Rafael López Charques: «Desmemoria histórica»

Rafael López Charques: "Desmemoria histórica"

Las actuales circunstancias en las que vivimos, consecuencia de la pandemia que tiene un inigualable caldo de cultivo en eso que se dice gobierno, que más que lo que entendemos por tal, se parece a una banda charanguera en la que cada uno toca a su aire, nos han proporcionado un cierto respiro momentáneo.

Efectivamente se ha producido una notable disminución, que por desgracia nos tememos que será coyuntural, a la apelación al mantra de la memoria histórica por parte de los que se consideran salvadores de la patria, mejor dicho del proletariado. A esos les recordamos un viejo pensamiento, “ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos”

Sin embargo, si observamos que hay una creciente desmemoria histórica, no referida a hechos acaecidos hace décadas, sino a los acontecidos hace pocos días e incluso pocas horas. De seguir así nos tememos una nueva pandemia, no originada por un virus, sino por la absoluta pérdida de memoria de muchos de nuestros políticos, que les lleva a hacer, lo que poco tiempo antes aseguraron que jamás harían. Suponemos que será un problema médico curable, pues lo contrario nos obligaría a calificarlos de mentirosos compulsivos, cosa que por descontado descartamos, y serían un serio peligro para la comunidad.

Considerando todas las hipótesis, quizás lo apuntado sea consecuencia de que el gobierno esté cansado de nosotros, que considere que exigimos demasiado. En tal caso quizás opte por lo aconsejado por Bertolt Brecht, “disolver al pueblo y elegir otro” que le diga en todo momento “si amo”. En cierto modo creemos que ya lo está intentado, pues cada vez son más frecuentes sus intervenciones para tratar de cambiar lo que desde hace siglos ha sido la esencia del pueblo español.

Lo que parece indudable es que Voltaire acertó al afirmar “es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado”. Como contestación a las críticas nos responde con su silencio, o con acusaciones fuera de contexto. Ahora resulta que todo el que no está de acuerdo con lo que dice o hace, es un facha que está alentando un golpe de estado. Pues lo sentimos mucho, pero no podemos estar de acuerdo, por ejemplo, con que el presidente en la sombra, aquel que decía emocionarse cuando daban una paliza a un policía, que manifestaba que “la Guardia Civil es una institución burguesa que protege los intereses de la clase dominante”, tenga su dacha y alrededores blindados por la Benemérita. No debía admitirlo, pues que sepamos, sigue siendo un proletario comunista.

Quizás esta desmemoria sea el comienzo de esa nueva normalidad que ya comentamos hace unas semanas. Así será normal que el gobierno revele la identidad del número tres del CNI, como ha hecho; si bien después lo atribuyó a un error, pero nadie pagó la garrafal metedura de pata. En cualquier entidad privada, algo similar supondría la defenestración automática del responsable. Entendemos que no haya sido así, porque muy posiblemente el interfecto fuese uno de los compadres de “cum fraude”, de esos que para colocar con un buen sueldo, se divide una dirección general, y la resultante se tiene meses vacante, ¿entonces para que se crea?, hasta que como por casualidad se le regala a un colega.

Reconocemos que la desmemoria es a veces catastrófica. El Excelentísimo Sr. Presidente del Gobierno no se acuerda cuando afirmaba “Frente al capitalismo de amiguetes, economía del talento, mérito, esfuerzo y capacidad.” Lo decimos porque por el camino que vamos se acabarán los funcionarios de carrera, que llegan a tal condición después de aprobar una dura oposición, aportando curriculum, méritos académicos, etc. En la nueva normalidad lo imprescindible será “ser amigo de”, estar afiliado al partido y decir amén a todo lo que le indiquen.

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