Fforde ha insistido en la urgencia de "restaurar la visión espiritualista cristiana del hombre, la percepción del alma y su cultivo
En el mundo árabe musulmán y concretamente en Irak, se vive «un genocidio» contra los cristianos por parte de «los fanáticos musulmanes», según ha asegurado el doctor en Filología Arabe y Estudios Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid, y cristiano caldeo de origen irakí condenado a muerte por el régimen de Sadam Husein, Raad Salam Naaman.
En este sentido, Salam ha afirmado, durante su intervención en el Congreso Católicos y Vida Pública, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación Universitaria San Pablo CEU bajo el lema ‘Liberta Religiosa y Nueva Evangelización’, que los cristianos lo están pasando «muy mal» en Irak, especialmente estos últimos años gobernados por «los radicales musulmanes».
«Sadam Husein, era un dictador, asesino, tirano, loco, llámale lo que quieras, a mi me condenó a muerte, pero por lo menos en su época los cristianos tenían cierta libertad religiosa para practicar y celebrar sus fiestas cristianas», ha explicado.
Para mostrar esta situación, Salam ha leido el contenido de una carta que, según ha apuntado, circula por la capital de Irak, Bagdad, y sus provincias en estos últimos días, remitidas por las milicias de los partidarios del Islam en las que «amenazan a los cristianos con matarlos si no abandonan el país inmediatamente».
«La soberanía general de las milicias de los partidarios del Islam, ha decidido apuntar la última advertencia para vosotros y todos vuestros seguidores y súbditos de los cristianos incrédulos y cruzados, para abandonar el país de los musulmanes (Irak) inmediatamente, y marcharse de una forma colectiva fuera del país, sin regresar nunca más, uniéndose al Papa Benedicto XVI y sus seguidores, los agresores contra los signos más sagrados de la humanidad y el Islam», dice la misiva.
En esta línea, la carta también avisa a los cristianos «incrédulos» de que no tienen «ningún lugar entre las filas de los musulmanes devotos en Irak» y de que sus «espadas están afiladas y legitimadas sobre los cuellos» de los católicos. «Dios es testigo sobre todo lo que testificamos. No hay excusa para quien esta avisado», concluyen.
Salam, que ha comentado que siempre ha vivido de cerca «la desigualdad religiosa entre musulmanes y cristianos, a favor de los musulmanes», estuvo condenado a muerte bajo el régimen de Sadam a finales del año 1991, de la que consiguió escapar gracias a que su padre sobornó a los guardianes de la cárcel, según ha recordado.
Sin embargo, ha apuntado que el régimen que hay ahora en Irak es «una dictatura política religiosa» y es «mucho peor que el régimen de Sadam», aunque ha asegurado que ambos son «muy malos».
Salam ha lamentado que en la sociedad árabe en general e iraquí en particular un cristiano reciba todos los apoyos posibles para su conversión al Islam, mientras que los musulmanes que se convierten al cristianismo deben vivir «escondidos» para evitar el rechazo social de sus familias, o incluso ser asesinados.
Asimismo, ha lamentado que mientras que en los países donde la comunidad musulmana o los emigrantes musulmanes viven en minoría «gozan de toda la libertad y tienen todos los derechos tanto sociales como religiosos», en Irak, sin embargo, queden «menos de 400.000 cristianos» que buscan huir.
Fforde llama a la «reevangelización» para superar la descomposición social en Occidente
«Revertir la descomposición de la comunidad en las sociedades occidentales», este es el reto que, a juicio del profesor de la Libera Università Santissima Assunta, Matthew Fforde, hoy se revela como la «principal tarea del católico en la vida pública».
Como ha explicado durante su intervención en el XIII Congreso Católicos y Vida Pública, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación Universitaria San Pablo CEU con el lema ‘Libertad religiosa y nueva evangelización’, la degeneración del tejido social en occidente es achacable a la «descristianización», motivo por el que urge una «reevangelización».
Fforde se ha referido al «impulso profundamente socializador» que hay en la enseñanza cristiana, y ha expuesto, en este punto, cómo desde la concepción cristiana del hombre, en la que éste tiene «un alma que ha de ser cultivada», se genera una «espiritualidad sana», «un amor por el amor y por la verdad», que es el «ingrediente esencial de una comunidad auténtica en todos los niveles». Tan es así, que «allá donde no exista la espiritualidad la comunidad se desmoronará y la desocialización asomará su feo rostro», ha advertido.
Por ello, ha explicado el ponente, ha sido tan dañina la propagación del materialismo, de sus «falsas antropologías», en las que Fforde ve el germen del individualismo dominante. Desde su punto de vista, «en el lugar de la visión cristiana espiritualista del hombre y sus imperativos, ha surgido una matriz de interpretaciones materialistas del hombre que potencian, todas ellas, un estilo de vida de individualismo».
Se ha establecido «la idea de que no tenemos alma», motivo por el que falta ese «impulso para cultiva el alma y para producir ese amor por el amor y por la vedad que generan auténticos vínculos sociales: un acceso vital a la comunidad queda así eliminado», ha sentenciado.
Frente a este «atolladero», Fforde ha insistido en la urgencia de «restaurar la visión espiritualista cristiana del hombre, la percepción del alma y su cultivo, un proceso unido de forma inevitable a la regeneración de la cultura cristiana por medio de la nueva evangelización». «Ha llegado el momento de la renovación cristiana», ha proclamado.
El rector de la Universidad CEU San Pablo, Juan Carlos Domínguez Nafría, ha tomado como referencia la declaración ‘Dignitatis Humanae’ para recalcar que la libertad religiosa es algo que forma parte de la naturaleza humana, y que, por tanto, «no es algo añadido, adjetivo ni reconocido por el exterior».
Asimismo, también ha puesto énfasis en la idea de que la libertad de profesar un credo no atañe sólo a los individuos, sino que debe entenderse en la actuación colectiva. Por esta razón, al hablar de este derecho, ha de «atenderse a la perspectiva eclesiástica».
Cosa que, a su juicio, no se hacía, antes al contrario, en los planteamientos gubernamentales para la nueva ley de libertad religiosa. «Nos hemos encontrado -ha dicho Domínguez Nafría al respecto- con la amenaza de cambiar la ley de 1980 en un sentido limitador y restrictivo«.