Montoro da la cara – Antonio Casado


MADRID, 11 (OTR/PRESS)

Este miércoles, en la primera sesión de control al Gobierno Rajoy, pero sin Rajoy, el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, defendió ardorosamente la necesidad de las impopulares medidas de Nochevieja. «Por el bien de España», dijo con un punto de solemnidad. Frente a él, el portavoz socialista, José Antonio Alonso, las calificó de «injustas, negativas e ineficientes».

Con los papeles cambiados también se intercambian los argumentos. Y no sé si también las consecuencias. El tijeretazo de Zapatero le costó el hundimiento en las urnas, por actuar contra el sentir de sus electores. El tijeretazo de Rajoy, de momento, no parece haber modificado la orografía electoral salida de las urnas del 20 de noviembre. Sin embargo, desde las propias filas del PP se ha acusado al nuevo Gobierno de incumplir sus compromisos respecto a la subida de impuestos.

Cuando Zapatero decretó su famoso tijeretazo de mayo de 2010 rechazó una presunta vulneración de sus ideas socialistas. Se remitió entonces a las circunstancias y al interés general. Lo mismo que acaba de hacer el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en sus declaraciones a la agencia Efe. Y exactamente lo mismo que acaba de hacer el ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, en su disputa parlamentaria del miércoles pasado con el portavoz socialista, José Antonio Alonso.

Estas son las circunstancias: prima, deuda, déficit, presión de los mercados, disciplina presupuestaria impuesta por Bruselas, etc. De momento, hay que tapar ese agujero de 20.000 millones de euros más de lo previsto en el déficit público del año 2011.

Véase la insistencia de Mariano Rajoy, en la mencionada entrevista, a la hora de proclamar su resistencia a la subida de impuestos. Debió añadir: con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide, como se decía antes en los carteles anunciadores de los festejos taurinos. O sea, depende de las circunstancias.

Al día siguiente estaba en todas las portadas que en sus cálculos no entraba la subida del IVA. Sin embargo, un correcto seguimiento de sus palabras nos obliga a reparar en su firme voluntad de hacer lo que tenga que hacer. Incluso a balón pasado: «Si hubiéramos pensado que era preciso subir el IVA no nos hubiera temblado la mano», asegura.

Es decir, que no es partidario de subir el IVA porque alega, con razón, que es inflacionista, aunque si hay que subirlo se sube, reconoce, como hizo con el IRPF. Por mor de las circunstancias, las mismas a las que Zapatero siempre culpó de los recortes. Rajoy no se distingue de su antecesor al explicarnos los imponderables que le han salido al paso. Y tampoco se distingue en sus apelaciones al interés general. Es verdad que entonces la responsabilidad política del deterioro era de Zapatero, pero a no olvidar que el PP, lejos asumir el imperativo del interés general, aprovechó el deterioro para alfombrar el camino de su retorno al poder.

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