Acuerdo que valida la violencia como método de presión política marca la primera semana de la Convención Constitucional” fue el titular principal del diario El Mercurio, el más conservador e históricamente influyente de Chile, el sábado 10 de julio.
El periódico enjuició así el primer acuerdo público aprobado, el jueves 8, por el órgano que redactará la nueva Constitución Política del país, que demanda acelerar la tramitación del proyecto de ley de indulto para los presos por el estallido social de 2019 y el que obtuvo una mayoría superior a los dos tercios de sus miembros (105 votos), aunque requería sólo mayoría absoluta.
La ofensiva ha sido acompañada, aunque con tono más bajo, por otros medios de la prensa dominante, que se han mostrado inusualmente críticos con las primeras acciones de la convención elegida en mayo pasado, en la que los representantes de la derecha hoy en el gobierno están en franca minoría. De este modo, se ha puesto énfasis incluso en problemas logísticos que dificultaron el inicio de las sesiones y se ha responsabilizado de ello a los propios convencionales, en circunstancias que el retraso se debió a que el gobierno, a través de sus encargados, no habilitó técnica y oportunamente las salas del Congreso Nacional en Santiago para el trabajo constituyente y terminó resolviendo el problema en unas cuantas horas, confirmándose los reclamos de los afectados.
El mismo jueves, el vespertino La Segunda destacó en portada al vicepresidente del órgano redactor titulando “El mea culpa de Bassa por el desorden de ayer” y, en su páginas interiores, frases de entrevistados tales como “perder el prestigio ciudadano” o el posible deterioro de “las confianzas internas y la validez de la toma de decisiones”. Conjuntamente, en otra entrevista, el ex Presidente uruguayo Pepe Mujica declaraba: “Tengo miedo de que la Convención sea una bolsa de gatos”.
Un programa periodístico radial, además, abrió el viernes 9 con una alocución editorial sobre los primeros días de la Constituyente, criticando ácidamente la suspensión de las actividades hasta este martes, llamando a sus integrantes a “trabajar” y recordándoles el mandato de una ciudadanía que incluso había “perdido ojos” (por las movilizaciones). Una crítica así podría ser “empática” si no fuera porque emanó de una línea mediática no precisamente adicta a una nueva Constitución y menos aún a las manifestaciones callejeras que la impulsaron.
Perfeccionamiento
El acuerdo aprobado por la Convención Constitucional, por 105 votos a favor, 34 en contra y diez abstenciones, demanda al gobierno y al Congreso “máxima celeridad” en la tramitación del proyecto de indulto general a los presos por el llamado “estallido social”. Se entiende aquí que éste correspondió a un acontecimiento popular e histórico, que abrió de hecho un proceso constituyente necesario ante la inmovilidad de la elite política y que fue reprimido indiscriminadamente, como delincuencia común y más allá del debido proceso judicial, por las autoridades competentes. Demanda también la desmilitarización del territorio mapuche, entre otros reclamos, y precisa que no se arroga atribuciones de otros poderes del Estado.
Cabe acotar que el quórum de dos tercios es la máxima supramayoría para reformas fijado por el aún vigente texto constitucional proveniente de la dictadura, y fue mantenido por los dirigentes políticos que dieron curso al proceso constituyente como regla general de aprobación de propuestas para la Convención Constitucional, lo que es resistido al interior de ésta.
Los redactores de la nueva Constitución, es cierto, deben hacer su trabajo con autonomía, transparencia y dedicación, e inspirarse básicamente en la libre manifestación de ideas y no en la contingencia a cargo de otras autoridades. Pero para eso requieren también un gobierno atento, eficiente y respetuoso tanto de su sensibilidad social como del proceso al que él mismo solemnemente convocó, igual que medios informativos que ejerzan el escrutinio público y la crítica buscando su perfeccionamiento y no su fracaso, sobre todo cuando algunos de estos últimos tienen una oportunidad de aliviar su lamentable pasado reciente en esta materia.
Después de todo, es el debut de la primera convención constituyente elegida en forma democrática en la historia de Chile. Su prueba de fuego estará en llevar adelante los cambios que correspondan a lo que la mayoría ciudadana espera de los convencionales que eligió.
J.F.S.