El estigma social de ciertas enfermedades puede «sesgar» el criterio de los médicos

El estigma social que pesa sobre determinadas enfermedades, como el VIH/sida o los trastornos mentales, empeora la salud de los afectados, dificulta su acceso a la sanidad y menoscaba su derecho a tener un diagnóstico médico «sin prejuicios», pues en ocasiones los facultativos fallan en sus valoraciones al dejarse influenciar por las imágenes sociales discriminatorias de determinados colectivos.

Así lo ha destacado este lunes el director general de Salud Pública y Sanidad Exterior, Ildefonso Hernández, en la inauguración de la Jornada de Debate ‘La Discriminación por Enfermedad’, en la que estuvo acompañado por la directora general para la Igualdad en el Empleo y contra la Discriminación, Carmen Navarro.

Según Hernández, en las enfermedades infecciosas es «donde más se ha dado clásicamente el problema del estigma y la discriminación, por asociarse al contagio, la plaga o al pecado». «Esto ha llevado a estas enfermedades, sobre todo a las de trasmisión sexual, a estar ligadas al sentimiento de culpa», ha señalado.

Un ejemplo de esta situación fue el «estigma físico» que supuso la lepra y lo es ahora la «etiqueta social» del VIH/sida pues, según datos de un estudio de la Fundación FIPSE en 2010, «el 20 por ciento de los españoles culpa a los afectados por el VIH de tener este virus y el 27 por ciento piensa que quienes se contagiaron por sexuales o uso de drogas por vía parenteral «tienen lo que se merecen».

A su juicio, esta «visión estigmatizada» de los afectados por el VIH, que «culpabiliza a las personas de los problemas que tienen», dificulta su acceso a los servicios sanitarios y a un diagnóstico médico «sin prejuicios», pues en muchas ocasiones los médicos se ven influenciados por estas imágenes colectivas y fallan en sus valoraciones del paciente.

«CULPAR A LA VICTIMA DE SUS PROBLEMAS»

«Según cómo están en el imaginario colectivo las enfermedades, así lo afrontan los sanitarios y así, a veces, sesgan su forma de actuar, de una forma u otra. Y no sólo en cómo lo afrontan el problema de un paciente, a veces incluso antes de que se demande ayuda médica, porque la distancia social con los servicios se modifica por esos condicionantes y puede que los use peor por ese motivo», denuncia.

Estos pacientes no sólo sufren discriminación en la sanidad, también en ámbitos de la vida cotidiana como el laboral –el 53% de las personas con VIH están en paro–, la escolarización o en tareas como renovar el carnet de conducir.

Sin embargo, el estigma por enfermedad no sólo es un problema de los pacientes con VIH/sida, también lo sufren personas con otras patologías como las mentales, el cáncer, la celiaquía, la diabetes o las enfermedades raras. Incluso las personas con obesidad sufren las consecuencias de la tradición de «culpar a las víctimas de sus problemas», lo que «dificulta el manejo de su problema» y «daña sus derechos».

Ante esta situación, el director general de Salud Pública aboga por «seguir luchando por los derechos humanos» donde, según dice, «nada está ganado, porque su defensa debe ser un trabajo continuado». En esta linea, apuesta por acabar con la discriminación que existe «en determinados reglamentos internos», un área sobre la que tendrá menciones específicas la Ley General de Salud Pública.

Asimismo, defiende la necesidad de fomentar la integración laboral de estos colectivos, labor en la que trabaja el Plan Nacional sobre Sida, buscando implantar en las empresas las normas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en lo relativo a la no discriminación.

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