Este mono es un fenómeno de la natación

El macaco nadador: ‘escapa de Brasil’ cruzando a nado el río que hace de frontera con Bolivia

Estilo perrito

El macaco ha dejado claro que es un fenómeno de la natación.

Como para pensar en él, de cara a nuevas citas olímpicas.

Un grupo de pescadores grabó cómo un mono cruza a nado el río Iténez, entre Brasil y Bolivia.

En las imágenes se aprecia cómo el simio cubre nadando la distancia que separa las dos orillas del río amazónico.

Todo, en medio de los comentarios de sorpresa de los autores del vídeo.

«Estábamos bromeando diciendo que escapaba de Brasil tras las nuevas elecciones presidenciales».

Eso escribe sarcástico el autor del vídeo.

Es muy raro ver a un mono nadando.

LOS ANIMALES Y LA NATACIÓN

La mayoría de los mamíferos nadan instintivamente porque usan el mismo modo de andar que el que emplean sobre la tierra.

«Si eres un cuadrúpedo, usas un patrón de movimiento ya establecido y lo aplicas al agua».

Por eso los cuadrúpedos que nadan lo hacen al «estilo perrito«.

George Wilson, de la Universidad Nacional Australiana, descubrió que cuando los canguros rojos entran en una piscina, comienzan a nadar al estilo perrito.

Incluso en las criaturas mejor adaptadas, el patrón es más o menos el mismo.

«Un delfín, básicamente, galopa bajo el agua, pero sin piernas».

Pero los simios también son cuadrúpedos. ¿Por qué esta lógica no se aplica a ellos?

En 2013, Bender y su esposa Nicole —una investigadora médica de la Universidad de Bern, en Suiza— desafiaron la sabiduría popular al filmar a un chimpancé y a un orangután nadando en una piscina.

Fue la primera prueba documental de grandes simios nadando.

Aunque pueda parecer contradictorio, los investigadores creen que ese comportamiento explica por qué los simios carecen de la capacidad innata de nadar.

Pecho, la brazada evolutiva

Bender, quien fue profesor de natación, percibió una diferencia clave en la forma en que se movían: menos estilo perrito y más brazada de pecho.

Y cree que ese cambio de estilo no es accidental y que, además, indica una profunda historia evolutiva.

Los ancestros de los simios se adaptaron a la vida en los árboles, no sólo porque no ya tenían necesidad de adentrarse en el agua, sino porque sus sistemas neuromotores y su anatomía se modificó para ello.

Esos cambios tuvieron como resultado simios que no sólo perdieron el deseo sino también la habilidad de nadar al estilo perrito.

Por tanto, la capacidad de nadar no es sólo un efecto de la flotabilidad y del hecho de tener cuatro extremidades, sino que una cuestión de selección natural.

Pero ¿y los humanos?

Hipótesis del simio acuático

Existe una idea generalizada de que los bebés poseen una capacidad innata para nadar.

Pero, aunque aguantan la respiración cuando entran en el agua, eso no significa que puedan nadar.

Al igual que los simios, para hacerlo tenemos que aprender. Y somos capaces de hacerlo bastante bien.

Nuestra afinidad con el agua, en comparación con la de otros simios, es una de las cosas que fomentó lo que se conoce como la «hipótesis del simio acuático».

Esa idea sostiene que muchas de las características que nos definen (falta de pelaje, bipedalismo, grandes cerebros, etc) son resultado de un periodo de nuestra historia evolutiva en el cual tuvimos un estilo de vida semiacuático.

Es una teoría que no tiene apoyo científico, pero sí muchos seguidores.

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