Los periodistas, o los que nos atrevemos a opinar, (que hemos visto de todo y más) ya no nos creemos nada, quizás porque el escepticismo es ya consustancial con nuestra naturaleza. Por eso, por ese cierto desapego político, lo que está sucediendo desde hace tiempo en España, con furibundos ataques a todo aquello que no sea PP o PSOE, es normal.
Esto es lo que hacen los que ocultan algo, los que jamás quieren que se sepa la auténtica realidad de lo que ha sucedido en este país desde el 82, cuando ambas formaciones, bajo esa frase tan bonita de la «alternancia», jugaban con España como si fuera el monopoli o un parque temático. Esto para ti y esto para mí, o ahora me subo yo y después tú.
Como digo, desde el punto de vista de aquellos que no tienen ni principios éticos ni morales, la vieja guardia (no las bases, que también están hartas) ha entrado en pánico ante un posible cambio de Gobierno
Y como han entrado en pánico (fruto del inevitable ciclo generacional y el despertar del ciudadano) por eso es normal que a diario utilice lo que siempre utilizó: toda la artillería pesada de los medios de comunicación que tiene a su alcance para que nimiedades de otros partidos, en comparación con lo que hicieron ellos (guerra con Aznar y cal viva con González), la eleven a la categoría de escándalo mayúsculo, desestabilización democrática y otras zarandajas.
Vamos, el fin del mundo; cuando la realidad es el final para ellos, que disfrutan de privilegios y prebendas, parapetados en curiosas y singulares empresas publicas viviendo del resto de españoles sin pegar clavo.
Y ante esta situación, este país lo que quiere es un gobierno que diga la verdad; que explique qué ha pasado desde el 82 porque si como ciudadanos tenemos obligaciones, también tenemos el derecho a saber, por ejemplo, por qué gente que roba millones no está en la cárcel y sus casos se dilatan en el tiempo hasta el punto de que prescriben.
O saber por qué no se tomaron medidas excepcionales (un Real decreto, por ejemplo) para que gente que no podía pagar su hipoteca no se les diera una solución que no fuera otra que tirarse por la ventana, o cuál es la razón por la que cada bando no entierre dignamente a sus difuntos o se indemnice a los perjudicados, tanto a unos como a otros que, aquí, no olvidemos, hubo de todo.
Estas y otras muchísimas preguntas las tenemos muchos españoles que hemos vividos la componenda PP-PSOE y las hacemos con una única finalidad: para empezar a ser realmente un país democrático, aunque comprendo que las respuestas no las quiera decir la vieja guardia, esa que carece de principios éticos y morales, que se atrinchera, que ya ha entrado en pánico ante un posible y necesario cambio porque quizás, alguno, termine ante los tribunales.