Por José María Arévalo
(La escultura de san Sebastián del genio renacentista Diego de Siloe)
“Una talla de Diego de Siloe de 5 millones de libras”, titulaba El Mundo el pasado 29 de junio, informando que ese es el precio de venta de un ‘san Sebastián’ de casi metro y medio de altura que era exhibido esos días en la Feria TEFAF de Maastricht. Es el mismo que comentábamos hace unos días – el pasado día 3- en el post “Artistas españoles en Nápoles, en el Cinquecento”, es una de las obras más relevantes de la exposición “Otro Renacimiento. Artistas españoles en Nápoles a comienzos del Cinquecento” que presenta el Museo del Prado del 18 de octubre al 29 de enero.
El artista burgalés Diego de Siloe (c. 1490 – 1536) está en estas fechas en el candelero del mundo de arte por la puesta a la venta de una extraordinaria escultura labrada en su etapa napolitana, un impresionante san Sebastián en mármol de Carrara que fue presentado en la 35ª edición de la feria TEFAF Maastricht, que se celebró hasta el 30 de junio pasado. La escultura de Siloé mide 145 cm y está labrada en mármol de Carrara.
La pieza, según informa la galería londinense Lullo Pampoulides, perteneció a la colección del marqués Raffaele Cappelli di Toirano (1818-1921) en Castello della Crescenza desde, al menos, finales del siglo XIX. Más tarde fue adquirida por un coleccionista privado italiano a principios de la década de 1970 y en 2016 pasó a manos de otro. El precio demandado por este san Sebastián -según ha confirmado Andreas Pampoulides, cofundador de Lullo Pampoulides, a Posts US News- es de 5 millones de libras esterlinas (5,8 millones de euros al cambio). Un gran espaldarazo en la cotización y en la fama del autor de la Escalera Dorada de la Catedral de Burgos. La escultura atribuida al virtuoso burgalés tiene 145 centímetros de altura y está tallada en mármol de Carrara, el material preferido por los grandes maestros del Renacimiento italiano.
Su realización está enmarcada entre los años 1514 y 1515, cuando Diego de Siloe y Bartolomé Ordóñez trabajaban en la capilla Caracciolo di Vico de la iglesia de San Giovanni a Carbonara de Nápoles. En las obras labradas por el escultor en esta época «se detectan notables ecos de Miguel Ángel y Donatello», como destacaron Alberto C. Ibáñez y René Jesús Payo en su estudio “Del Gótico al Renacimiento. Artistas burgaleses entre 1450 y 1600”. Otro investigador que ha analizado esta etapa es Riccardo Naldi en su obra “Magnificence of Marble: Bartolomé Ordóñez and Diego de Siloe”.
El diseño de esta escultura de gran tamaño está muy relacionada con otros dos ‘sansebastianes’ surgidos de las talentosas manos de Siloe: uno, en la citada capilla Caracciolo di Vico de Nápoles, y otro que se puede contemplar en la iglesia de la localidad serrana de Barbadillo de Herreros. Para el catedrático de Historia del Arte de la UBU René Jesús Payo «la autoría de esta obra me crea muchas dudas, aunque evidentemente me gustaría que fuera de Siloe, un artista destacadísimo del arte burgalés y español. Todavía queda mucho por investigar en la etapa napolitana de Diego…», añade.
El también director de la Institución Fernán González lleva bregando mucho tiempo con una monografía sobre este escultor y arquitecto renacentista. «La tengo muy avanzada. Precisamente necesito un tiempo largo de estudio de su estancia en Italia para completarla». Payo indica que el precio de venta de la escultura, casi 6 millones de euros, le parece que está «fuera de mercado».
GENIO DEL RENACIMIENTO
Siloe, junto a el también burgalés Bartolomé Ordóñez, fueron los introductores en España de las corrientes renacentistas surgidas en Italia del ingenio de maestros como Leonardo, Miguel Ángel, Donatello, Bramante… Ambos viajaron a dicho país para empaparse de esas nuevas formas en torno a 1509, cuando el hijo del maestro Gil abandonó el taller de Felipe Bigarny por desencuentros con el Borgoñón, obrador donde es probable que también trabajara Ordóñez según la catedrática de Historia del Arte de la Uva María José Redondo Cantera. Tras su vuelta de Italia, Diego de Siloe se consagró en Burgos con obras como el sepulcro del obispo Luis de Acuña, la Escalera Dorada o el retablo mayor de la capilla de los Condestables -realizado junto al maestre Bigarny-, así como piezas maestras de la escultura como las tallas de santa Casilda o el Cristo atado a la columna. Tras esta etapa, marchó finalmente a Granada en 1528, donde se consolidó como un referente de la arquitectura con diversas obras en el monasterio de San Jerónimo y la Catedral granadina, entre otros.
En la exposición “Otro Renacimiento. Artistas españoles en Nápoles a comienzos del Cinquecento” del Museo del Prado, pueden verse, hasta el 29 de enero, de Diego de Siloe seis obras: el San Sebastián que hemos comentado, talla en mármol, h. 1514-15, de una colección particular; La Virgen con el Niño, talla en mármol de 1513-14, en la Chiesa di Santa Maria dei Pignatelli, Nápoles; San Juan Bautista, talla de madera policromada, de hacia 1520, Catedral de Santa María, Burgos; San Miguel Arcángel, talla de madera policromada, de hacia 1525, de la iglesia parroquial de Santa María la Real de Sasamón (Burgos); un San Sebastián, talla de mármol de hacia 1520-25, de la iglesia parroquial de Barbadillo de Herreros (Burgos); y un Cristo flagelado, talla en madera de hacia 1525, del Museo Catedralicio de Burgos.
Es, creo, el mejor representado en la muestra, lo que apoya esta idea de que tenemos a nuestro Diego de Siloe de moda. Ya les he animado a no perderse la actual exposición temporal de El Prado, en el artículo sobre ésta; ahora lo hago también para que acudamos a la catedral de Burgos donde Siloe es también figura principal. Una maravilla.