MADRID, 15 (OTR/PRESS)
Unidad y limpieza, Rajoy reivindica un partido unido y limpio de corrupción. Bonito eslogan aunque, como fin de fiesta, chocante porque, ¿de quien sino de él mismo y de los suyos depende armar la unidad que reclama el líder popular y resistir las tentaciones venales a las que alude? ¿A quien si no a los suyos pide Rajoy tales cosas? Un poquito a tirón de orejas y a sacar los colores a los dirigentes díscolos y díscolas que le rodean (literalmente en algunos casos, y con las mismas intenciones que los indios al general Custer, para que engañarse) si que sonó este llamamiento de Rajoy a la sensatez y la honradez de los suyos. Como fin de fiesta, rarito, insisto. En esto tiene toda la razón la oposición. Ahora, que estuviera de más, no lo creo; todo lo contrario
Si algo ha acreditado en su tormentoso mandato el presidente del PP es que es un pragmático, que no llama virtud a la necesidad, y que aunque se toma su tiempo para resolver los problemas -todos los problemas, llega a ser irritante- sabe bien que el número de dirigentes del PP entusiasmados con su liderazgo está lejos de nublar el sol, y que las luchas internas en su partido son por «su» sillón. Lo sabe tan bien que, como ya he contado aquí alguna vez, Rajoy suele responder a quienes le advierten de que en vez de delfines en el estaque tiene tiburones, que es totalmente consciente de que le están buscando. «Pero yo también estoy aquí», añade. Lo dice con ese punto de chulería madrileña que se le ha ido pegando con el tiempo, pero sin rabia, sin ira, con naturalidad, aceptando que la realidad es como es en vez de pelearse con ella porque no le gusta. Dejando, en definitiva, que se destrocen unos contra otros los pretendientes
Dejar ver, dejar pasar, y sólo cuando todos ya han perdido los nervios, actuar. Dejar que se cuezan las ambiciones en su propia salsa, y hacerse un caldo gallego con ellas después. Creo que por esto Rajoy viene sobreviviendo a todos y a todo desde que «heredó a Aznar», incluido el propio Aznar, ahora otra vez en batalla. En que paren las cosas tras el desembarco de Rodrigo Rato, está por ver. Yo ya me he jugado algunas cenas a que no ha vuelto para jubilarse como presidente de Caja Madrid. Tampoco para suceder a Rajoy en vida, solo a «silla vacía». Que hay chico nuevo en la oficina, seguro. Ahora, que hasta el momento Rajoy ha demostrado que es el más listo y el más político de todos los dirigentes del PP, también. Incluido Aznar.