Estamos ante la televisión de la nada, del humo. El especial sobre Rocío Jurado que se emitió el 14 de diciembre de 2021 en Telecinco, fue el espectáculo más inútil, vacío y vergonzoso que se recuerda en años.
Fue algo demencial pero, por otro lado, digno de estudio. Ese martes 14 de diciembre, ‘Sálvame’ se vistió de gala, puso toda la carne en el asador, contrató a artistas invitados de renombre, se grabó en un plató distinto, como si fuera una gala de prime time, con un gran despliegue de medios técnicos: helicópteros, equipos en un radio de más de 50 kilómetros… Y todo para una mudanza. Sí, señores, una mudanza. No había truco alguno. Se trasladaron 18 contenedores en varios camiones. Punto. Esto es hacer televisión vacía y lo demás son tonterías.
Ya se había anunciado la semana anterior. Rocío Carrasco había descubierto que todas las pertenencias de su madre estaban metidas en un almacén. Objetos que pertenecían a la casa de La Moraleja en la que vivió la gran Rocío Jurado.
Carrasco, amiga ya del sensacionalismo tras su docuserie, no ha tenido reparos en aceptar que las cámaras de Telecinco se metan en las intimidades más profundas de su progenitora.
Carrasco, muy teatralizada ella, muy en plan diva, se quedaba quieta mientras los camiones cargaban los contenedores como si estuviese viendo un paso de semana santa.
Luego, varios equipos perseguían a los camiones con helicópteros mientras que varios reporteros, vestidos como si fuese Nochevieja, esperaban a verlos pasar desde puentes. Ah, y nos olvidamos de que también estaba por ahí un grupo de fans con pancartas de Rocío Jurado, aplaudiendo y gritando de alegría al ver pasar un camión. Repito, un camión con muebles viejos. ¡Es absurdo!
Mientras, en plató, Jorge Javier Vázquez y su séquito nos vendían que era algo inaudito, un evento sin precedentes. Obviamente lo era. Jamás se ha creado tanto alboroto por una tontería semejante.
Para amenizar la tarde, pasaron por allí varios cantantes famosos para homenajear a la más grande mientras la gente fingía que se emocionaba.
Y para colmo, llega el final, abren los contenedores y Carrasco empieza a sacar ropa de su madre, perfectamente planchada y limpia, sin una mota de polvo.
¿Y todo para qué? Para nada. De verdad. Era tal el nivel de vergüenza ajena que provocaba todo que solo podemos aplaudir a sus responsables por tener el valor de crear algo tan grande y tan vacío.
Y lo irónico (o triste) es que la estrategia funcionó. ‘El último viaje de Rocío’ (que así se llamaba el experimento) consiguió un notable 17,9 % de share. Poco nos pasa…
