Ese era el famoso slogan que se repetía una y otra vez con orgullo y cierta chulería — en la España de los 70, la del gran dictador y fascista general Franco– en todas las emisoras de radio y por las dos únicas cadenas de RTVE. Claro que entonces, corrían otros aires y otros tiempos y, al «pan» se le llamaba pan y al «vino», vino.
Ahora, esta es la España «progresista» y «democrática» del 2025, la sanchista y socialcomunista, donde –un día sí y el otro tambien– los trenes de alta velocidad se detienen en mitad de la nada o del campo (por decirlo de alguna manera) sin aire acondicionado, sin agua, sin comida, sin que funciones los aseos, sin información y sin que nadie —ni en tierra ni en el Gobierno— se digne dar la más mínima explicación a los sufridos pasajeros. Estos, presos de la incompetencia y de los rigores del estío, han pasado hasta 12 horas atrapados en modernos vagones convertidos en auténticas saunas, mientras el ministro responsable guarda el más absoluto y cinico silencio . No está. No responde. No aparece. Ni se le espera… ¡Está mising!
Óscar Puente –titular de Transportes y servil altavoz del sanchismo cuando toca dar caña a la oposición– ahora ha hecho lo que tanto siempre ha criticado : escaparse por la tangente haciendo mutis por el foro ¿Baja por paternidad…dicen los medios oficiales ¿o baja por pavor…? Porque dar la cara en medio de este gran caos ferroviario, exige mucho rigor, compromiso, valentia y, sobretodo mucha responsabilidad, que es justo lo que no tiene.
La red ferroviaria española, que debería ser una modélica y moderna columna vertebral eficaz y digna de comunicación entre las distintas Comunidades, está obsoleta y en franca ruina operativa. Averías constantes, retrasos de horas, falta de personal, de protocolos, ausencia total de asistencia a los pasajeros…Esta es ADIF –la empresa pública– que no solo no resuelve nada, sino que a demás les cobra multimillonarias tarifas a las operadoras privadas por un lamentable servicio que no presta. Estas, le pagan por usar las estaciones, por circular por sus raíles, por el mantenimiento integral, por la seguridad de los pasajeros y, casi hasta por darles los buenos dias…etc,. Pero cuando todo se va al garete, la culpa no es de quien gestiona las vías y los trenes, sino de quien se atreve a usarlas con temeridad e irresponsablemente.
El colmo de la desvergüenza es que, desde el propio entorno ministerial se esté filtrando que la responsabilidad es de las “otras compañías» . Algo así como ocurrió recientemente con el pasado «apagón general». ¿De verdad pretenden que nos traguemos que ADIF —empresa pública dependiente de Transportes— es una víctima y no la única causante y la responsable de estos diarios desastres? ¿Quién mantiene las infraestructuras, los sistemas eléctricos, los protocolos de emergencia…? La responsable ¿no es por casualidad una desinteresada ONG …? ¡No!. En esta ocasión, el unico responsable no es el eterno dictador y caudillo Franco, ni la fachosfera de Feijóo o de Abascal. Es el propio ministerio que dirige —o desatiende— Óscar Puente.
Y ante este despropósito, uno no puede evitar recordar, con gran sarcasmo, aquel eslogan franquista de los años 60: “Con Renfe ya habríamos llegado”. Porque, aunque a muchos les duela decirlo y reconocerlo,en tiempos de ese gran «dictador», los trenes podían llegar tarde… pero llegaban siempre. Ahora, ni eso. Ni llegan, ni funcionan, ni te informan. La España tecnológica de Pedro Sánchez ha conseguido, entre otros grandes logros, que el sistema ferroviario funcione peor que hace 60 años. Todo un hito para anunciar al resto de países de la UE –que «en» y «por» obra y gracia del Gobierno de «coacción» de Sánchez, los españoles progresamos bien, con notoria eficiencia y adecuadamente. Si esto se lo creen,allá ellos, en su pecado de credulidad llevan la penitencia.
En aquella época, llegar a destino era casi un asunto de orgullo nacional. Hoy, salir de un tren sin desmayos ya nos parece un milagro. En los años del NO-DO, cuando un tren llegaba puntual, se mostraba como símbolo de orden, rigor y eficacia. Hoy, cuando un tren llega, los viajeros aplauden por puro alivio, como si escaparan de un secuestro incluido en el billete.
Y mientras tanto, ¿dónde está el ministro? Haciendo «mutis por el foro» y «a las chitas callando». El mismo que vocifera en redes y reparte insultos en el Congreso, ahora ha decidido abrazar el silencio administrativo. Eso sí, pero sigue cobrando hasta el ultimo céntimo de su sueldo público y protegido por un Gobierno que no exige dimisiones ni aunque se hunda el país. En este democrático y progresista Ejecutivo, la responsabilidad política –cuando no ha desaparecido de la escena– ha sido sustituida por una obediencia servil y ciega al «Puto Amo»( en propias palabras de Óscar Puente).
Esto no es una crisis puntual, sino un síntoma grave de la descomposición institucional. ADIF es un pozo de ineficiencia sin consecuencias. El Ministerio de Transportes es un genuino chiringuito de propaganda y sin gestión. Y mientras los ciudadanos son rehenes –sin voz ni derechos a asistencia– aquí nadie dimite, nadie repara, nada explica. Solo excusas, culpas externas y desprecio absoluto al viajero.
Y lo peor está por venir. Porque cuando pase la tormenta —y pasará, como pasa «todo» en este país de amnesia selectiva— Óscar Puente volverá al escaño con su sonrisa sarcástica, sus pullas calculadas y su tono exabrupto y desafiante. No para pedir disculpas, claro, sino para lanzar insultantes dardos a la oposición, al “fascismo” y a los medios afines a la «fachosfera… A todos, menos a sí mismo y al Gobierno que representa.
Pero los hechos no se borran con los «mantras» y los «eslóganes» prefabricados de las vengativas leyes de la Memoria Histórica ni de la Democrática . Cuando más se le necesitaba, Puente desapareció. Cuando el sistema ferroviario colapsó, él se escondió. Cuando los ciudadanos sufrieron, él calló. Y eso no es una baja de paternidad : es una huida con destino y sin retorno hacia la irresponsabilidad.
Si España fuera un país serio, el ministro ya estaría cesado o dimitido. Pero en esta democracia decorativa, el mérito está en resistir, no en servir. Y en eso, Óscar Puente, es un profesional. Mientras tanto, los viajeros siguen atrapados, la red ferroviaria se hunde… y aquel eslogan franquista, que debería estar enterrado, — según algunos– resucita con más fuerza y como un epitafio irónico de nuestra visible decadencia:
“Si, con Renfe ya habríamos llegado”…pero con Óscar Puente, si viajas en tren… ¡no te olvides llevar tienda de campaña y víveres !
Pedro Manuel Hernández López es médico jubilado, Lcdo. en Periodismo y ex senador autonómico del PP por Murcia.