MADRID, 28 (OTR/PRESS)
Ya se ha dicho y escrito todo lo que se puede decir y escribir sobre la presencia de Zapatero en «Tengo una pregunta para usted», pero quiero entrar en el asunto, lo voy a hacer desde una perspectiva corporativista, mirándome un poco al ombligo y entonando un «mea culpa» sobre mi profesión. También ¡como no! desde la perspectiva de una persona privilegiada que trabaja en lo que mas le gusta, tiene un puesto de trabajo que le permite comer y sacar adelante a su familia y a quien el fantasma del paro no se le aparece cada noche, aunque como a todos le quite el sueño.
El presidente del gobierno se enfrento a porta gayola a las preguntas de cien ciudadanos -51 mujeres y 49 hombres- de toda clase y condición que, por un día, tuvieron oportunidad de decirle lo que piensan a la cara al inquilino de la Moncloa. No fue una faena fácil porque los tiempos no están para contemplaciones y la verdad es que los intervinientes no se anduvieron con chiquitas. Si en vez de ciudadanos normales y corrientes delante del Presidente se hubieran sentado periodistas curtidos las preguntas hubieran sido menos directas, francas y claras. Si en vez de tener enfrente a parados, funcionarios, jubilados empresarios en apuros y trabajadores con el agua al cuello hubiera tenido a periodistas expertos en política, seguramente las repreguntas hubieran sido menos y tal vez las repuestas mas de guante blanco.
Horas después del programa, una colega de relumbrón me comentaba que, en otros tiempos no muy lejanos -cuando los periodistas en este país estábamos menos condicionados por los medios de comunicación que nos pagan y cuando el ejercicio del contrapoder en esta profesión era poco menos que un sacrosanto deber que se ejercía como un sacerdocio laico- era moneda corriente poner a los políticos contra las cuerdas, como hicieron el otro día esos ciudadanos anónimos. ¿Qué mejor ejercicio de periodismo que el que realizó el traductor Rafael Lafuente cuando puso al presidente ante sus propias contradicciones invitándole a responder a cuantos civiles palestinos se ha matado con las armas que vende nuestro país? ¿Hay una forma más directa y demoledora de preguntar por el paro que decir que una persona en esa situación no tiene preguntas solo desea respuestas?
El espectáculo televisivo del lunes, muy bien moderado ¡por cierto! por mi colega Milá -además de dejar claro que tenemos al presidente del Gobierno mas mediático de la Democracia, y que es capaz de vencer en los ranking de audiencia, aunque no lo sea de convencer- fue un ejercicio de periodismo ciudadano de primera y un ejemplo para los que nos dedicamos profesionalmente al oficio. ¡Al grano! le espetaba un jubilado cuando el entrevistado se iba por las ramas. No hubo concesiones a la galería, ni limites a la libertad de expresión, ni sectarismo barato, ni medias tintas. Tampoco sonrisas maquilladas ni tatuadas. Son tiempos de crisis y la expresión seria de estos periodistas del pueblo era el espejo del alma de lo que ocurre en nuestro país. ¡Bromas señor presidente las justas! le dijeron, AMEN.
Esther Esteban