desmentirlo bajo ningún concepto”, declaró García.

Los protagonistas y las agendas ocultas
Koldo García, exasesor de Ábalos, se presenta como una figura clave: su rol como chófer y escolta durante el encuentro con Otegi ha sido avalado por fuentes presentes, quienes detallan cómo recogió a Sánchez y Cerdán en el aeropuerto de Bilbao en un Toyota Rav4 blanco, para trasladarlos durante media hora hasta el caserío donde les aguardaba Otegi junto a su círculo más cercano. En la agenda telefónica de Koldo, hallada por la UCO, aparecen cuatro contactos vinculados a Bildu, lo que refuerza las sospechas sobre las negociaciones entre el PSOE y la izquierda abertzale en esos días decisivos para la moción de censura contra Mariano Rajoy.
El constructor Antxon Alonso, socio de Cerdán desde 2016 en Servinabar, fue quien organizó el encuentro según un contrato encontrado por la UCO en casa del empresario. Dos reuniones posteriores también llevaron a cabo en el País Vasco con Cerdán y Alonso presentes sirvieron para ultimar los detalles del acuerdo que permitió el respaldo de Bildu a la moción de censura y, por ende, facilitó la llegada de Sánchez a La Moncloa.
Negociaciones y favores: la clave penitenciaria
La figura de Santos Cerdán resulta crucial: según fuentes familiarizadas con las negociaciones, él fue quien mantuvo contacto directo con Bildu y negoció beneficios penitenciarios “preso por preso” para los etarras; esta fue una condición para obtener el apoyo de Otegi a la moción. La UCO incluso ha registrado una llamada realizada por un exdirigente socialista al jefe de Instituciones Penitenciarias donde se discute sobre el traslado de un etarra. Este detalle enlaza directamente el pacto político con cuestiones penitenciarias relacionadas con los presos de ETA.
El vínculo entre Bildu y la antigua Herri Batasuna —y su conexión con la izquierda abertzale ilegalizada por su respaldo a ETA— añade una dosis extra de tensión al relato. EH Bildu es considerado el heredero político del movimiento abertzale; cabe recordar que ETA se disolvió en 2018 tras haber sido responsable del asesinato de 829 personas entre 1968 y 2011, incluyendo medio centenar de socialistas como Fernando Buesa (asesinado en 2000) o las víctimas del atentado contra Hipercor en 1987.
El Gobierno se atrinchera: desmentidos y ataques
La respuesta del Gobierno no se ha hecho esperar. Desde Angola, donde asiste a una cumbre euroafricana, Pedro Sánchez ha calificado esta información como “una mentira” sin aportar pruebas que contradigan lo revelado; se limitó a acusar al PP de difundir “bulos” mientras descalificaba la exclusiva publicada por El Español. Por su parte, el ministro Óscar López siguió esta línea defensiva denunciando lo que considera un “ciclo del bulo”, acusando a algunos medios de propagar noticias falsas para socavar la legitimidad del Ejecutivo. En otro frente, Arnaldo Otegi ha negado categóricamente que dicha reunión haya tenido lugar e incluso retó a Koldo García a especificar “en qué caserío y en qué fechas y horas he estado con Sánchez y Cerdán”, afirmando que dimitirá ante el pueblo vasco si alguien logra probarlo.
La oposición no ha tardado en reaccionar; tanto PP como Vox han recogido este guante exigendo explicaciones claras así como dimisiones inmediatas. Este asunto vuelve a poner sobre la mesa los polémicos pactos entre PSOE y Bildu; pactos que ya han tenido eco tanto en el Congreso como durante la investidura de María Chivite en Navarra gracias a la abstención del partido abertzale en 2019.
Entre leyendas urbanas e intriga política
La historia del “pacto del caserío” tiene todos los elementos necesarios para transformarse en uno de los relatos más controvertidos dentro del panorama político actual: mensajes encontrados en el móvil de un asesor implicado en corrupción, reuniones clandestinas bajo las estrellas nocturnas y negociaciones con grupos abertzales durante momentos críticos como una moción de censura. La exclusiva publicada por ‘El Español’ ha desencadenado un verdadero torbellino mediático y político. Además pone nuevamente bajo presión las relaciones entre PSOE y Bildu así como las concesiones hacia los presos etarras.
Como nota curiosa, cuatro contactos vinculados a Bildu aparecen registrados en la agenda personal de Koldo; además, ese Toyota Rav4 blanco se ha convertido casi en un símbolo dentro del escándalo. En cuanto al caserío vasco mencionado sigue envuelto en misterio: ni Gobierno ni Bildu quieren revelar su ubicación exacta. Sin duda este asunto seguirá generando titulares mientras tanto; la UCO continúa analizando el contenido del móvil incautado a Koldo, quien ya tiene asegurada su presencia histórica dentro del entramado reciente relacionado con escándalos políticos españoles.
