Este 30 de julio de 2014, Antonio Casado escribe en El Confidencial una columna titulada ‘¡Vaya cuajo el de Artur Mas!‘ en la que arranca diciendo:
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, hijo de quien fuera en vida administrador de la fortuna de la familia Pujol, insistió este martes en el carácter privado del escándalo que cubre de fango al «padre político».
Añade que:
Hace falta tener cuajo para remitir la previsible comparecencia parlamentaria de Jordi Pujol a una decisión personal de éste y no a una clamorosa demanda de los catalanes y sus representantes políticos
Y concluye que:
Y en cuanto al intento de marcar distancias respecto a la conducta del fundador, es absolutamente inútil. ¿Por qué? Porque los efectos son los de una bomba de racimo, al tratarse de un personaje genética y biográficamente inseparable del catalanismo.