El pueblo no ha estado representado en el Parlamento hasta que no han llegado ellos. Eso es lo que vino a decir su pensador Errejón y lo corearon todos. La democracia no ha existido hasta que ellos no han aparecido, lo que hemos vivido ha sido el Régimen, un franquismo sin Franco, una dictadura encubierta a la que cobardemente nos hemos plegado desde el 78. Y ahora, ellos, los grandes luchadores, han venido a liberarnos.
Sus votos son del pueblo y pueblo son únicamente los que a ellos les votan. Los que votan a otros no son pueblo y los por ello electos son Bunker, la expresión de los 70 para señalar a la ultraderecha. Por ello, los únicos representantes del pueblo son exclusivamente ellos. Y los otros, los del Régimen y el Bunker, tan solo si se entregan, si se abrazan a su causa se purificaran de su perversidad y encontraran la luz, la verdad y serán ya considerados seres humanos, personas con derecho, gentes dignas. De lo contrario solo serán bazofia exterminable, seres inmundos, indignos, podrido, sin valores y por tanto sin derechos.
Esa es la piedra angular del discurso de Podemos, su clave esencial y su sustrato emocional y ello es lo que han escenificado convirtiendo el Parlamento en el plató de un reality televisivo, donde no faltaba ni la mama de la revolución dándole el pecho al niño del pueblo. Esa ha sido la farsa, la representación teatral de un cuento inventado e impostado que bien es cierto ha convencido de que es la verdad y el futuro a cinco millones de españoles.
Según este su relato ellos son los héroes, los libertadores, los salvadores, los que tras sufrir incontables penalidades, afrontar los mayores sacrificios y arrostrar persecución, cárcel y las mas lacerantes heridas s han logrado la victoria, el asalto a los cielos, llegar a esos escaños, que mañana será la Moncloa, como la vanguardia del pueblo, de los pueblos digo, oprimidos. Ese es el cuento, ese es el que se ha impuesto, añadido a aquel otro de la España sin memoria de años bien recientes, donde en verdad Europa acababa en los Pirineos y España era algo que ahora nos negamos a recordar, donde no solo era libertad lo que faltaba, y que pretende trasmitir la imagen global de que este país en que vivimos ha devenido en una es una especie de Somalia de gentes famélicas, desesperadas, sin derecho alguno y sufriendo mas hambrunas que los niños biafreños o los refugiados sirios de la guerra.
Esta es el discurso repetido y pregonado una y un millón de veces urbi et orbe por sus servicios de Agitprop y las televisiones alfombras. Tan reiterado que no se si incluso ellos mismos han acabado por creerse a pies juntillas. Pero es mentira, es total y absolutamente mentira. Es una farsa.
Ni sus presuntas batallas, ni sus sufrimientos, ni sus supuestas heridas son otra cosa que una mentira. Son hijos de la democracia, que han vivido en la libertad, que viven además en su mayor parte de ese Estado y de los impuestos que hemos pagado y seguimos pagando esos millones de españoles trabajadores y honrados, a los que les niegan hasta la condición de “pueblo” para que ellos, su cúpula es ejemplo vivo de ello, se beneficien y hayan vivido y sigan viviendo de ellos.
¿Contra que dictadura han combatido estos héroes podemitas? Más bien lo que han hecho han hecho y es algo que no pueden y podrán cada vez menos negar, ha sido cobrar de ellas. De la atroz teocracia islámica de Irán-que les paga la televisión- y del Régimen chavista venezolano. Personal o colectivamente, para su bolsillo o para financiar su organización, pero han cobrado.
En eso queda su pretensión heroica y libertadora. Pero además de mentira su farsa es un insulto. Y lo fue mayor en el Congreso y lo es más hiriente para quienes si y en verdad lucharon contra un Régimen y sufrieron los zarpazos asesinos del Bunker. Porque en ese Parlamento y desde el 77 allí está representado al pueblo español, a todo el pueblo, pues todos lo somos, todos tenemos derechos y cada cual se hace representar por quien libremente elige con su voto. Allí reside la soberanía de la nación española y allí se pretendió un 23-F volver a encarcelar. Y estos que ahora se presentan y enaltecen como únicos y exclusivos representantes y salvadores del pueblo, como la izquierda única y verdadera, y apropiarse de luchas que jamás han librado, insultan a quienes si lo hicieron y entraron por esa puertas con la dignidad que a ellos le ha faltado. Con la verdadera dignidad de lo que en verdad combatieron por la libertad y por la democracia, por los derechos de los trabajadores, por el bienestar de las gentes. A ese Parlamento llego el pueblo en el 77 y entre ese pueblo llegaron quienes si tenían en el alma y en la piel marcadas cárceles, heridas, exilios, sufrimiento, persecución y dolor. Llegaron con la inmensa humildad de los en verdad grandes y con el respeto de los que se hacen, por sus hechos, respetar. Así llegaron Marcelino Camacho y Nicolás Redondo, así llegaron Horacio Fernández Inguanzo, el Paisano y Ramón Rubial, así llegó Lopez Raimundo o Solé Tura, así el jornalero Cabral y los obreros Soto y Saborido. Así llegaron aquellos, los que no hacían teatro, con respeto y con verdad.
Pero quizás todo su espectáculo, todos esos aplausos mutuos, impostados, de reality show televisivo, ese atrezzo de puños, lagrimas, abrazos de victoria tras no sé que sangrienta y cruel batalla, toda esa superproducción cinematográfica y tuitera que ofrecieron pora mayor gloria de sus alfombras mediáticas revele mejor que nada su impostura en uno de sus añadidos, en un detalle que revela de manera luminosa la autentica falacia de su spot publicitario. Fue esa llegada de varios de ellos en bicicleta, el ecologista Uralde a la cabeza, hasta las puertas del Congreso para allí hacerse fotografiar e incluso reivindicar “aparcamientos”. Pues bien, las bicis las acababan de coger en la vecina Puerta del Sol, a tan solo unos centenares de metros, para desde allí, y cuesta abajo, ir al Parlamento para la foto. La grandiosa lucha, los padecimientos inmensos por la libertad, el maratón de sufrimientos por la patria, su relato, sus hazañas, sus heridas, su lucha y sus sacrificios son exactamente igual de verdad que ese paseo en bici.