Cierta cadena de televisión, que se dedica a la basura y a no poco de mariconeo, está fomentando la pubertad en canto y baile y la posible locura de unas criaturitas que se arrancan por peteneras y cantan porque tienen boca. Es bochornoso. Ríanse ustedes de los alevines a los que les echan a rodar un balón y, desde micos, pugnan a patadas con el equipo contrario y los respectivos padres son desaforados seres, energúmenos es la palabra, que se tiran al campo y a quien sea porque sus hijos son los herederos de Di Stéfano y Pelé.
Están estos micos, angélicos, envueltos celofán. Les ponen mallas -y agallas si van a cantar- para ponerles de puntillas ante la fama. Joder, qué aberración. Les hacen monstruitos por un minuto de gloria. Y hasta las niñas, que no levantan dos palmos del suelo, llevan las uñas pintadas y recién peinadas. ¡Qué aberración! Claro que en otros tiempos afloraban los niños prodigios como Marisol, Joselito o Pablito Calvo. Pero el prodigio era como un rayo de sol, algo especial, primoroso. Hoy, esta banda de criadores de «talentos», palabra mágica en esta sociedad consumista revestida de oro alemán, monta el circo y a dar vueltas con los enanos.
¿Dónde está el fiscal del menor? ¿Qué sentido ético tienen estos programadores de cabecitas locas? La puta audiencia. Eso. ¿Y qué dicen los fiscales anti-terrorismo de la Audiencia Nacional con ese loco blasfemo que no para de cagarse en la Virgen y en Dios y en el gobierno democráticamente elegido en España? Es un friqui, me explican. Pero lo que es es un gilipollas, que acompaña sus zafias palabras con la sinfonía del eructo. El tal Willy Toledo -una escoria en el papel de don nadie, tírese de la cadena- dice que se seguirá cagando en Dios y en su puta madre, y que no acudirá a la citación de los jueces porque no le sale de los cojones.
Y no pasa nada.
Se roba, se asesina, se insulta, se odia, se okupa, se blasfema…
Y no pasa nada. ¡Viva la Virgen!, aunque les joda.