El Día Mundial de las Noticias se celebra el 28 de septiembre para poner en valor la importancia del periodismo en la emisión y acceso a noticias revestidas de la verdad, a noticias creíbles, confiables y sin manipulación previa.
Este día busca conectar y reconectar a la gente con el periodismo basado en hechos, apoyado en la verdad y reconocer el trabajo periodístico que contrasta datos, corrige errores y rinde cuentas.
Es tal el aluvión de noticias falsas o manipuladas que este día no podrá evitar que el periodista de izquierdas pervierta la noticia para hacer creer a los ciudadanos que, o la izquierda o el caos. El periodista de derechas procede a hacer lo mismo. El de centro la adapta a sus intereses y el periodista que enarbola la bandera de ser independiente, demuestra que no lo es, que se debe a quien le paga. Periodistas, tertulianos, intelectuales, todos reciben la misma información sobre la última hora. Ellos, en un alarde de funambulismo y de retorcimiento dialéctico, la pervierten para que suene con la música y la letra que quieren oír sus palmeros, sus incondicionales, su gente, para afirmar sus votos y para ganar algunos de quienes aún permanecen reticentes.
Televisiones, radios, diarios, tertulias, programas ad hoc y todo el armamento a su disposición esparce por todas las esquinas de España su ponzoña mediática que recoge las noticias y las manipula para hacerlas llegar a los ciudadanos revestidas de los colores que benefician a cada uno de los grupos sean de derecha, de izquierdas, de centro, militares sin graduación y mediopensionistas.
El Dia Mundial de las Noticias se ha embarcado en una travesía complicada: hacer llegar a los ciudadanos la verdad. Y por si éramos pocos, pario la abuela: La Inteligencia Artificial
Yo creo que los ciudadanos merecemos la verdad y también creo que la IA no solo no nos la va a dar, sino que nos la va a escamotear a través de la interpretación que haga de ella. La información que recibimos los ciudadanos nos sobrepasa, Nos es imposible digerirla toda ¡qué toda! ni una milésima parte de lo que llega hasta nosotros a través de todos los canales de información que son muchos, los cuales nos sirven la noticia una vez es cocinada como las brujas cocinaban sus pócimas, sus brebajes y sus ungüentos.
Como digo, ha parido la abuela y ha parido un monstruo al que hemos dado el nombre de IA. Si alguien cree que las poderosísimas compañías tecnológicas se van a molestar en buscar la verdad y en servírnosla, tal cual, mediante la IA, es que vive en un mundo irreal parecido a un cuento de hadas. Las imágenes, los relatos, los rostros, los titulares generados por la IA no son sanos, son tóxicos y degradantes y, por supuesto, afectan a nuestro cerebro de forma significativa y nos hacen ver la realidad que ella – la IA – quiere que veamos. Y además, lo puede hacer y lo hace con impunidad y sin que los pobres ciudadanos podamos hacer nada.
Los autócratas, esos señores que celebran la llegada de un instrumento diabólico (IA) se frotan las manos porque ven más cerca su objetivo perseguido a lo largo de siglos: la autocracia mundial.
Hemos llegado a una situación kafkiana: cuando más información se genera y más llega al ciudadano, este confía menos en ella. Nada de lo que vemos, oímos, leemos nos genera confianza debido a que cada día nos resulta más difícil distinguir la verdad de la ficción. El riesgo que esta situación provoca no está solo en nuestra libertad – que no es poco – sino en eliminar la verdad en sí misma para sustituirla por la verdad salida de los medios tecnológicos, de la IA; verdad que, naturalmente, será diseñada por los que quieren establecer el sueño milenario de los autócratas: el dominio del mundo. Vale
