Los ministros del Gobierno siguen aprovechando cualquier evento a los que se les convoca para lanzar mensajes sobre las consecuencias de la independencia
Las reacciones en cadena de las organizaciones empresariales, grandes empresas e instituciones financieras en los últimos días contra los planteamientos secesionistas de Artur Mas y la Generalitat no son tan espontáneos como aparentan, sino que tienen detrás el impulso de Mariano Rajoy y del Gobierno.
Un estímulo en forma de presiones subliminales o indicaciones más o menos directas, pero que los propios responsables de las organizaciones autoras de los pronunciamientos contra la independencia de Cataluña reconocen que comparten «el sentir y la preocupación» del Ejecutivo y del resto de las instituciones del Estado (Sólo un 20% de los catalanes cree que el proceso de Artur Mas acabará en la independencia).
Subrayan José María Triper y José Luis Bajo Benayas en ‘El Economista’ este 22 de septiembre de 2015 que, desde Moncloa, como es lógico, se niega oficialmente la existencia de cualquier tipo de presión o insinuación hacia los agentes económicos.
Sin embargo, en privado, miembros del Ejecutivo comentan que «presiones no hay, ni ha habido», pero admiten que «conversaciones sí estamos teniendo con todos los sectores sociales y también con los empresarios».
Unas conversaciones que, apuntan, se producen porque «ellos también nos consultan y nos piden asesoramiento», porque están muy preocupados por la deriva de Artur Mas (Junqueras y Romeva tienen un plan para repartirse la presidencia de Cataluña de forma rotatoria).