Santiago López Castillo

El veraneante

El veraneante
Santiago López Castillo. PD

Llama vago y maleante a Rajoy y él, en un ejercicio de responsabilidad, se las pira y se va de vacaciones. Es lo que se entiende por morro. Está loco por la música y el chiringuito. O sea, tinto de verano. Pedrito Sánchez, achilipú, se fue a Almería y se protege de visera a lo Grand Gasby y calza gafas de mosquito para que no le reconozcan, jo. No en balde es -en sus horas libres- empleado de la planta de caballeros de El Corte Inglés, y, claro, tiene que lucir modelitos para que le vean los «pobres» que dejó el líder del PP con sus recortes (el morro ya aderezado al ajillo es su desmemoria de la gestión de ZP y que él abrazó con profusión. Eso se llama coherencia).

Luego se va el presidente en funciones un fin de semana a Pontevedra y la corte del faraón monta la parda. Vago, póngase a trabajar, deje de leer el «Marca», se fuma un puro y todas esas lindezas a que nos tienen acostumbrados los Hernández, Luena y Óscar López, aspirantes a ministros si -por lotería- sale el gobierno del progreso. Y sigue con el no, no y no. Es el espíritu de la contradicción. De lo que le aconsejan el sentido común y sus históricos González, Guerra o Corcuera que él llama «el antiguo testamento», además de insultarles, me consta. Sánchez es mucho Sánchez, él se lo cree y el socialismo incorrupto, tan contento.

Mientras tanto, una de bravas, otra de chopitos y una de boquerones en vinagre, a ver si le producen acidez al impresentable de Mariano Rajoy. Está espléndido este chiquilicuatro socialista. Sueña con la Moncloa, qué tormento. Si no es para Navidad será para el año que viene. Tiene más moral que el Alcoyano, que perdía por 10 a 0 y sus jugadores instaban a sacar pronto un córner para poder empatar a falta de un minuto y medio ¿Qué se va a esperar de un sobresaliente cum laude del zapaterismo?

El pollo, que ya tiene espolones, se ha encaramado a la escala de los tontos que ya anunciara el poeta Baudelaire en «El esplín de París». El francés decía que el más irreparable de los vicios es el de hacer el mal por necedad. Y por necedad -y pudiera ser que incluso sin darse cuenta, lo que sería aún peor- están haciendo algunos políticos españoles un mal irreparable a España o, si se prefiere, al Estado español como acuñó el general Franco en el 39 y dicen hoy algunos pogres zascandiles.

Sánchez es un gran irresponsable. Y, ojo, Alberto Rivera es una bisagra oxidada que según el aceite que se le aplique así se mueve de un lado a otro. España les importa un huevo.

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