Cajón de Sastre

Rufino Soriano Tena

Vacunado que me he, es decir, que me han (1)

En efecto, ayer tarde fui un paciente de los de más de ochenta años que, en Madrid, me vacunaron contra la Covid-19. Bueno, mi señoría aun no sabe si Covid-19 es el o la. Y esto, hoy día en que se está elaborando una ley a propósito de esta cuestión tampoco sé si he de decir del género o del sexo, aunque es del sexo; repito, esto, hoy día podía tener cierta importancia, pero hay tantas cosas que desconocemos actualmente sobre el coronavirus que… Y no solo los profanos sino incluso los expertos con alto grado de ´expertez´ que diría una Vicepresidente del Gobierno.

Pero en fin, volvamos a lo que íbamos en la chirigota, cuchufleta o rechifla presente. En el día de ´autos´ citaron a este ilustre carcamal, de 93 tacos (de almanaque) que es mi egregia señoría, a las 16:19, para proceder a su (es decir, a mi) parcial inmunización del la o el Covid-19 citado ut supra. Había de acudir a esa hora al ambulatorio de la seguridad social al que pertenezco. Ni que decir tiene que uno, como ciudadano obediente, se proveyó del servicio de un Cabify, personándose, con unos minutos de antelación en el citado lugar, teniendo en cuenta que el acceso al edificio correspondiente, ¡ojo!, no era por la puerta habitual sino por otra distinta. Sin duda, para evitar eventuales contagios, pensé. A mi señoría le acompañaba la señora que habitualmente me cuida y cuando llegamos allí había un guirigay tal en la calle, a la puerta por la que había que acceder, que mi señoría ya se hizo cargo del caos que estaba siendo aquello. Imagínense vuesarcedes unos cien o más viejos, algunos con acompañante, muchos en sillas de rueda, pendientes de que una enfermera les nombrase, porque, eso sí, pese a que la hora de cita era tan precisa, allí lo efectivo era que te llamasen por tu nombre y entonces accedías. Lo malo era poder oír a la enfermera habiendo allí la multitud de carcamales que había, hablando a voz en grito porque, como es sabido, los viejos solemos ser duros de oído y no nos queda otro remedio que elevar la voz si queremos entendernos entre nosotros.  Mi señoría desconoce a qué hora estaban citados los demás pero lo cierto es que a mi me llamaron unos cincuenta minutos después de la hora a la que estaba citado. Y sí, una vez que accedí al ´salón de degüello´, la amabilidad y el buen trato de las enfermeras fue excelente. Aparte de éstas había una señora y un señor, ella con un ordenador delante, y debían estar controlando los datos de quiénes éramos vacunados y posibles incidentes si surgía alguno.

En otra chirigota de éstas mi señoría tratará de contarles a vuesarcedes lo que aconteció y lo que no durante mi permanencia en el interior de la sala del ambulatorio que creo que puede interesarles. ¿O no?

 

27-02-2021.

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Autor

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

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