Cajón de Sastre

Rufino Soriano Tena

Vacunado que me he, es decir, que me han (2)

La verdad es que se me ocurre iniciar esta segunda parte con el “decíamos ayer…”  o, por chamullarlo en latín, “dicébamus hesterna díe…”, frase que, como saben vuesarcedes, se le atribuye a Fray Luis de León, que dizque que fueron las palabras con que reanudó sus clases, en la Universidad de Salamanca, al regresar de los tres o cuatro años que estuvo en el trullo gracias a la Inquisición por haber traducido partes de la biblia a la lengua vulgar. Y como les dije que en otra chirigota de éstas mi señoría trataría de contarles a vuesarcedes lo que aconteció y lo que no durante mi permanencia en el interior de la sala del ambulatorio o ´salón de degüello´…, pues eso.

Y bien, una vez que me introduje en aquel lugar, si bien es cierto que la amabilidad y el buen trato de las enfermeras fue excelente como ya se dijo, sin embargo la información que se nos dio, al menos durante el tiempo que mi señoría estuvo presente, fue ciertamente escasa. La cosa aconteció así: la enfermera me indicó dónde me había de sentar. Descúbrase, por favor. Una vez que me hube quitado la chaqueta me dijo: ah, usted viene con camisa. Y mi señoría, como excusándose: es que no sabía que… Bueno, no se preocupe. Descúbrase el hombro izquierdo, por favor. Y yo: ¿no podría ser en el derecho, porque el brazo izquierdo en ocasiones se me duerme y me molesta por otros achaques? ¿No puede ser el derecho con objeto de observar eventuales cambios que me pueda provocar la vacuna? Pues sí, me contestó. Y desnudo mi hombro derecho, me vacunó, me puso un esparadrapo con gasa en el pinchazo y me dijo: Pues ya está. Ahora espere un rato por si tuviera alguna reacción alérgica o algo que podamos ayudarle. Yo le aviso cuándo se puede ir ya. Dicho lo cual mi señoría se revistió y esperó a que le avisara la señorita y avisado que le hubo, uno puso sus pies en polvorosa, se reunió con su cuidadora que esperaba fuera, y regresamos a casa. Fin del evento sanitario.

¿Qué ha echado de menos mi señoría en todo esto? Pues miren vuesarcedes: en primer lugar  creo que el barullo que les conté que había antes del entrar en el que llamado he ´salón de degüello´, ese barullo, caos o desorden se puede evitar citando escalonadamente a los viejos que se vayan a vacunar y luego que se provea a la enfermera o persona que llame a los ´vacunandos´ de un altavoz o similar para que los interesados puedan oír su voz cuando les llaman. Y una vez dentro ya de recinto, que el señor que he dicho que estaba al lado de la dama situada frente al ordenador, que supongo que será médico o quien sea que nos hubiese contado algo acerca de la vacuna que se nos iba a inocular, infundir o poner -o se nos había inoculado, infundido o puesto- como, por ejemplo, cuál de ellas era (si la de Pfizer, la Moderna, la Oxford-AstraZeneca o la que sea); si era en más de una dosis, para cuándo estaba previsto que habría que someterse a los eventuales pinchazos; qué reacciones se preveía que pudiese provocar, etc., etc. Y si no, todo esto haberlo imprimido en una simple cuartilla en que se nos dijeran más o menos estas cosas. Lo que no hace bonito, piensa mi señoría, es que hoy -tres días después de hacérmelo- acaba de sonar mi teléfono y me citaban para que fuese a vacunarme. Y cuando dicho les he que estaba ya vacunado desde el viernes, la verdad es que no han mostrado extrañeza alguna, por lo que he deducido que esto les debe estarles ocurriendo con cierta frecuencia. Y es que “ubi non est ordo ibi est confusio”.  ¿O no?

 

La chirigota, cuchufleta anterior -«Vacunado que me he, es decir, que me han (1)»- puede leerse sin más que pinchar aquí.

 

1-03-2021.

 

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Autor

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

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