Confieso que cuando leí el titular de la noticia, «Hombres maltratados por sus mujeres», publicada en la web del PP de Madrid, tuve que restregarme un par de veces los ojos: ¡¡Milagro!!…¡¡por fin el PP escuchaba a sus bases!! Claro que al entrar y ver que no se trataba de una propuesta del «aparato» del PP sino del magnífico trabajo de un sufrido votante, volví a la cruda realidad.
Vivir para ver, como ya dije al comentar la interpelación urgente que Sandra Moneo, portavoz del PP en el Congreso para «Igualdad», le hizo a la ínclita ex ministra Aído, hoy secretaria de Estado de la cosa. Los mismos «populares» que clamaban por la desaparición del infausto ministerio de Igual-dá resulta que tienen sus propias representantes y portavoces para la Igual-dá en el Congreso. Marxista (de los hermanos Marx)
El meollo de la filosofía «popular» en cuanto a la inicua ley integral de violencia de género (LIVG) -según le dijo Moneo (doña Sandra) a su homóloga Aído (doña Bibiana)- se resume en pedir más mano dura contra los varones exigiendo al PSOE que dé una vuelta más de tuerca en la aplicación de una ley tan injusta y totalitaria; una ley que vulnera flagrantemente los derechos humanos de la población española (varones) por el simple hecho de serlo. Una ley de autor -para hombres-, sexista, discriminatoria y brutal, como las monstruosas leyes para judíos o para negros; una ley que en sus seis años de infausta existencia ha llevado -automática y preventivamente- a más de 1.000.000 (sí, sí, un millón) de varones inocentes al calabozo, pisoteando derechos fundamentales que recoge la Constitución y el derecho internacional, como los de igualdad ante la ley y la presunción de inocencia. Un genocidio. Un guantánamo judicial contra el varón, como denuncia el heroico juez Serrano. Y la no menos admirable María Sanahuja, jueza ex decana de Barcelona.
Según consta en el acta de sesiones del Congreso, doña Sandra le dijo literalmente a doña Bibiana: «Me gustaría salir de aquí oyendo que está usted dispuesta a hacer cambios en la ley, a impulsar los juzgados de violencia sobre la mujer y la prueba preconstituída; que está dispuesta a poner sobre la mesa equipos forenses de valoración y que está dispuesta a escuchar a las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado, que siguen teniendo los mismos instrumentos que hace años». Más papista que el Papa. O sea.
A la vista de esta declaración de intenciones del Grupo popular en el Congreso y del estupor profundo que me produce, entre otras cosas, su exigencia de que se admita la denuncia de la mujer en los conflictos «de género» como PRUEBA PRECONSTITUIDA ¿alguien sueña que si el PP alcanza el poder vaya a derogar, o a modificar sustancialmente, una ley tan brutal como execrable? Aunque sea en defensa del Estado de Derecho, de la Justicia y la Igualdad de todos los ciudadanos. Aunque sean varones.
Tristementemente, el espíritu del PP a propósito de los fundamentalistas dogmas «de género», y de su buque insignia, la LIVG y sus derivadas perversas (denuncias falsas, síndrome de alienacíón parental, alejamiento de los hijos y destierro; criminalización y estigma social; ruina, en fin, psíquica, moral y económica del varón por el hecho de serlo) se resume en dos palabras: ¡¡Más madera!!
Pena de la derecha sociológica española y sus 10 millones de votantes, puteada y perpleja ante la ejecutoria política de unos líderes, que en lugar de defender los intereses y aspiraciones de la inmensa mayoría de sus votantes, los ningunean y traicionan creyendo que tienen su voto cautivo, con guiños permanentes al electorado socialista con políticas «de progreso» -en busca del millón de votos que necesitan para alcanzar el poder-, como hacen en este caso pidiendo el endurecimiento de las totalitarias políticas «de género».
Y se equivocan. Pueden perder parte -ya veremos hasta qué punto importante-, del apoyo de sus votantes sin arañar ni un solo voto socialista. Pena que como principal partido de la oposición y presunto inquilino de la Moncloa el PP, por su cobardía, su inacción y/o sus complejos, haya renunciado a los principios en seguimiento lanar de los de la izquierda más radical y deleznable de Europa; pena que el PP sea incapaz de liderar el cambio político -y la regeneración democrática- que hoy más que nunca precisa España en una situación tan crítica como la actual frente al peor presidente de nuestra historia, Jose Luis Rodríguez Zapatero.
