Tienen una cara que se la pisan.
Cierto que la incoherencia es casi una seña de identidad para ellos, pero lo tremendo es que encima intentan dar lecciones.
El inicio del curso escolar 2025-2026 ha reavivado una de las controversias más persistentes en el panorama político español: la coherencia entre lo que predican los líderes de izquierdas y sus decisiones personales en materia educativa.
En los últimos días, figuras como Pablo Iglesias, Irene Montero, Pedro Sánchez y Félix Bolaños han vuelto a estar en el centro del debate tras revelarse que han elegido la educación privada para sus hijos, a pesar de sus severas críticas públicas hacia este modelo educativo.
La paradoja es palpable y el debate, recurrente.
Muchos ciudadanos observan con incredulidad cómo aquellos que han elevado la defensa de la escuela pública como bandera, al tiempo que acusan a la privada de ser un “mecanismo de segregación social”, terminan optando por lo más exclusivo para sus propios hijos.
Casos emblemáticos y frases para la hemeroteca
Entre los episodios más destacados figura la decisión de Pablo Iglesias e Irene Montero, quienes han matriculado a sus tres hijos en un colegio privado situado en el noroeste de Madrid, con un coste medio de 500 euros al mes por alumno. Esto se traduce en un desembolso anual que ronda los 15.000 euros, una cifra considerable que ha generado sorpresa incluso entre sus propios seguidores.
Resulta curioso recordar que Iglesias no solo defendió durante años la educación pública, sino que llegó a afirmar que aquellos que optan por la privada “no desean que sus hijos se mezclen con los niños de clase obrera” y consideraba que este tipo de educación es “un mecanismo de segregación social”. Sin embargo, este curso ha sido visto en varias ocasiones junto a Montero en la puerta del colegio privado.
No son los únicos. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, ha criticado las universidades privadas llamándolas “chiringuitos” y “máquinas expendedoras de títulos”, pero su hija pequeña está actualmente matriculada en un doble grado en una universidad privada católica de renombre, cuya matrícula anual asciende a casi 13.000 euros.
También está en esta lista Félix Bolaños, ministro de la Presidencia y Justicia, quien decidió sacar a su hijo de un colegio público para inscribirlo en uno de los centros privados más selectos de Madrid. Por su parte, Pilar Alegría, ministra de Educación, eligió igualmente un colegio privado internacional para su hijo en Zaragoza. Incluso la exministra Isabel Celaá llevó a sus hijas a centros privados y concertados antes de abogar por políticas que limitaban la educación concertada.
Ranking de incoherencias: ¿quién es quién?
No resulta sencillo establecer un ranking claro de contradicciones, pero si se considera el impacto mediático junto con las declaraciones previas, algunos casos resaltan:
- Pablo Iglesias e Irene Montero: del alegato contra el elitismo al registro en un colegio privado laico en Las Rozas.
- Pedro Sánchez: pasando de calificar como “chiringuitos” a las universidades privadas a inscribir a su hija en una prestigiosa institución educativa.
- Félix Bolaños: del colegio público al exclusivo Estudio de Madrid.
- Pilar Alegría: ministra con hijo matriculado en el Liceo Francés Molière de Zaragoza.
- Isabel Celaá: defensora de restricciones hacia lo concertado, con hijas formadas en centros privados y Universidad de Deusto.
Curiosidades y datos locos del fenómeno
La controversia no se limita al ámbito español. En otros países europeos también ha surgido el mismo debate sobre las decisiones educativas familiares frente al discurso político. No obstante, el archivo español es especialmente rico en frases y actitudes contradictorias.
Algunos datos interesantes:
- El colegio elegido por Iglesias y Montero es gestionado por una cooperativa docente y se presenta como “pequeño, cercano y centrado en el bienestar del alumno”. Sin embargo, su cuota mensual (500 euros por niño) está fuera del alcance para muchos.
- El propio Iglesias llegó a votar durante una jornada electoral en el colegio público donde deseaba que asistieran sus hijos según sus propias declaraciones. Al final, las cosas han tomado otro rumbo.
- Aunque ha criticado públicamente las universidades privadas, su hija estudia actualmente en una delas más exclusivas situadas en Madrid.
- En las últimas décadas, el número de universidades privadas ha aumentado notablemente en España, superando incluso a algunas públicas en diversas comunidades autónomas.
- La representación femenina entre profesorado y alumnado es superior en universidades privadas comparadas con las públicas.
El auge de la educación privada: contexto y tendencias
Más allá del terreno político lleno de contradicciones, es innegable que la educación privada está experimentando un crecimiento imparable en España. La escasez de plazas disponibles en escuelas públicas, junto con una creciente demanda por entornos educativos personalizados y una expansión significativa del sector universitario privado son factores clave detrás de este fenómeno.
Algunos datos relevantes:
- Desde 1991 se han creado 42 universidades privadas frente a solo 14 públicas.
- La Comunidad de Madrid se posiciona como líder con 13 universidades privadas mientras cuenta con solo 6 públicas.
- El número total de estudiantes matriculados en universidades privadas ha pasado desde los 50.000 durante los años 90 hasta superar los 300.000 actualmente.
¿Hipocresía o derecho individual?
La libertad educativa está garantizada por nuestra Constitución. Sin embargo, esa disparidad entre lo que proclaman públicamente los políticos y sus elecciones personales genera malestar social e invita a plantear una pregunta recurrente: ¿pueden quienes critican abiertamente la educación privada permitirse luego elegirla sin perder credibilidad?
Mientras tanto, este modelo educativo sigue creciendo atrayendo tanto a las élites económicas como a quienes defendían lo opuesto desde un discurso retórico. Un fenómeno que sigue generando titulares impactantes, frases memorables para el archivo periodístico y muchas preguntas aún sin respuesta.
