Alrededor de un 30% de los adultos no realiza suficiente actividad física

¿Sabías qué estamos programados para ser vagos?

¿Sabías qué estamos programados para ser vagos?

Nos encanta el sofá. Alrededor de un 30% de los adultos no realiza suficiente actividad física. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 3,2 millones de muertes se atribuyen a esa falta de actividad física cada año, una muerte cada 10 segundos. ¿Por qué somos incapaces de ser físicamente activos? Un estudio recogido por la BBC trata de dar respuesta a la pregunta, según recoge el autor original de este artículo 20minutos y comparte Manuel Trujillo para Periodista Digital.

Existen teorías científicas que tratan de responder a esta cuestión. Una de ellas es la de los modelos de procesos dobles. En estos modelos, los mecanismos que explican el comportamiento se dividen en dos categorías: los racionales, gestionados por el sistema reflexivo, y los emocionales, gestionados por el sistema impulsivo. Este último facilita o impide al sistema reflexivo que ponga en práctica nuestras intenciones.

Los investigadores Boris Cheva, Matthieu Boisgontier y Philippe Sarrazin hanpuesto en marcha un estudio para comprender la eficacia de los mensajes que fomentan la actividad física, es decir, determinar si la reflexión puede vencer a nuestros impulsos cuando hay que motivarse para ser más activos físicamente.

Los participantes acudieron a una presentación en la que se exponían recomendaciones sobre actividades físicas saludables (30 minutos de ejercicio diario divididos en secuencias de 10 minutos, casi todos los días de la semana). Para medir su tendencia impulsiva a acercarse a comportamientos sedentarios, se les expuso al juego del maniquí: mover un avatar en una pantalla de ordenador con el teclado. En una de las partes del experimento, el participante debe acercar el avatar lo más rápidamente posible a imágenes que representen una actividad física y alejarlo de las imágenes que represnenten actividad sedentaria. En otra parte se hace lo contrario: acercarse a las imágenes que evocan sedentarismo y alejarse de las que representan ejercicio.

Cuanto más rápido se acerca el participante a imágenes sedentarias en vez de alejarse de ellas, se considera que su tendencia impulsiva hacia el sedentarismo es más fuerte.

Después, se entregó a los participantes un acelerómetro para registrar su actividad física diaria y se fueron a casa. Una semana después se recogieron los resultados. En ellos se vio que los participantes que recibieron el mensaje que fomentaba la actividad física tuvieron una intención más fuerte de practicar ejercicio que aquellos que recibieron el mensaje que promovía una alimentación sana. Pero no todos los participantes lograron convertir la intención en comportamiento. Sólo los que tenían una baja tendencia impulsiva a acercarse a comportamientos sedentarios lograron hacerlo, mientras que los que tenían una fuerte tendencia hacia estos comportamientos no fueron capaces de transformar su intención en actos.

Se cree que esta atracción al sedentarismo tiene que ver con nuestra propia evolución. Cuando nos era difícil acceder a los alimentos, con comportamientos sedentarios se ahorraba energía, algo que era fundamental para sobrevivir. Esa tendencia a reducir los esfuerzos inútiles podría explicar la pandemia de la falta de actividad física actual.

Para alejarnos de este sedentarismo, el cerebro debe esforzarse más, ya que la atracción sedentaria está muy arraigada, pero no hay que perder de vista que también estamos diseñados para ser físicamente activos, porque cuando éramos cazadores, caminábamos una media de 14 km al día. Estos individuos segregaban hormonas antidolorosas, ansiolíticas o euforizantes con la actividad física, y estos procesos hormonales siguen estando presentes.

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Autor

Manuel Trujillo

Periodista apasionado por todo lo que le rodea es, informativamente, un todoterreno

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