Pedro Manuel Hernández: «Mientras Feijóo marca principios, Sánchez alimenta el caos migratorio»

Pedro Manuel Hernández: "Mientras Feijóo marca principios, Sánchez alimenta el caos migratorio"

Mientras el actual líder del PP –Alberto Núñez Feijóo– propone principios claros y de sentido común para gestionar los problemas de  inmigración irregular, el Gobierno de Sánchez permanece atrapado en la parálisis y en el buenismo vacío que solo beneficia a las mafias y desborda a España.

La inmigración es uno de los grandes desafíos del presente y del futuro en España. Un país –con sus fronteras marítimas y terrestres muy expuestas, con un peso creciente de las mafias dedicadas al tráfico de seres humanos y con un fallido y desbordado sistema de acogida– no puede ni debe permitirse seguir mirando hacia otro lado. Mientras Pedro Sánchez prefiere instalarse en la propaganda del «buenismo» y en «la parálisis legislativa», Alberto Núñez Feijóo ha expuesto los cinco principios básicos que, «per se», deben convertirse en el núcleo duro de una política migratoria sensata, humana y eficaz.

El primer principio es muy rotundo: «no hay política migratoria más inhumana que aquella que no existe». Aquí Feijóo pone el dedo en la llaga. El gran vacío de estrategia del actual gobierno de Sánchez ha sido la causa principal que ha generado precisamente eso: una inhumanidad disfrazada de progresismo. Las llegadas masivas sin control, las personas hacinadas en centros de internamiento, las CC. AA de Canarias, Valencia, Murcia y las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla desbordadas por una gestión improvisada y la falta de cooperación real con los países de origen, son las consecuencia directas de la inacción politica. Sánchez ha convertido la inmigración en un tabú, en un tema incómodo que se maquilla con discursos emotivos pero que no se enfrenta con la cruda realidad de la creciente invasión silenciosa.

El segundo principio reafirma la soberanía nacional: los españoles «tenemos derecho a elegir quién entra, cómo entra y para qué entra». Algo tan evidente debería estar en el ADN de cualquier Estado, pero con este Gobierno se ha evaporado. Sánchez , desde el principio, ha entregado el control a mafias que deciden el flujo, a ONGs que marcan la agenda y a Bruselas, que dicta las cuotas sin atender a las necesidades y particularidades de España como frontera sur de Europa. El derecho a decidir sobre nuestras fronteras no es un capricho, es un deber elemental de protección a los ciudadanos, y el PP de Feijóo lo plantea sin complejos ni ambajes.

El tercer principio es puro sentido común: «quien venga a aportar será siempre bienvenido, quién venga a delinquir será expulsado». La ecuación es clara: integración para quienes respeten la ley y contribuyan a mejorar la sociedad, pero tolerancia cero con quienes hagan de la delincuencia su «modus vivendi». Sin embargo, el Gobierno socialista ha optado por el mensaje contrario y, en lugar, de agilizar expulsiones, ralentiza procedimientos y en lugar de apoyar a jueces y fuerzas de seguridad, los desautoriza. El resultado es: barrios tensionados, aumento importante de la delincuencia e inseguridad en muchas ciudades y, un grave y devastador mensaje hacia fuera: España es un país donde delinquir puede salir gratis, si se es inmigrante irregular.

El cuarto principio habla de responsabilidad: » los migrantes deben aspirar a su suficiencia económica y, los subsidios no pueden seguir  convertiendose en su único modo de vida» . La empatía y la solidaridad no puede ni debe confundirse con la dependencia estatal crónica. España –con un sistema de bienestar, ya de por si , muy sobrecargado– no puede soportar que la migración se base exclusivamente en subsidios permanentes. Se trata de ofrecerles a todos  oportunidades socio-laborales y no un cheque en blanco permanente. La política de Sánchez, en cambio, ha fomentado el clientelismo social y el parasitismo concediendoles ayudas sin exigirles a cambio ni contraprestaciones ni planes de inserción social y laboral real. Eso genera –a parte de auténticos guetos– un general resentimiento entre los españoles más humildes y un perverso incentivo para la llegada masiva de muchos más inmigrantes con excasas o sin ningunas expectativas de una real y eficaz integración.

El quinto principio cierra el círculo: » la inmigración que llegue a España debe de ser preferente y culturalmente próxima». Este no es un criterio excluyente, sino un criterio de sentido práctico. La experiencia demuestra que cuanto mayor es la cercanía histórico-cultural, más sencilla y rápida es la integración social de los inmigrantes. Compartir lengua, religión, costumbres o valores morales facilita el entendimiento y reduce mucho los posibles conflictos sociales. Pero el sanchismo, siempre ha tachado de “discriminatorio” cualquier planteamiento de este tipo y ha impuesto su abstracto  multiculturalismo que choca con la realidad cotidiana de muchos barrios españoles, donde la falta de integración está generando tantos y tan  graves problemas de convivencia y de seguridad que, solo los ingenuos o los cínicos se niegan a ver.

La diferencia real y objetiva –entre Feijóo y Sánchez en materia migratoria– es la misma que entre la dejadez y la responsabilidad  y la integridad y el cinismo.
Mientras Feijóo –el invicto galego do Peares y lider del PP– ofrece un sólido y claro marco legislativo , basado en principios sencillos pero sólidos, que permitirían combinar –en una perfecta simbiosis politica– la humanidad con legalidad, la solidaridad con seguridad y la integración con exigencia, en cambio –el presidente del Gobierno, Sánchez– sigue paralizado entre su cicatera propaganda pseudo progresista y el miedo a ser tachado de “inhumano” por su propio bloque ideológico y el de que lo sustenta. Y mientras tanto, las cifras de llegadas se disparan, las mafias dedicadas al tráfico de inmigrantes se fortalecen–día tras dia– lucrándose y los ciudadanos sintiendose cada vez más inseguros y casi desprotegidos en sus propias ciudades y barrios.

La inmigración no puede gestionarse con vistosas y multicolores pancartas ni con silencios cómplices. Necesita liderazgo, reglas claras y valentía política. Feijóo ha dado un gran paso al frente ofreciendo principios que –más allá de las personales ideologías– apelan al sentido común y al principio de la justicia distributiva de Ulpiano, de «dar a cada uno lo suyo sin lesionar a nadie» (suum quique et nemini ledere). España necesita, precisamente , eso: un gobierno que hable claro y actúe con decisión, no un Ejecutivo que se esconde tras los discursos huecos del buenismo mientras la realidad le pasa por encima.

Los cinco principios de Alberto Núñez Feijóo marcan  un antes y un después, y una verdadera y seria hoja de ruta, responsable y valiente frente a la inmigración irregular, pues le aportan: humanidad real, soberanía, seguridad, responsabilidad económica e integración cultural. Frente al actual caos, a la indiferencia y al buenismo vacío de Pedro Sánchez, el PP ofrece un marco de gestión claro y viable. Si España quiere volver a recuperar el control de sus fronteras y garantizar profunda y legalmente la convivencia social, el camino, ya solo, pasa por abandonar la incompetente y la  irresponsable inacción socialista y apostar , para siempre,  por el sentido común «popular» y, nunca mejor dicho, lo de popular, que en esta ocasión.

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Autor

Pedro Manuel Hernández López

Médico jubilado, Lcdo. en Periodismo y ex senador autonómico del PP por Murcia.

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