Cuando RTVE anunció la llegada de La familia de la tele a las tardes de La 1, lo hizo con la esperanza de revitalizar una franja históricamente complicada y marcada por los vaivenes de audiencia. El programa, capitaneado por María Patiño y Belén Esteban, aterrizó el pasado 5 de mayo envuelto en expectativas, polémicas y un elenco que reunía a varios rostros conocidos del universo Sálvame y otros formatos de Mediaset. Su estreno, sin embargo, ya dejaba pistas sobre la dificultad del reto: 807.000 espectadores y un 10,1% de cuota de pantalla, lejos del liderazgo y con el impulso artificial que le aportaban los seriales de época emitidos antes y después en la parrilla.
La primera semana fue una montaña rusa, con picos puntuales coincidiendo con el desenlace del serial La Promesa, que rozó cuotas del 16%. Sin embargo, los datos reales del magacín, descontando esos minutos “prestados” por las telenovelas, evidenciaban una tercera posición en su franja, superado con claridad por Sueños de libertad y Y ahora Sonsoles (Antena 3), así como Tardear y El diario de Jorge (Telecinco).
Las dos semanas siguientes han confirmado el peor pronóstico. El interés inicial se ha ido desinflando y los datos muestran una tendencia descendente alarmante. El martes 20 de mayo marcó un nuevo mínimo: apenas un 5,2% de share y 347.000 espectadores en su tramo principal. El dato no solo está muy por debajo del objetivo habitual para La 1 (que ronda el 9-10% en esa franja), sino que incluso empeora los resultados de La plaza, el magacín anterior presentado por Jordi González y cancelado fulminantemente tras ocho entregas al firmar un 5,4%.
En los días siguientes, pequeñas oscilaciones han evitado una caída aún mayor. El miércoles la audiencia subió levemente a un 6,7% (563.000 espectadores) en el primer tramo y un 5,9% (423.000) en el segundo, pero esta ligera mejoría no modifica la tendencia global ni saca al programa del atolladero. La media semanal se mantiene peligrosamente baja, situando a La familia de la tele como uno de los estrenos menos competitivos del curso.
Comparativa: el lastre frente a las series vespertinas
El contraste con el resto de la oferta vespertina de La 1 es sangrante. Mientras La familia de la tele naufraga, las series como La Promesa o Valle salvaje baten récords: la primera lidera su franja con un 10,3% (761.000 espectadores) y la segunda eleva la media hasta un notable 15,9% (1.067.000). Estos datos demuestran que el arrastre negativo del magacín no afecta al resto de producciones propias; al contrario, son estas las que consiguen maquillar las cifras globales del canal.
El magacín tampoco logra capitalizar los debates abiertos o las polémicas entre sus colaboradores estrella. Las fórmulas tradicionales —tertulia rosa, humor ácido y testimonios— parecen haberse quedado sin fuelle ante una audiencia que demanda formatos más innovadores o narrativas menos ancladas en el pasado reciente.
Telebasura desgastada y ‘engendros sectarios’: RTVE busca identidad
El fiasco de La familia de la tele reaviva debates sobre el modelo público y su apuesta por formatos heredados de la llamada “telebasura”. La presencia de antiguos miembros del universo Sálvame, junto a la convivencia forzada con presentadores más afines al estilo clásico RTVE como Inés Hernand o Aitor Albizua, ha generado más ruido que fidelidad.
El caso recuerda otros intentos fallidos en RTVE por replicar fórmulas polémicas o divisivas que triunfaron en cadenas privadas: programas como los presentados por Cintora o Javier Ruiz, tachados en su momento como “engendros sectarios”, tampoco lograron conectar con la audiencia ni consolidarse más allá del escándalo puntual.
Las críticas internas apuntan a una desconexión entre lo que demanda el público potencial —información rigurosa, entretenimiento blanco o ficción nacional— y lo que ofrecen estos experimentos híbridos. La mezcla forzada entre espectáculo y crónica social parece haberse quedado sin espacio ni justificación dentro del ecosistema actual.
Factores clave del declive: saturación, competencia feroz y desgaste
- Saturación del formato: Tras más de una década dominando las tardes privadas, los ingredientes clásicos —debate rosa, zapping, “momentazos” forzados— ya no sorprenden.
- Competencia feroz: Antena 3 y Telecinco mantienen ofertas sólidas con productos diferenciados que fidelizan a su público desde hace años.
- Desgaste reputacional: La llegada masiva a RTVE de personajes asociados a etapas polémicas genera rechazo tanto fuera como dentro del ente.
- Escaso margen para evolucionar: Los cambios introducidos (ajuste horario, nuevos colaboradores) apenas han tenido impacto real.
¿Y ahora qué? Futuro incierto para las tardes públicas
RTVE se enfrenta a un dilema: persistir unas semanas más esperando el milagro o buscar cuanto antes una alternativa menos dañina para su imagen e índices comerciales. Fuentes internas reconocen preocupación ante una situación “insostenible” si no hay reacción inmediata desde dirección.
El debate sobre qué debe ser hoy una televisión pública cobra más fuerza ante este fracaso. ¿Seguir apostando por fórmulas caducas para arañar décimas o liderar una renovación real desde la producción propia? Por ahora, La familia de la tele se asoma peligrosamente al abismo donde cayeron sus predecesores.
Con las tardes convertidas en campo minado para cualquier experimento fallido y los datos lejos siquiera del aprobado técnico, solo queda esperar si RTVE opta por cortar pronto o redoblar su apuesta contra toda lógica estadística.
