CAVE CANEM: ¡Cuidado con el perro!

CAVE CANEM: ¡Cuidado con el perro!

He de pedirles perdón de antemano porque estoy un poco “depre”. Mi confianza en la humanidad está bajo mínimos, rozando la línea roja de peligro de explosión. Me confieso abatido por toda la vorágine de sucesos ocurridos en este puñetero mundo. A veces te entran ganas de tirar la toalla y retirarte a tus habitaciones para como dicen los franceses, “laissez faire, laissez passer” en el terreno emocional. De aquí, suelo pasar a una rabia incontenible que me espolea a volver a mi situación primigenia; cabreado pero dispuesto a dar la batalla.

Ayer escuché las declaraciones de un conocido periodista radiofónico que contestaba desabridamente a las críticas que le hacían por cobrar estipendios de políticos, anulando así su imparcialidad. Eso decían sus detractores. Se defendió propagando toda clase de infundios sobre sus acusadores. Hasta aquí, todo normal. Habría que analizar todo esto, y esto precisamente, no es el motivo de este artículo.

Al final, salió la palabra aborto a colación. El periodista encolerizado acusaba a conocido político de aliarse con política francesa que estaba a favor del aborto. Y lo decía él, que defiende a otro partido político que esta a favor del aborto “ma non tropo”. En fin, de locos. Te acuso a ti de hacer lo mismo que hago yo porque lo que haces tu es reprochable pero lo que hago yo no, lo que hago yo es encomiable.

No me digan Vds. que no es para deprimirse un poco y perder la esperanza en la humanidad. Usar unos 100.000 niños muertos de nada, es un arma perfectamente adecuada para cargar contra tu opositor y ver si con ella podemos abrirle la tapa de los sesos. ¿A esto hemos llegado? ¿El tema del aborto no tiene más que este recorrido? Porque ni al uno ni a los otros los he oído hablar nada sobre esta hecatombe que se ha cernido como un ave carroñera a los despojos de nuestros hijos no queridos. Qué tristeza.

Homo homini lupus”. Ya solo nos falta darnos dentelladas físicas e ingerir el producto de las mismas tratando así de devorar a nuestros oponentes y con ellos a nuestros problemas.

Ya que hemos entrado en el mundo de los cánidos, recuerdo que hace aproximadamente un año y pico, estando yo y mi esposa comiéndonos un bocadillo en el parking de una playa cántabra, apareció de pronto una parejita muy joven. No soy bueno con esas cosas, pero ninguno de los dos llegaba a los 30. Venían con algo en los brazos, cada uno de ellos, que al principio no identifiqué. Eran dos perritos y cada uno llevaba uno de ellos en brazos enrolladitos en una toalla. Debían de tener frío por el baño. Pensé, pobres, todavía no han tenido hijos porque tal como están las cosas hace falta tener lo que antes se denominaba “posibles” para poder fundar una familia.

Qué va. Los dos chavales, eran propietarios de una “camper” (un poco menos que una autocaravana y mucho más que una furgoneta), de esas que no te cuestan menos de 50.000 o 60.000 pavos. Nueva y con todos los equipos necesarios para vivir en ella.

Lavaron a los perros, les dieron de comer y de beber y los refugiaron en su casa rodante después de atender a sus necesidades enterovesicales. Fue enternecedor. Qué amor por los animalitos. Sólo después de atenderles debidamente, ellos ingirieron algún alimento y bebida. Después prosiguieron su viaje o se retiraron a su estática casa, donde estuviese.

La verdad es que la contemplación de este asunto, no porque no lo conociera, si no porque no lo había visto nunca, me voló la mente. Había contemplado en vivo y en directo la existencia, vida y milagros de los “perrhijos”.

Los “perrhijos” esos animalitos pertenecientes al orden de los Cánidos y a los que actualmente, parejas muy jóvenes (y no tan jóvenes), deciden entregar sus vidas para asegurarles un bienestar y el confort que merecen, además de alegrar la vida de los propietarios, con su interminable entusiasmo y el divertimento de sus cabriolas y su maravilloso comportamiento de fidelidad y obediencia sin límite.

Y te quedas allí sentado, con la boca abierta. Y aunque no me pude ver la cara, con la sensación de cara de imbécil. ¿Y los hijos?. Me reventó el cerebro y el bulbo raquídeo. Ya no di pie con bola en todo el día.

Y yo me pregunto, ¿y si sus padres, en vez de haberles tenido a ellos, hubiesen tenido un perrito salchicha? Desgraciadamente, no tengo una respuesta clara para esta pregunta.

Y me preguntarán Vds., ¿y que tiene que ver esto del periodista con los perrhijos? Pues Vds. dirán. Por una parte, un periodista que usa el aborto para dar violentas dentelladas contra sus contrincantes, y por otro lado unos jóvenes con un potencial reproductivo en su máximo esplendor, en pleno aborto preventivo, dándole el amor que necesitarían sus hijos a dos representantes del mundo canino. Es decir, dándole auténticas dentelladas a la vida humana. Ya tampoco va a ser necesario abortar físicamente, con hacerlo mentalmente será más que suficiente. Este mundo, se está autodestruyendo como aquellas cintas de “Misión imposible”, solo que aquí no va a haber victoria.

Soy creyente en Dios Nuestro Señor, en su Hijo y en su Madre La Santísima Virgen María y creo firmemente que solo Él puede hacer que se decante la balanza hacia la vida, hacia el hombre y hacia Él. Lo que también está claro es que nuestros tiempos (cronológicamente hablando), no son los Suyos. Nosotros lo queremos YA y Él es la sabiduría infinita y lo hará cuando toque.

Perdónenme Vds. el desahogo y la depresión. Nada que no se solucione con un buen café solo y trocito de chocolate 98%. Al menos a mi me funciona.
Mientras, tengan Vds. mucho cuidado con el mundo canino y sus múltiples manifestaciones. Como dirían nuestros antepasados latinos, “CAVE CANEM”. ¡Cuidado con el perro!

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