Cajón de Sastre

Rufino Soriano Tena

De vacunas, gordura mórbida y nada más

Mi señoría está perplejo, / ¿qué le pasa ahora a éste? / Pues que se mire al espejo / a ver si tiene la peste. // No hay peste, que son vacunas / que políticos ansiosos / ya se ha puesto ellos una / como viejos andrajosos. // Y si inoculado te has,/ ten cuidado mozalbete, / porque vendrá el caporal / a decirte, sin más: ¡Vete! // Vete al menos del partido / aunque sigas en tu puesto / porque el jefe ha decidido / que no debiste hacer esto.

…..   …..   …..   …..

Bueno, me refiero a las vacunas que inoculado se han nuestros queridos políticos, aunque dando un brinco, es decir, saltándose a la torera el protocolo que había establecido el alto mando sanitario. En efecto, ese alto mando sanitario que no hace más que obedecer a un inexistente grupo de expertos que, si se les juzgara por sus frutos, está claro que no dan la talla. Pero, ¿cómo van a dar la talla si no existen? Ah, ya se ha comprobado su existencia, aunque hayan tenido que esperar con paciencia… Claro, con el portal de transparencia se despierta la conciencia y no se pierde la inocencia… Disculpen vuesarcedes, pero he tenido un acceso de ´ripiopatía´ que no me da todos los días, pero cuando me da…  Lo tengo dicho: me pasa lo que le acontecía a un tal Ovidio , poeta él, que “quidquid tentabat dicere versus erat”. Anda, para que te vayas con los soldados y te dejes la puerta abierta. Y él -se refiere mi señoría al vate en cuestión- ni se iba con los soldados, ni se dejaba la puerta abierta. Ni mucho menos. Él iba al ágora o adonde tuviera que ir, en cuadrigas o en lo que se utilizara como transporte público entonces, como lo haría cualquiera de nosotros, y comía no sé si tan bien como algunos de vuesarcedes que me da la sensación de que se exceden en esto del yantar consumiendo manjares exquisitos. Pero, bueno, eso ¡allá vuesarcedes!  Aunque no estaría mal decirles que comer mucho, aunque sea bueno, es malo porque, de ordinario, comiendo esos manjares se engorda y luego, para ´desengordarse´, es decir, para adelgazar, les va a costar lo suyo. No, si no es coste pecuniario o ´eurístico´, no.  Aunque también, porque si vuesarcedes se hinchan  e   ingieren viandas a lo bestia, por muy exquisitas que éstas sean, el incremento de su peso, en casos generales, es inevitable pudiendo llegar incluso a lo que los expertos llamamos grosura mórbida. Y si esto acontece, que acontecerá, cuando intenten vuesarcedes meter su cuerpo en su habitual atuendo, en las ropas de antes, comprobarán que no entran en ellas. Y en ese caso, qué se puede hacer. Pues es muy sencillo: adquirir prendas de tallas superiores. Pero es que esto cuesta una pasta, claro. Ergo la ingesta excesiva / también hiere al monedero / y ello es cosa mala, pero… /

Dicho lo cual, mi señoría cree que ya procede practicar lo que dice aquel sintagma tan conocido por vuesarcedes: «calla que tu silencio es descanso para los demás». A que sí… ¿O no?

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Autor

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

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