Parece que haya un gran silencio desde el año 62 hasta el año 64/67, es decir, desde su estancia en Roma pendiente de un juicio hasta su muerte martirial.
(Josep M. Gavaldá).- El Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Fructuoso organiza el Congreso de Tarragona «Los últimos años de la vida de Pablo». Tendrá lugar en el Seminario de Tarragona los días 25 al 29 de junio de 2013. La Facultad de Teología de Cataluña (FTC) con sede en Barcelona promueve este Congreso. El comité científico está formado por el exegeta Dr. Armand Puig i Tàrrech, Decano-Presidente de la FTC y autor del libro «Jesús, un perfil biográfico», juntamente con el Dr. John Barclay (Durham) i el Dr. Jörg Frey (Zurich).
El Congreso tiene por objetivo avanzar en la investigación histórica y exegética sobre la cuestión aún no resuelta de qué hizo san Pablo en los últimos años de su vida. El tema tiene importancia mundial ya que los estudios sobre la figura del Apóstol san Pablo son de interés para todo el cristianismo.
Pablo de Tarso, el último de los Apóstoles, llamado por Jesús resucitado a ser el Apóstol de los pueblos paganos, evangelizó y fundó numerosas comunidades cristianas por la región oriental del Imperio Romano. Expresó su deseo ardiente de viajar a Hispania y por ello pidió a los cristianos de Roma ayuda tanto económica como de posibles colaboradores en esta misión.
Pablo estaba convencido que una vez el Evangelio de Cristo fuese predicado por las tierras occidentales del Imperio se cumpliría la promesa que está escrita en el Evangelio de Marcos 13, y llegaría el final de los tiempos, la venida gloriosa de Cristo y con ella la salvación definitiva del universo.
Antes de realizar este viaje final en su misión de ser el Apóstol de las Naciones, Pablo tuvo que llevar la colecta de sus iglesias a la Iglesia madre de Jerusalén como un signo de comunión. Cuando llegó a Jerusalén los judíos lo acusaron de una revuelta en el Templo y lo entregaron a las autoridades romanas para que fuese juzgado. Pablo, haciendo uso de sus derechos como ciudadano romano, pidió ser juzgado por un tribunal romano.
Por ello lo enviaron a Roma donde estuvo viviendo en una casa bajo vigilancia. Así termina la historia de Pablo en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Pero, ¿qué pasó después? Parece que haya un gran silencio desde el año 62 hasta el año 64/67, es decir, desde su estancia en Roma pendiente de un juicio hasta su muerte martirial. Pocos autores nos dan noticias sobre la vida de Pablo en estos últimos años de su vida.
En el año 2008 el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Fructuoso ya organizó un Congreso titulado «Pablo, Fructuoso y el cristianismo primitivo en Tarragona (siglos I-VIII)» en el que ya se empezó a investigar sobre esta cuestión, también bajo la dirección del exegeta Dr. Armand Puig. En ese congreso la Dra. Heike Omerzu apuntó la posibilidad de un exilio de Pablo en algún lugar desconocido, ya que según el código penal romano, cuando se agotaba el plazo para realizar los juicios, el exilio podía ser una solución.
Esta práctica fue aplicada para otros conocidos judíos en los primeros siglos, como el caso de Herodes Antipas que fue exiliado a una ciudad de la Galia o en alguna ciudad de Hispania en el año 39 d.C, y en el año 6 d.C, Arquelao, hijo de Herodes el Grande fue deportado a Vienna, una ciudad de la Galia. Esta posibilidad de un exilio de Pablo estaría confirmada también por la Primera Carta de Clemente, un escrito del siglo I, en el cual se nos dice que Pablo fue exiliado y que predicó el Evangelio hasta el extremo occidental. La hipótesis del exilio o de la deportación pareció en el año 2008 una buena pista para seguir investigando.
La solución para las autoridades romanas de deportar o exiliar a un judío-cristiano problemático llevándolo a algún sitio desconocido podía ser una buena medida para sacarse el problema de encima. El lugar del exilio tenía que ser pues secreto para evitar que el exiliado se reuniese de nuevo con sus adictos y crease nuevos problemas. Pablo fue una figura controvertida en el cristianismo primitivo. Su predicación del Evangelio a los paganos creó muchas reticencias entre las comunidades formadas por judío-cristianos. Tuvo algunos problemas con el Apóstol Pedro y sobretodo con Santiago, jefe de la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén. En sus mismas cartas Pablo escribe que fue preso unas siete veces, cinco veces recibió los treinta y nueve azotes, fue apedreado, flagelado tres veces, etc… Ciertamente era un hombre celoso, luchador por la causa de Cristo y por ello su vida resultó problemática para muchos.
Parece extraño que los autores antiguos no nos hayan dejado demasiadas noticias sobre el martirio de Pedro y de Pablo en Roma. Armand Puig piensa que tanto Lucas en los Hechos de los Apóstoles como otros escritores cristianos de las últimas décadas del siglo I y principios del s.II, intentan eludir cuestiones espinosas en relación a los emperadores que podrían suscitar sospechas y reticencias contra la comunidad cristiana, ya duramente castigada en la persecución de Nerón durante los años 65-68 d.C. Por ello, por razones de sentido común y de crear una pacífica convivencia que permitiese desarrollar una buena estrategia misionera, era mejor silenciar quienes fueron los culpables del martirio de los dos grandes Apóstoles Pedro y Pablo.
También podríamos pensar que la culpa del martirio de los dos Apóstoles vino de alguna traición dentro de la misma comunidad de cristianos o causada por posibles enfrentamientos entre cristianos provenientes del judaísmo y cristianos provenientes del paganismo. Si así fuese, sería normal que los escritores de los primeros siglos silenciasen esta «vergüenza» de una nueva traición que viene de dentro de la Iglesia a semejanza de la traición de Judas. De hecho, la Iglesia celebraba la fiesta del martirio de Pedro y Pablo en días diferentes, y llegado el siglo III los juntó en un mismo día. ¿Fue ello el signo de una reconciliación? ¿Un lavado litúrgico para alejar para siempre aquella mancha que suponía una posible traición en el seno de la Iglesia?
El congreso está estructurado en forma de ponencia y respuesta a la ponencia. Se concederá importancia al debate. La lista de profesores es de alto nivel, personalidades del mundo católico, protestante y ortodoxo: Reimund Bierenger (Lovaina), Michel Quesnel (Lyon), Nicholas T. Wright (St. Andrews), Eddie Adams (Londres), Karl W. Niebuhr (Jena), Erich S. Gruen (Berkeley), Peter Lampe (Heidelberg), Peter Oakes (Manchester), Loveday Alexander (Sheffield), Agustí Borrell (Barcelona), Heike Omerzu (Copenhague), Friedrich W. Horn (Maguncia), Bernardo Santalucia (Florencia), Juan Chapa (Pamplona), Valerio Marotta (Pavía), John G. Cook (LaGrange College), Rainer Riesner (Dortmund), Jens Herzer (Leipzig), Tobias Nicklas (Ratisbona), Benoît Standaert (Brujas), Udo Schnelle (Halle), Daniel Gerber (Estrasburg), Christos Karakolis (Atenas), Lucrezia Spera (Roma), Angelo di Berardino (Roma), Romano Penna (Roma).
El Congreso organizara diversos actos culturales en la ciudad de Tarragona como un Concierto de Órgano y Violoncelo en la Catedral de Tarragona a cargo del Maestro Juan de la Rubia y Sra. Anna Niebuhr. Será uno de los primeros conciertos del Organo nuevo de la Sede Metropolitana y Primada. Los congresistas tendrán oportunidad de visitar las excavaciones del Templo de Augusto en la Catedral de Tarragona, el conjunto paleocristiano de Centcelles, el Museo Nacional Arqueológico y la Gran Necrópolis de Tarragona recientemente abierta al público.
Para poder participar en el Congreso es necesario inscribirse a través de la web del Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Fructuoso de Tarragona : www.insaf.cat , o por teléfono: 977233833. El precio general de las inscripciones es de 60€ y 50€ para estudiantes universitarios hasta el 31 de mayo; y a partir de esta fecha 80€ para el público general y 70€ para los universitarios.
El Arzobispo de Tarragona Jaume Pujol inaugurará el Congreso el día 25 de junio con la presencia de la Sra. Joana Ortega, Vice-Presidenta del Gobierno de la Generalitat de Catalunya. El Congreso tendrá lugar en las nuevas instalaciones del Seminario de Tarragona.