Cayetano González – No sólo perdió Zapatero.


MADRID, 4 (OTR/PRESS)

Cuando en la tarde del sábado 7 de agosto todo un desconocido secretario general del Partido Socialista de Madrid le dijo, en la soledad de una de las dependencias del Palacio de la Moncloa, a todo un secretario general del PSOE y presidente del Gobierno que no estaba dispuesto renunciar a ser candidato por su partido a la Presidencia de la Comunidad de Madrid y que si quería guerra la iba a tener, seguramente muy pocos daban un duro por este atrevido y osado político madrileño. Y entre esos pocos, no se encontraban ni Alfredo Pérez Rubalcaba, ni José Blanco, ni la ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, ni Pedro Zerolo, ni el propio José Luis Rodríguez Zapatero, ya que todos y cada uno de ellos no han ocultado, todo lo contrario, su apoyo a la candidata de Zapatero en las «primarias» de Madrid, Trinidad Jiménez.

Pero dejar hablar a los militantes es lo que tiene: que normalmente no dan más que disgustos al aparato de los partidos. El PSOE tiene ya una buena experiencia de ello, sobre todo con aquellas primarias en las que José Borrel ganó a Joaquín Almunia. Otras formaciones políticas no pueden hablar de ello, porque prefieren el «dedazo» a las primarias. Pero el que en algunas ocasiones haya «primarias» en el PSOE no significa que todo sea un proceso neutral. Lo acaecido en Madrid es un claro ejemplo de esto último. Todo el aparato de partido de la calle Ferraz ha estado volcado con la candidata de Zapatero. Especialmente grave fue el apoyo manifestado hace días a Trinidad Jiménez, no exento de un cierto tono de amenaza hacia el candidato Gómez, por parte del ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Y Zapatero no se cortó un pelo cuando dejó muy claro que su candidata era la ministra de Sanidad.

Por eso, los análisis que se han hecho, tras conocer la victoria de Tomás Gómez, en términos de derrota de Zapatero son sustancialmente correctos. El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE apostó muy fuerte -primero por retirar a Tomás Gómez y al no conseguirlo, por aupar a Trinidad Jiménez- y los militantes socialistas de Madrid le han dicho que no. A partir de ahí, las interpretaciones son múltiples: ¿síntoma de debilidad de Zapatero?; ¿comienzo de una nueva era en el PSOE?; ¿punto de inflexión respecto al liderazgo del actual secretario general? No convendría exagerar a la hora de sacar conclusiones, pero es evidente que el triunfo de Gómez es una derrota en toda regla de Zapatero, aunque no sólo de el. Los Rubalcaba y Blanco de turno también han llevado lo suyo.

Tomás Gómez, reitero que un desconocido hasta hace unas semanas, sale fortalecido de estas «primarias», pero eso no le garantiza la victoria en la otra batalla que a partir de ahora tendrá que librar: intentar ganar en Madrid a alguien ha demostrado con creces que tiene liderazgo, tirón popular y a quien le avala una muy buena gestión al frente de la Comunidad de Madrid. Esperanza Aguirre no es Trinidad Jiménez. Y el PP de Madrid es un partido sólido, sin fisuras, algo que no se puede afirmar del PSOE en dicha Comunidad. El 22 de mayo es la cita con las urnas y los madrileños -no sólo los militantes socialistas- tendrán la palabra.

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