En los cuatro capítulos anteriores que dedicamos a analizar críticamente el 15M llegamos a la conclusión de que la llamada «primavera española» era un fenómeno de ingeniería social diseñado por las élites globalistas, con la intención de establecer una «disidencia controlada» que pudieran encauzar posteriormente hacia su objetivo de crear un Nuevo Orden Mundial, dirigido por un gobierno cuyo poder ejercerían los oligopolios financieros en su propio beneficio.
La «spanish revolution» fue en realidad un «spanish experiment», un experimento de lo que la plutocracia globalista quiere extender al resto de Europa.
Si estamos en lo cierto, también habría que decir lo mismo -en pura lógica- de todos aquellos movimientos y fundaciones que tengan su hontanar ideológico y su referente activista en el «movimiento de los indignados». Tal es el caso de Podemos, que se reconoce heredero directo del 15M. Pero la mera sospecha no es suficiente, por lo cual dedicaremos otra serie de artículos a indagar sobre esta cuestión.
Lo que sí parece claro es que la movilización de los indignados tuvo vínculos indudables con la Facultad de Ciencias Políticas de Madrid. El asambleísmo de Sol -según afirmaba Monedero, uno de sus inspiradores- era como «La Universidad en Plaza», como una prolongación de las asambleas estudiantiles que se celebraban en Somosaguas con la cobertura de «Contrapoder», la asociación que fundaron Iglesias y Errejón en 2006, y de la que hablaremos más adelante.
El campus de Somosaguas fue para los podemitas el laboratorio, el «conspiródromo» donde ensayaron y perfeccionaron su movimiento político.
La Facultad de Ciencias Políticas es una batahola de pintadas, carteles reivindicativos, asambleas, fiestas políticas, actos culturales alternativos… Un maremágnum de grupúsculos antisistema que cobijan a la más variada fauna alternativa: «Contrapoder», «República Poder Popular», «RQTR» (Asociación de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de la UCM), PCE-r, Izquierda Castellana,etc.
Un joven comunista llamado Pablo Iglesias emprendió su formación política en este campus de Somosaguas, licenciándose en Derecho en 2001, y en Ciencia Política en el 2004. Fue alumno de gurús «anticapitalistas» como Michael Hardt, un «indignado» de Wall Street, colaborador de la revista de «disidencia fabricada» «AdBusters» -financiada, cómo no, por… George Soros- de la cual partió la convocatoria del movimiento «Occupy Wal Street».
También figura en su nómina de profesores Judit Butler, filósofa pot-estructuralista, especializada en feminismo, becada por las élites financieras globalistas a través de fundaciones como la Fundación Ford -pantalla de la CIA-, Laurence Rockefeller, Guggenheim y Fulbright. Casi nada.
Entre los ídolos de Iglesias figura, como no podía ser de otro modo, el «boss» de los antisistema Noam Chomsky, aquel que dijo que el capitalismo es una «catástrofe grotesca», mientras creaba un fideicomiso irrevocable para proteger sus activos -más de 2 millones de dólares- de las garras del fisco americano.
Activos que, aparte de sus derechos de autor, percibía de su trabajo en el MIT -«Massachusetts Institute of Technology»- una universidad privada superelitista, de ideología abiertamente capitalista, entre cuyos patrocinadores se encuentra el ejército de los Estados Unidos. Es la institución que más ha contribuido al campo de la «Inteligencia Colectiva» -concepto importantísimo para la ideología y la praxis podemita, como veremos-, una de las ramas más punteras en las técnicas de «lavado de cerebro» que desarrolla el «Instituto Tavistock». Pero de este tenebroso asunto hablaremos más extensamente en otro artículo.
Entre matrícula y matrícula, becas, másters, posgrados y todas esas cosas, le quedó tiempo a Turrión para asociarse con otros colegas anticapitalistas, como Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón, Carolina Bescansa, Ariel Jerez, Luis Alegre, y otros de su calaña, para formar la cofradía de «los complotenses», activistas profesionales que se sumaron con entusiasmo a todos los bombardeos y complots que formaban el cotarro de la «movida» antisistema.
Iglesias participó, por ejemplo, en el MRG -«Movimiento de Resistencia Global»- de Madrid, creado en el año 2000 a partir de diversos colectivos con el fin de coordinar sus acciones de cara a las protestas antiglobalización con motivo de la cumbre del FMI y el Banco Mundial que tuvo lugar en Praga en ese año. En este colectivo participaron también las prometedoras Ada Colau y Gemma Galdón Clavell, actual responsable esta última de la Secretaría de Programas de Podemos Cataluña, y miembro de su Consejo Ciudadano Estatal.
El caso de Gemma merece que le echemos de comer aparte, pues es socia fundadora de la empresa «Eticas Research & Consulting», dedicada a la tecnología de la vigilancia y la seguridad, entre cuyos clientes figura destacadas corporaciones multinacionales y gobiernos. Asimismo ha trabajado en el «Instituto Transnacional» (TNI) -en el cual también colabora Monedero-, otra de esas asociaciones aparentemente antiglobalistas que también recibe fondos del Open Society Institute (OSI), la omnipresente Fundación globalista del megaconspirador George Soros. Lo mismo cabe decir de su pertenencia al Consejo Asesor Internacional de «Privacy International», también financiada, por supuesto, por el OSI.
Pablo Iglesias también participó en la concentración que se convocó a través del SMS «¡Pásalo!» frente a la sede del PP el 13 marzo 2004, en la jornada de reflexión previa a las elecciones generales, dos días después del atentado terrorista.
El mensaje inicial partió de un alumno de la Facultad de Ciencias Políticas, quien confesó que, revisando 10 años después las personas a cuyo nombre estaban los 17 primeros números a los que mandó su mensaje, muchos de ellos eran profesores de Ciencias Políticas, y cinco de ellos pertenecen actualmente al Consejo de Ciudadanos de Podemos. En una entrevista en «Interviú» en 2004, el mismo Monedero ya admitió una parte de responsabilidad en la convocatoria de esa manifestación. Y es que no se pierden una.
Pero también los «complotenses» se hicieron con «copyrights» en la marea antisistema, ya que en 2006 fundaron la asociación anticapitalista «Contrapoder», que se autodefine como «movimiento anticapitalista, feminista, comunista y libertario», grupo polémico a raíz de sus pancartas a favor de la amnistía para los presos etarras, y por los escraches que hizo a gente «non grata» para sus parámetros ideológicos, como sucedió con los boicots que hicieron a Rosa Díez -en el cual estuvieron presentes Iglesias y Errejón-, Moral Santin y Josep Piqué.
Su lema es «defender la alegría, organizar la rabia». Rabia para los escracheados, desde luego, y también para los fieles presentes en la capilla de la UCM que asaltaron 30 feminazis de «Contrapoder» en marzo de 2011. Feminazis que se describen a sí mismas diciendo que «Somos las nietas de todas las brujas que no pudisteis quemar». Casi nada.
No contentos con su «caverna de alegría y rabia», entre 2008 y 2009 la plana mayor de este grupo prepodemita «complotense» da a luz la «Promotora de Pensamiento Crítico», cuya línea programática era analizar críticamente la Transición, para desmontar la versión oficial que se impartía sobre ella.
Esta plataforma tuvo su momento de gloria cuando convocaron a 500 personas a un debate que organizaron en la sala polivalente de la facultad, el 25 mayo de 2010. Después de colgarlo en la red, al día siguiente, llamaron a Pablo Iglesias de Tele K, un canal de la TDT de Madrid, ubicado en Vallecas.
Ahí empezó «la revolución televisada» del «Mesías de la coleta».