Consuelo Sánchez-Vicente – El Pacto de La Alhambra


MADRID, 7 (OTR/PRESS)

Cuando alguna actuación política merece ser calificada de histórica yo creo que no hay que regateárselo, y reconocer el mérito de quien la impulsó me parece de justicia, sea cual sea su fe partidaria. La cumbre Unión Europea/Marruecos que se celebró el domingo en Granada, impulsada por el presidente Rodríguez Zapatero, es doblemente histórica, en sí misma por que es el primer encuentro de este tipo entre la UE y un país de la otra orilla del Mediterráneo, y para los españoles, además, por la indudable importancia que para nuestro país tiene que ese invitado sea Marruecos. El Rey Mohamed VI, que no ha querido venir en persona no entiendo por qué, podría echar de menos algún día esa foto en su álbum, y ya no tendrá arreglo, es lo que tienen las ocasiones históricas, que son irrepetibles, ese tren ha pasado… sin él a bordo

Para España me parece que no hace falta que yo explique aquí lo trascendente que es cada paso que den hacia la democracia -es decir, hacia el único progreso posible- nuestros vecinos marroquíes. Tan condenados a entendernos estamos nosotros con ellos como ellos con nosotros, aunque en los momentos de crisis nos autofustiguemos con fruición como si solo nosotros tuviéramos algo que perder con su enemistad y no ellos con la nuestra. Esta cumbre de la Alhambra interesa, tanto monta, monta tanto, a ambas orillas del Estrecho. Mucho a España, muchísimo. Y muchísimo más también a Marruecos de lo que se desprende del medido discurso que el primer ministro marroquí leyó a los allí reunidos en nombre de Mohamed VI.

Una sociedad pobre o empobrecida hasta límites medievales, con jóvenes que si no se han tirado ya a la yugular del reino y del rey alauita es porque tienen el portillo del salto del Estrecho y las fronteras gruyere de Ceuta y de Melilla para engañar al paro y al hambre, el polvorín del Sahara, que España mantiene mojado con sus promesas, pero que podría incendiar en menos de un minuto en cualquier momento… no hace falta seguir. El Magreb/huerta de la Unión Europea que ayer echó a andar en Granada, con Marruecos como nave nodriza, es «el hombre del saco» de los poderosos sindicatos agrarios de la UE, cuya fuerza es a su vez una pesadilla para sus gobiernos, pero forma parte decisiva de «la solución» que a este lado del charco interesa, a España los primeros. Un Magreb políticamente estable y económicamente desarrollado en el que el que la semilla del terrorismo de signo islamista no pueda agarrar, el Magreb que ayer sobrevoló La Alhambra, es un sueño común compartido, ya al alcance de la mano.

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