Muchos piensan que Bárcenas "robó" dinero del Partido Popular pero nadie osa decirlo en público
«No pronunciarás el nombre de Dios en vano».
Es el segundo mandamiento que Moisés recibió en una tabla de piedra en lo alto del monte Sinaí. Citar sin motivo el nombre del todopoderoso conlleva pecado.
Luis Bárcenas no es dios, aunque hubo un tiempo en el PP en el que le trataban como tal, pero emplear su nombre se ha convertido casi en una falta en las filas populares.
Algunos lo evitan, como Mariano Rajoy en el Debate sobre la Nación. Otros no tienen tanto reparo.
Como explica Pablo A. Iglesias, jefe de Nacional de la agencia Servimedia en ‘ESD‘, la adaptación que el PP ha realizado del segundo mandamiento bíblico es una anécdota en realidad. No es una conducta generalizada, aunque en las últimas semanas ha servido para escribir muchas páginas de periódicos.
Pero hay otro tabú mucho más curioso y relevante que refleja la manera de actuar que la dirección nacional ha tenido desde el principio con su extesorero.
Existe una especie de autocensura al hablar de Bárcenas. No sólo son reacios a pronunciar el apellido maldito en algunas comparecencias. Además, hay un verbo prohibido que nadie quiere conjugar.
Muchos piensan que Bárcenas «robó» dinero del Partido Popular pero nadie osa decirlo en público, especialmente en el entorno de Rajoy y en la cúpula de Génova 13.
Fuera de ese entorno no existen tantos reparos. El caso más reciente es el de Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta y del PP de Galicia.
Lo hizo este mismo lunes en el Palacio de La Moncloa, donde habitualmente se ponen de perfil en cuanto escuchan el nombre del extesorero.
Feijóo acusó sin miramientos a Bárcenas de «apropiarse del buen nombre del partido para enriquecerse».
Tras reunirse con Mariano Rajoy, proclamó que el extesorero «pagará por lo que ha hecho» y se refirió con tono despectivo a él como «ese personaje».
El presidente de Galicia no ha sido el único. Uno de los primeros fue el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, quien incluso bramó tras la peineta del extesorero a unos periodistas y replicó que ese gesto lo merecen quienes «se forran en política».
Prudencia en Génova
Feijóo y Basagoiti son los máximos exponentes de la tesis de que Bárcenas robó al PP y aprovechó su control de las finanzas para enriquecerse.
Todo lo contrario sucede en Génova. Ni Cospedal ni Floriano ni González Pons ni Arenas ni mucho menos Rajoy han sugerido siquiera que el extesorero les ha engañado durante años.
Algunos reconocen en privado que tienen motivos de sobra para pensar así, aunque luego guarden silencio. Quizá sea miedo o quizá simple prudencia a la vista de cómo se las gasta Bárcenas, al que Francisco Correa llamaba por algún motivo «Luis el cabrón».
En menos de un mes, el extesorero ha denunciado al PP tres veces en los tribunales: por despido improcedente, por maltrato laboral y por la desaparición de dos ordenadores que dejó guardados en una sala de reuniones.
Si el PP acusara oficialmente a Bárcenas de robar al partido, a buen seguro llegaría otra denuncia.
Pero ese temor no es el verdadero motivo. La estrategia de no atacar a Bárcenas ha sido una constante desde el principio, desde que la Audiencia Nacional desveló que tenía una cuenta de dinero en Suiza con 22 millones de euros.
«No sabemos nada», se limitó a decir Carlos Floriano aquel 16 de enero. De ahí se pasó al «no me consta» de María Dolores de Cospedal.
La dirección nacional prefirió desmarcarse de Bárcenas como si fuera historia pasada, a pesar de que el partido seguía pagándole entonces un salario mensual. Lo comprensible hubiera sido que el partido advirtiera en los 22 millones escondidos en Suiza la explicación definitiva al elevado patrimonio del extesorero.
Ya entonces había sospechas pero el PP prefirió poner cara de sorpresa y no elevar la voz. Quizá fue prudencia o quizá aplicó otro de los diez mandamientos de Moisés.
En concreto, el octavo:
«No dirás falsos testimonios ni mentiras».