CRISIS EN EL GOBIERNO ANTE EL TECHO DE GASTO

Los compinches de Sánchez en máxima alerta: el colapso de la ‘Coalición Frankenstein’ y la sombra de un adelanto electoral

Los partidos que respaldan al inquilino de La Moncloa interpretan el fracaso del techo de gasto como un indicio claro de que la legislatura está finiquitada

Los compinches de Sánchez en máxima alerta: el colapso de la 'Coalición Frankenstein' y la sombra de un adelanto electoral
Frankenstein Sanchez. PD

Están inquietos los compinches.

En la política española, los rumores sobre un adelanto electoral nunca cesan, pero en esta ocasión el eco ha alcanzado tal intensidad que ni siquiera los aliados de Pedro Sánchez pueden ignorarlo.

La próxima votación del techo de gasto —un paso crucial para elaborar los Presupuestos Generales del Estado de 2026— se ha convertido en el barómetro del estado de salud de la ‘Coalición Frankenstein’.

El diagnóstico, según coinciden en privado diputados y líderes de casi todos los partidos, no es precisamente alentador.

Las cifras son contundentes. El Ejecutivo se enfrenta a una votación con 171 escaños en contra, a los que se sumarán previsiblemente los siete de Junts per Catalunya, que ha formalizado su ruptura con el Gobierno y ha prometido votar en contra de todas sus leyes y proyectos presupuestarios.

Así las cosas, el muro de 178 votos deja en el aire la promesa de Sánchez de presentar los primeros Presupuestos de la legislatura, incluso antes de que las cuentas hayan sido presentadas. Ni siquiera una posible abstención por parte de los diputados de Puigdemont podría cambiar el rumbo: la derrota parece inevitable.

Socios en retirada y la aritmética imposible

La huida de los aliados de Sánchez se ha acelerado en las últimas semanas. El bloque que propició su investidura y sostuvo los primeros momentos del mandato está a punto de desmoronarse.

En este momento, a favor del presidente hay 165 votos (PSOE, Sumar, ERC, PNV, EH Bildu y BNG), a los que podría añadirse el voto de la diputada canaria. Sin embargo, la posible ausencia de José Luis Ábalosahora bajo el escrutinio del Tribunal Supremo y con la sombra de una prisión preventiva acechando su escaño— coloca al Gobierno en una situación muy complicada.

El desapego es palpable y, a veces, hasta ruidoso. Podemos, con cuatro escaños, ha decidido abstenerse, al igual que la diputada Àgueda Micó de Més-Compromís. Estos cinco votos, sumados a la deserción de Junts, hunden las posibilidades del techo de gasto y cualquier proyecto presupuestario futuro.

La crítica entre los opositores es contundente: el Gobierno no ha negociado adecuadamente; ha presentado las cifras como si fueran un plato hecho sin darle valor al apoyo necesario. “No estamos ante una verdadera intención del Gobierno para aprobar ni el déficit ni los Presupuestos; estamos viendo más bien cómo se prepara una campaña electoral del PSOE”, apuntaba con ironía la portavoz morada, Ione Belarra.

Un déjà vu con aroma a elecciones

La situación evoca peligrosamente lo ocurrido en 2019, cuando el rechazo a los Presupuestos llevó a unas elecciones generales. Entonces, como ahora, el Gobierno insistía en su capacidad para resistir mediante prórrogas y decretos; sin embargo, la realidad parlamentaria acabó imponiéndose.

El patrón se repite: aumento considerable en la publicidad institucional, anuncio de un techo de gasto récord sin contar con mayoría suficiente, comparecencias solemnes del presidente para resaltar el papel económico que juega España y una campaña soterrada para “humanizar” su figura.

El entorno cercano a Moncloa ya admite que se está moviendo la maquinaria electoral aunque el presidente siga negando públicamente cualquier intención al respecto.

La reciente intensificación en redes sociales y formatos dirigidos al público joven por parte de Sánchez, así como anuncios sobre mejoras salariales para funcionarios más allá del actual mandato, son señales evidentes para veteranos socialistas que indican que se está preparando el terreno para una campaña electoral.

Sospechas entre socios y la “teoría de la bandera”

Entre los aliados del PSOE —tanto desde la derecha como desde la izquierda— crece la sospecha acerca del fracaso del techo de gasto: no sería un accidente sino una estrategia premeditada. La teoría es clara: convertir las cuentas rechazadas en un estandarte para la próxima campaña electoral culparía a la oposición y a antiguos socios por bloquear avances institucionales. Un relato ya utilizado anteriormente permite al presidente aparecer como víctima ante intransigencias ajenas mientras promete estabilidad y progreso.

En ERC y PNV —hasta hace poco socios fiables— surgen dudas cada vez mayores. Los nacionalistas vascos sugieren ya que sin Presupuestos no hay legislatura viable; forzar una votación sabiendo que fracasará solo tendría sentido si se considera un pistoletazo inicial para una campaña electoral. La desconfianza también crece entre grupos minoritarios que critican abiertamente la falta real de negociación y acusan a la ministra María Jesús Montero por no mostrar interés genuino en dialogar.

La aritmética reina del drama parlamentario

La Cámara Baja se convierte así en un tablero donde cada movimiento tiene peso específico. La suma totaliza 178 votos contrarios al techo —PP, Vox, Junts, UPN y otros partidos menores— lo cual bloquea cualquier posibilidad realista para aprobar las cuentas. Aunque algún diputado rebelde decidiera abstenerse, matemáticamente hablando eso no alteraría nada: perder es un hecho consumado. Ante esta realidad aplastante, parece que el Gobierno prefiere enfocarse más en preparar un relato sobre su fracaso que buscar soluciones negociadas.

El bloque apoyando a Sánchez muestra signos claros de fractura; tanto aliados como miembros socialistas comparten esa sensación colectiva sobre un final inminente del ciclo político actual. La presión para adelantar elecciones crece día tras día; muchos están convencidos ya que continuar sin Presupuestos o con un bloque parlamentario roto sería prácticamente imposible.

Lo que viene: campaña bajo sospecha

En este clima tenso e incierto, los partidos opositores han intensificado sus ataques centrando su atención en los escándalos judiciales relacionados con Sánchez y cuestionando su liderazgo debilitado. La estrategia del PP busca desgastar al presidente presentándolo como rehén entre sus propios socios; mientras Vox advierte sobre una “España irreconocible” si continúa gobernando este bloque progresista.

Por otro lado, el PSOE intenta sacar partido al bloqueo actual posicionándose como única opción capaz garantizar estabilidad frente al caos representado por la derecha o frente a una izquierda alternativa fragmentada. Aunque sigue siendo objeto debatido si habrá adelanto electoral inmediato o no; analistas coinciden mayoritariamente en que este escenario resulta insostenible y que las elecciones son solo cuestión temporal.

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