El Partido Popular ha obtenido una victoria histórica. Jamás había ganado las elecciones en Andalucía. Lo cierto es que tal triunfo no puede resultar más amargo. Javier Arenas sube tres escaños desde las anteriores autonómicas pero se deja 162.000 papeletas en el camino y 414.000 desde el 20-N.
Al PSOE le ocurre algo parecido pero al revés. Ha perdido las elecciones pero la merma política es considerada un triunfo sin paliativos porque seguirá gobernando gracias al apoyo de Izquierda Unida. Tras la hecatombe del PSOE nacional en las pasadas generales el PSOE solo se deja 67.000 papeletas desde entonces hasta el 25 de marzo.
El auténtico cataclismo del PSOE Andaluz se produce si se compara con las anteriores autonómicas: 654.000 votantes retiraron su confianza a los socialistas. Sin embargo este agujero negro de votos perdidos es considerado una gran victoria tanto en el seno del PSOE como a los ojos de la ciudadanía. Una percepción errónea que tiene su justificación en el mantenimiento del poder por la falta de mayoría absoluta del Partido Popular.
La pregunta que cabe hacerse es ¿dónde han ido esos 654.000 votos perdidos del partido socialista? A primera vista la respuesta es a Izquierda Unida puesto que ha duplicado sus escaños pasando de 6 a 12. Pero un análisis más profundo revela que no es así. Ciertamente el éxito de la coalición izquierdista resulta indudable pero si se observa el incremento de votantes solo han sumado sus votos 119.000 andaluces más.
Ello significa que más de medio millón de andaluces sociológicamente de izquierdas no han querido repetir su opción socialista ni se han inclinado por radicalizarse hacia la izquierda ni han hecho caso a los sindicatos que tan importante papel han jugado en estas elecciones sino que se han ido directamente a la abstención. Para ser más exactos: 535.000 anteriores votantes del Partido Socialista de los precedentes comicios autonómicos han preferido quedarse en sus casas.
Las victorias y derrotas electorales se miden en términos de formación de gobiernos. En ese sentido pierde el PP y gana el PSOE. Pero, ¿puede ufanarse la formación socialista de una victoria dejándose 535.000 electores? ¿Acaso el PP puede estar satisfecho con una histórica victoria, sí, pero que se deja 162.000 votantes desde las anteriores autonómicas?
Mucho me temo que unos y otros tienen mucho que meditar de puertas adentro aunque sus discursos de cara a la galería sean bien distintos. Las sumas y restas electorales ponen en evidencia una realidad más profunda más allá de los titulares y de los mensajes partidistas y partidarios.