Sucedió en la carretera nacional 502, a las once de la mañana del sábado 14 de agosto de 2021, cuando un coche comenzó a arder junto al matorral pegado a la cuneta.
Lo que vino después se conoce como el incendio de Navalacruz, con 20.000 hectáreas quemadas.
El mayor de España en lo que va de año.
La respuesta del gobierno fue fulminante. A Pedro Sánchez, tras hacerse la foto de rigor, le faltó tiempo para utilizar el comodín del “cambio climático”, para justificar el desastre. Todo antes que reconocer que la culpa del desastre ecológico había sido por la falta de mantenimiento y limpieza de matorrales en los arcenes de las carreteras nacionales españolas, cuyo cuidado depende exclusivamente del gobierno central; es decir, de él, no de las comunidades autónomas.
Ahora Sánchez se ha ido volando con las ray-ban puestas, tirando de Falcón, jamón Joselito y chuletón al punto, a hacerse la foto y dar la brasa en la isla de La Palma, como si ya no hubiesen bastantes brasas y pena en el lugar.
Ya verán lo que tarda el Líder Supremo en echar la culpa de la erupción volcánica al “cambio climático”.
Como si tuviese algo que ver el discurso demagógico y subvencionado de los chiringuitos progres de la Iglesia de la Climatología, que pululan como garrapatas en la superficie de la Tierra, con lo que se gesta a miles de kilómetros de profundidad.
Agotado el comodín de Franco y el del bulo del culo, para el régimen sanchista cualquier nuevo desastre o desgracia, es bueno para llenar las portadas de los medios de comunicación a sus órdenes, y que la gente olvide que bajo la “pedrocracia”, aparte de presuntamente más de 123.000 ciudadanos muertos, el precio de la luz ha sido y es, el más caro de la Historia.
Burda intentona que será desenmascarada conforme vayan llegando a los ciudadanos los próximos recibos de la factura eléctrica, al tiempo que les digan que la pauta completa no eran dos, sino tres; o cuatro, o cinco…; vamos, hasta agotar existencias.
Pero no pasa nada. Las tragaderas del pueblo español para con Su Sanchidad, son más grandes que la boca de la Cloaca Máxima; capaces de tragarse toda la mierda que haga falta, siempre que ésta sea inclusiva, progresista, feminista, verde, digital, y con perspectiva de género.