Santiago López Castillo

En el autó de Papá…

En el autó de Papá...
Santiago López Castillo. PD

Estos sociatas han debido oír cantar mucho a los Payasos de la Tele y, sobre todo, «En el auto de papá, pi, pi, pi…» Porque los pollos, en los dos meses que llevamos de legislatura desvestida, han hecho 1.083 viajes a cargo del erario público, o sea, el coche de papá, es decir, el Estado, pi, pi, pi. Mil y pico recorridos en tren y coche entre los 136 parlamentarios que tienen: 89 diputados y 47 senadores, lo que arroja casi 8 viajes por cabeza, incluida la dura y la cara dura. Cumple, de esta manera, el PSOE cuando denunció a Monago por sus viajes a Canarias desde Extremadura, que oscilaban entre críticas amorosas, la malquerida, y obligaciones político-regionales para atraer inversiones turísticas de las Islas Afortunadas. El núcleo zapateril se comprometió a que sus miembros en Cortes darían cuenta de los billetes utilizados, y así se ha hecho pero sin reparar en la pasta gansa que sufragamos los ciudadanos. Los dineros, ya sea en unos bolsillos u otros, siempre van ocultos, como los polizontes.

Maleni fue el gran referente de la carbonilla en las vías del tren. Y en las líneas aéreas, señora pasajera, primera clase. Por cierto, ¿qué fue de Maleni, la de gratis total, la de la Junta de Andalucía? Los trajes de Camps recorrieron kilómetros de degradación con puntadas de sastrecillos valientes y los vuelos de la ex ministra se extendieron por espacios infinitos sin repercusión alguna. Ana Pastor, la ministra eficacia, ha puesto las líneas del ferrocarril como los chorro de oro, incluida la catenaria, que es donde Magdalena Álvarez quería ver colgada a Esperanza Aguirre. De ahí, se conoce, que los despilfarradores socialistas hayan cogido con tanto entusiasmo lo de «papá, ven en tren».

El Ave se lleva mucho y todo el mundo saca el móvil en actitud cateta de cuál es de última generación. Luego está el compañero de viaje que, generalmente, es un coñazo. Hace ostentación de su puesto de trabajo y su condición social. También existe el viajero sonriente, arribista manso y bienaventurado, untuoso y semicobista. En este sentido, y en un vuelo de Buenos Aires hacia Madrid, de esos que se ofrecen a los parlamentarios, el diputado Martínez Pujalte tuvo a su lado a Pedro Sánchez, que acababa de ser nombrado secretario general de los socialistas:

– ¡Qué viaje me dio! ¡Insufrible! ¡Qué pedante…!
– Eso te pasa -le dije- por no leer mis artículos en los periódicos.

A los compañeros de viaje, que siempre son una sorpresa, se les suele pagar con cargo a los fondos reservados o con dinero negro. Vamos, gratis total.

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