Diario de un NO nacionalista

Cataluña: Con Louise pero sin Thelma

“…quiénes hasta hace poco clamaban y vitoreaban para que Louise acelerase hacia el precipicio de la secesión ahora traten de equiparar en legitimidad y en la responsabilidad ante desafío y el chantaje independentista, imagino que están construyendo un relato con el que reconstruir el statu quo previo a la deriva rupturista.

Como vengo escribiendo desde hace unas semanas, parece que algo se mueve en la caverna mediática nacionalista, a medida que las huestes soberanistas avanzan en el proceso de la “construcción nacional”, a medida que se abandona la retórica y se pisa la realidad, la excitada vanguardia independentista exige inequívocas adhesiones al Dogma, y, cuanto más rígido es dicho dogma, cuanto más inflexible es la ortodoxia, más estrecho se hace el espacio sociológico sobre el que se sustenta el nacionalismo.

Esta estrechez, esta ineludible sumisión a la ortodoxia, este vértigo al abismo de la realidad política, social y económica, hace que se desborde la supuesta unanimidad y transversalidad del movimiento independentista y aparezcan las primeras dudas, las primeras grietas, las primeras deserciones, una heterodoxia que pronto será tachada de herejía por los talibanes del soberanismo, imagino que los empresarios, el poder financiero y los (nominalmente) nacionalistas “moderados” estarán más que preocupados ante un Proceso preñado de populismo y economicismo bolivariano.

Este progresivo desencantamiento de la pesadilla nacionalista, este despertar a la dura realidad, lo encontramos en los que en otros tiempos se definían como ese “nacionalismo moderado” (cosa que el tiempo ha demostrado ser un oxímoron), en un artículo del pasado día 4 de diciembre el nuevo director de La Vanguardia volvía a apostar por un escenario de “diálogo”:  El Gobierno de España tiene margen para moverse, aunque los sectores más duros intentan atarlo de pies y manos, y el Govern de la Generalitat debería no dejarse desbordar por las emociones…”.

Marius Carol acaba su reflexión con una figura cinematográfica con la que trata de igualar a las “dos partes” en un futurible momento de negocial: “También Thelma y Louise estaban excitadas al volante. Sin embargo, no se trata de saltar al vacío, sino de aterrizar en el futuro.”

Llama la atención de quiénes hasta hace poco clamaban y vitoreaban para que Louise acelerase hacia el precipicio de la secesión ahora traten de equiparar en legitimidad y en la responsabilidad del desafío y el chantaje independentista, imagino que están construyendo un relato con el que reconstruir el statu quo previo a la deriva rupturista.

El problema es que en Cataluña solo tenemos a una alocada Louise –en forma de presidente de la Generalitat-, un piloto que nos conduce a toda velocidad hacia el precipicio de la marginalidad europea, hacia la intemperie económica y la desigualdad social, siguiendo la metáfora, el automóvil llamado Cataluña es un coche con los cristales tintados para no dejar a los pasajeros, aquellos que estamos secuestrados y silenciados por un movimiento anacrónicamente suicida, que, o bien nos lanzamos al precipicio de la realidad o nos chocamos con la pared de Historia.

No sé si Thelma será Mariano Rajoy, pero lo que sí es cierto es que todo este proceso no puede acabar en un remake de la infame era pujolista, ni los catalanes podemos tolerar seguir siendo rehenes de intereses electorales, ni, por supuesto, se puede dar un “diálogo” entre iguales que cuestione derechos fundamentales o que estos sean tomados como cesiones en la negociación, el Estado debería retomar su legitimidad y hacer cumplir la legalidad democrática en Cataluña, España debería cerrar el ciclo histórico de sumisión al relato nacionalista de reclamación victimista sin fin y utilizar todas nuestras energías políticas en regenerar el sistema democrático y pensar el futuro en clave europea.

Te puede interesar

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído