Quizá ahí está el problema. Que los partidos políticos se han convertido en sociedades anónimas. Que de repente la sociedad española se encuentra ante un ERE que no plantea una empresa de automoción, una eléctrica o una de esas constructoras que habían inventado la alquimia en busca de una nueva piedra filosofal: convertir los ladrillos en oro, sino el PSOE, S.A.
Entonces, por extrapolación, el personal empieza a imaginarse, y con razón, un PP,S.A, un CIU, S. A., un PNV, S.A., un UPyD, S.L, una IU, vete tú a saber con qué fórmula de ingeniería societaria, y se le viene abajo el cuento de hadas democrático, el discreto encanto de las ideologías y la candidez sociológica de un postfranquismo que, en el fondo, todavía creía que tras las distintas y distantes siglas políticas, con objetivos discutibles y discutidos, quedaba un trasfondo de romanticismo, de voluntarismo generoso y solidario para cambiar un país, algo de espíritu de ONGs decididas a esparcir libertad, altura de miras, ejemplaridad, para rescatar a los españoles de la pesada losa de 40 años de dictadura, que deja heridas profundas que no cicatrizan en 40 años jugando a la democracia haciendo trampas.
Se anuncia el ERE de 180 trabajadores de plantilla del PSOE, S.A., junto a otros 65 empleados contratados, y los españoles parados, los jubilados administrando pensiones miserables, los jóvenes agotados de remitir currículos sin respuesta, se preguntan estas mañana en las que repican a gloria las campanas de España por éxito de los chicos de Del Bosque: ¿pero tenemos partidos políticos o multinacionales especializadas en el sector de la publicidad, la ideología prêt-à-porter, una cadena de Zaras que plagian programas, que diseñan con más o menos gusto mantras ideológicos de consumo masivo, de usar y tirar cada legislatura, esparcidos por toda el mercado nacional?
Esta es hoy la cuestión, que queda eclipsada con la llegada de la 2ª Eurocopa seguida, pero que va a perdurar en el tiempo más que la gloria efímera de una España que toca como los ángeles la bola pequeña que rueda sobre una bola muy grande, que practica el juego limpio y que ha inventado una fórmula inédita en la larga y compleja historia de los habitantes de la Piel de Toro: construir una inteligencia colectiva, con la el sacrificio, la generosidad y la humildad de 11 inteligencias personales.
Esta selección de fútbol española les ha enseñado a los Rubalcabas, los Rajoys, los Duran i Lleida, los erkorekas, las Rosa Díez, los Cayo Laras, los Roseles, los lobos con piel de Cándido, los Toxos que andan siempre en la mitad de la escalera, como coño se mantienen y se refuerzan unos Pactos de La Moncloa.
La España que juega con la bola más grande, en los G-20, en los Consejos de Europa, en el Congreso de los Diputados, en los Parlamentos Autonómicos, en las 17 minimoncloas, con sus 17 minigobiernos, procedentes del clubes ideológicos que juegan una liga insulsa, estéril, con partidos comprados, con partidos vendidos, que cada cuatro años se juegan un campeonato en las urnas, practica el juego sucio, un rácano catenaccio que condena al empate, al bipartidismo estupefaciente, a una democracia en la que se marchita la ilusión y una sociedad abducida por una inercia que lleva a jugarse su presente y su futuro, cada cuatro años, a un cara o cruz, un PP o un PSOE, un Aznar o un Zapatero, un Rajoy o un Rubalcaba.
¿No es posible aplicar el I+D+i a la democracia española? ¿Se puede introducir la innovación en las fórmulas de representación de los españoles? Un país que tiene un Zara, es evidente que posee materia prima para revolucionar el mercado político español.
Para cerrarle el paso a ministras como Fátima Bañez, que en vez de servirle a la prensa noticias sobre creación de empleo, le sirve exclusivas sobre un ERE del PSOE, S.A. Para presionar a periódicos como «El País», que centra su información en «zancadilla» de la señora ministra, merecedora por lo menos de tarjeta amarilla, pero ni una sola línea sobre la naturaleza mercantilista de la multinacional socialdemócrata española.
Para enviar a su casa a «candidatos» como Rubalcaba, que estos días no es el jefe de la oposición, sino el Presidente de un Consejo de Administración decidiendo a quiénes echan a la calle, a quiénes les rebajan el sueldo, a qué personal contratado le rescinden el contrato, cuántas familias que han levantado la «marca PSOE» se van a encontrar de repente sin ingresos para pagar su hipoteca y su vida al mismo tiempo.
Ya ha dicho Óscar López, Secretario de Organización de la empresa con sede en Ferraz, que en ningún caso se va a aplicar la Reforma Laboral del gobierno Rajoy. Que, a pesar de que se han reducido en un 20% las subvenciones del Estado a los partidos, se van a comportar con sus despedidos como en la España de Zapatero que, como todo el mundo sabe, dejó a este país con 5 millones y medio de parados, un millón y medio de familias sin ningún ingreso a fin de mes y centenares de miles de españoles o desahuciados o al borde permanente de que un banco les deje compuestos, sin trabajo y sin casa-
No se imagina el señor López, Óscar para sus compañeros, lo agradecidos que le deben estar los trabajadores de PSOE, S.A. que están a punto de irse a la calle. Para arrancar un titular «placebo», no está del todo mal. Pero debe haber dos decenas de empleados en esa industria socialdemócrata acordándose de su señora madre, que como casi todas las madres, debe ser una santa.