Los productores de televisión en Irán lo tienen realmente complicado. Por un lado, más de 500 cadenas satelitales extranjeras, a las que tienen acceso casi la mitad de los 70 millones de iraníes, suponen una competencia demasiado poderosa. Por el otro, el clero reclama programas de entretenimiento, pero al mismo tiempo exige el mantenimiento de las disposiciones islámicas y pide fidelidad ideológica.
“Eso, en los hechos, se vuelve muchas veces una misión imposible”, confiesa un productor iraní en declaraciones a la agencia DPA.
Uno de los principales problemas es el velo obligatorio que deben llevar las mujeres iraníes. Además, las actrices no pueden tocar a sus colegas masculinos en las series, y mucho menos abrazarlos o besarlos. Por lo tanto, se pierde mucho en dramaturgia. Por ejemplo, una madre no puede abrazar a su hijo que regresa tras muchos años de la guerra Irán-Irak (1980-1988) y debe expresar sus emociones sin contacto físico.
Una declaración de amor se tiene que expresar con una breve mirada y una sonrisa. Y en escenas muy sencillas, como las que muestran a alguien acostándose, las mujeres, al contrario de lo que hacen en la vida real, deben ir a la cama con el velo.
En las series o telefilmes extranjeros, las escenas “inmorales” son censuradas. Por eso, muchas veces los espectadores no pueden seguir muy bien las tramas, dado que junto con las escenas censuradas también desaparecen los diálogos.
En la presentación de la nueva película de la “Pantera Rosa”, a la actriz y cantante estadunidense Beyoncé, que en una escena aparece con un vestido de escote profundo, se le pintó una blusa blanca sobre el cuerpo.
“Ese camuflaje fue más gracioso que la película misma”, dice Asin, de 28 años, que compró la versión original en el mercado negro. Pero la televisión estatal Islamic Republic of Iran Broadcasting (IRIB) también debe mantenerse fiel al régimen en lo ideológico.
La cadena se concentra, por ejemplo, en el debate sobre Israel y Palestina, que cobró actualidad desde la llegada a la presidencia de Mahmud Ahmadineyad en 2005.
Tras asumir el cargo, Ahmadineyad predijo que el estado judío sería borrado del mundo islámico con ayuda de las milicias rebeldes palestinas.
Luego calificó el Holocausto de “invento” y organizó incluso una conferencia sobre el tema, con el fin de permitir a “científicos e historiadores” investigar la verdadera dimensión del genocidio contra los judíos en la Segunda Guerra Mundial “sin que sean detenidos por ello”.
La conferencia, sin embargo, resultó ser un encuentro de antisemitas y neonazis, que ofendió profundamente a los más de 25.000 judíos que residen en Irán.
Para dejar en claro que Ahmadineyad e Irán no están en contra de los judíos, sino de los “sionistas” y su política en Palestina, IRIB produjo con gran despliegue una serie con el título “Ecuador Grado Cero”.
Se centra en un joven iraní que gana una beca para estudiar en Francia, donde se enamora de una compañera francesa judía.
Tras la ocupación de Francia por los nazis, le consigue a ella y a su familia pasaportes iraníes y los lleva a Irán, para que puedan huir de los nazis y las cámaras de gas.
Para aumentar la tensión de la serie, el hombre tiene además una lista secreta de nombres vinculada con los planes de invadir Palestina, que “círculos sionistas” quieren conseguir a toda costa.
“Creo que la serie es buena, sobre todo porque la historia se basa en hechos reales. Persas y judíos nunca fueron grandes amigos, pero tampoco enemigos”, dice Samira, de 23 años, que sigue regularmente la serie de 22 capítulos.
También la comunidad judía en Irán alabó la serie. “Es definitivamente un intento de reparación por toda la deplorable retórica sobre el Holocausto”, explicó un médico judío en Teherán a la agencia DPA.
“Ecuador Grado Cero” es una de las series más populares en Irán. A pesar de que en el país no se miden las cuotas de audiencia, hay encuestas que indican que cada semana la siguen más del 45 por ciento de los telespectadores.
(Fuente: DPA)
